Buenos Aires, 17 septiembre (Especial de NA, por Matilde Fierro) — Las inundaciones y anegamientos, en especial en la provincia de Buenos Aires y La Pampa, están en el foco de atención del sector agroindustrial, mientras que, luego de las últimas precipitaciones, se calcula que entre nueve y 10 millones de hectáreas quedaron comprometidas.
   Así se encuentra en riesgo entre el 30 y 40 por ciento de la nueva campaña 2017-2018 de granos gruesos, según analistas y consultores, en tanto por los pronósticos meteorológicos húmedos el maíz tardío sería la estrella del ciclo a sembrarse después del 20 de noviembre si el tiempo acompaña.
   Para el economista de la Fundación Mediterránea, Juan Manuel Garzón, "el clima pone en jaque al sector agropecuario" ya que "los efectos negativos son múltiples: mayores costos de producción, almacenaje y comercialización de granos, menor área sembrada y a cosechar en cultivos de invierno, más costos, caída en la producción de ganadería de carne y leche".
   A esto se suma la imposibilidad de decidir la mejor fecha de siembra de los cultivos de verano (maíz, soja), con riesgo alto de no poder implantarlos en caso que las condiciones no mejoren.
   Por su parte a nivel internacional, según el especialista, China ayuda a evitar caídas de precios, sus importaciones de soja crecen 17% en los primeros 8 meses del año y apunta a un volumen de 93 millones de toneladas en el ciclo comercial 2016- 2017 (período octubre/septiembre), 11% más que el ciclo previo.
   Así, los mercados de futuros parecen encontrar fundamentos que actúan como piso y muestran valores estables o levemente superiores para los meses que siguen y para la época de la próxima cosecha de la Argentina.
    Durante todo el invierno, ciclos intensos de lluvias castigaron buena parte de la región pampeana, afectaron amplias zonas de producción y además de Buenos Aires y La Pampa, también a Entre Ríos.
   El Ministerio de Agroindustria contabilizó sus últimas estimaciones de la emergencia agropecuaria al 20 de agosto y estimaba que el 80% de 5,6 millones de hectáreas correspondían a zonas con predominio de la actividad ganadera, mientras que el 20% restante a agrícolas.
   Sin embargo la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) indica que serían entre 9 y 10 millones las hectáreas con algún tipo de problema vinculado al exceso de lluvias: saturación, anegamiento, ausencia de condiciones para la siembra porque no se puede entrar a los campos que son lagunas o las napas están muy altas y no drenan.
   Si bien la falta de caminos y el exceso de humedad impide el acceso de los productores a los lotes para cuantificar el área afectada, las pérdidas de trigo tentativas alcanzarían las 150.000 hectáreas para la campaña 2017-2018, concentradas principalmente en las regiones centro, oeste, sudoeste, sudeste de Buenos Aires y Cuenca del Salado; y en el sur y norte de La Pampa.
   Así lo consignó el último Panorama Agrícola Semanal (PAS) de la Bolsa de Cereales porteña: "Teniendo en cuenta las 150.000 hectáreas que quedaron fuera de la proyección inicial de siembra (5,5 millones de hectáreas), la presente campaña registraría una merma total del área triguera por 300.000 hectáreas", indicaron.
  los especialistas.
   El 45% de las 5.350.000 hectáreas incorporadas presenta una condición de humedad excesiva que no sólo afecta el crecimiento y desarrollo del cultivo, sino que también imposibilita la realización de labores de fertilización y control sanitario.
   Los daños en cebada se concentran en mayor medida en el centro, sudoeste, sudeste de Buenos Aires y sur de La Pampa, regiones que nuclean el 79 % de este cultivo implantado a nivel nacional.
   El clima también genera mayores costos de almacenaje y comercialización de la producción agrícola del ciclo 2016-2017, ya cosechado, por imposibilidad de traslado de los granos o deterioro en su condición, manifestó Garzón.
   Los últimos números de la Bolsa de Comercio de Rosario prevén que quedaron sin sembrar unas 150 mil hectáreas de trigo en el sudeste de Buenos Aires y que hay unas 100 mil hectáreas sembradas con el cereal que probablemente no se cosechen.
   Además proliferan en los trigos sembrados las enfermedades como los distintos tipos de roya que son hongos lo que implica aumento de costos de producción para combatirlas.
   En la alimentación animal hay pasturas deterioradas, no sembradas, perdidas, rollos afectados, a lo que se suma que es época de parición con lo que hay mortandad de terneros.
     La cuenca del Río Salado, una de las zonas más afectadas, es muy relevante para la ganadería argentina, nuclea una gran proporción del rodeo de cría, del que salen los terneros y terneras que abastecen luego a toda la cadena.
   En este sentido, el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luis Miguel Etchevehere atribuyó la responsabilidad al "Gobierno anterior" de no haber realizado las obras de infraestructura necesarias para evitar las inundaciones.
   Ahora habrá que esperar que bajen las aguas para que ingresen las maquinarias y desde la otra vereda, Federación Agraria Argentina reclama a la administración macrista y a los gobiernos provinciales y municipales atender la "gravísima" situación de los pequeños y medianos productores.
   Garzón dio una referencia para dimensionar los costos, "al menos aquellos vinculados a la agricultura": cada hectárea de trigo que no pudo ser sembrada le cuesta, por impacto directo a la economía argentina aproximadamente 300 dólares, entonces hay que multiplicar. 
 
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