Llegó el verano y aparte de querer sentirnos bien y a gusto, tenemos que tomar ciertas precauciones para no salir afectados por las altas temperaturas.
 
La hidratación es uno de los pilares a tener en cuenta. El agua es el componente mayoritario del cuerpo humano y su importancia radica en que es esencial en numerosos procesos fisiológicos (digestión, reacciones metabólicas, regulación de la temperatura corporal, etc.). El agua contenida en los alimentos junto con la que bebemos y el resto de líquidos que ingerimos tienen que garantizar una correcta hidratación en todas las edades y circunstancias vitales.
 
El calor, la humedad y el ejercicio físico hacen que el organismo requiera, en general, más hidratación para seguir funcionando correctamente. Por este motivo, en verano resulta especialmente importante prestar más atención a  la ingesta de líquidos para recuperar las pérdidas de agua del organismo y, si es necesario, también de sales minerales. Pero no debemos esperar a sentir sed para hidratarnos. La boca seca ya es síntoma de deshidratación y el instinto de beber se pierde con la deshidratación progresiva. Por eso, no hay que confiar en la sed y conviene beber regularmente de 8 a 10 vasos a lo largo del día. La deshidratación provoca cansancio, dolor de cabeza, dificultad de concentración y malestar general.
 
Otro de los pilares a tener en cuenta es la alimentación que llevamos a cabo en estos días tan calurosos. Se recomienda que sean comidas livianas para que el organismo pueda digerirlas fácilmente y no provocar alguna molestia. El consumo de frutas y verduras es la opción más acertada, también realizar comidas con poco contenido de grasa ayuda a que la digestión sea más fácil y los cereales (arroz, fideos, tartas) son un grupo de alimentos recomendables para estas ocasiones.
 
Consumir una ensalada completa de almuerzo es la opción más adecuada. Debe contener: una fuente de hidratos de carbono (arroz, fideos, lentejas), una fuente de proteínas (pollo, atún, huevo, queso, jamón cocido), una fuente de grasa (palta, aceite, aceitunas) y una fuente de fibra (verduras crudas o cocidas).
 
Por otro lado, las frutas también tienen su aporte beneficioso, ya que, por un lado, aportan un importante porcentaje de agua y, por el otro, es un alimento fresco para poder consumir como postre o entre comidas. Hay varias maneras de consumirlas: en ensalada de frutas, en licuados, en helados de fruta caseros hechos con agua, en trozos.
 
El verano es una época del año para disfrutar, donde los días son más largos y se aprovechan distinto, pero también hay que tener ciertos recaudos para no terminar deshidratados o con la presión baja por una incorrecta alimentación e hidratación. 
 
Primicias Rurales
Fuente: Ana Laura Calciano – Eikasía