Buenos Aires, 29 abril (Especial de NA, por Matilde Fierro) — Un correcto manejo del suelo, con un criterio de secuestro de carbono, podría salvar la Tierra azotada por el cambio climático y para eso habría que cambiar la mentalidad productiva agropecuaria.
   Un paso en Argentina lo dio la Municipalidad de la localidad entrerriana de Gualeguaychú cuando hace unos días promulgó una ordenanza que prohíbe en el ejido el uso, venta y cualquier manipulación del herbicida más vendido y utilizado en el mundo: el glifosato.
   Ahora los productores que quieran utilizarlo para eliminar las malezas cada vez más resistentes a los herbicidas tendrán que rodear Gualeguaychú y comprarlo en otras ciudades aledañas.
   Sin embargo, el cambio de mentalidad es posible. Sólo hay que atreverse.
   Moisés Velásquez-Manoff es un escritor colaborador de la revista norteamericana The Times y escribió un artículo que se viralizó sobre todo entre los productores y especialistas que protegen los suelos de la erosión, el mal manejo y el uso indiscriminado de herbicidas.
   El artículo se llama "El suelo puede salvar la Tierra", en inglés "Dirt Can Save the Earth" y narra la historia de un matrimonio emprendedor que aprendió de la experiencia en su rancho de 540 acres (218 hectáreas) que por ejemplo debía dejar pastar las vacas de su vecino y que los pastizales volvieran a surgir.
   Así desaparecieron las malezas como el cardo lanoso que había perseguido infructuosamente con herbicidas y una misteriosa enfermedad en los robles.
   El ecosistema había sido restablecido y John Wick y su esposa, Peggy Rathmann que habían comprado su rancho en el condado de Marin, California (EE.UU.), en 1998, fueron asesorados todo el tiempo por un vecino ecologista en pastizales llamado Jeff Creque.
   "En vez de luchar contra lo que a usted no le gusta", Creque sugirió, "enfóquese en cultivar lo que usted quiere. Exprima las malas hierbas fomentando condiciones que favorezcan a los pastos" (sin herbicidas, por supuesto).
   Creque, quien pasó 25 años como agricultor orgánico en el norte de California antes de obtener un doctorado en ecología de pastizales, también recomendó que trajeran las vacas de vuelta.
   "Los pastizales y los animales de pastoreo", señaló, "habían evolucionado juntos. A diferencia de los árboles, los pastos no pierden sus hojas al final de la temporada de crecimiento; dependen de los animales para la defoliación y el reciclaje de nutrientes".
   Además dijo Creque "el estiércol y la orina de los animales que pastan alimentan un crecimiento saludable; si se hace bien, el pastoreo podría ser reparador".
   Luego aprendieron que la agricultura podría secuestrar el carbono del aire al suelo, pero significaba una forma completamente nueva de pensar sobre cómo cuidar la tierra.
   La tierra del rancho después de los cambios parecía más rica que antes, la hierba más lujuriosa; las alondras y otros animales eran más abundantes. ¿De dónde venía esa carga adicional de carne animal?.
   Creque tenía una respuesta para él: Los carbohidratos que engordaban a las vacas provenían de la atmósfera, a través de la hierba que comían en rotación de lugar.
   Le gustaba decir que los pastos eran como pajas que absorbían el carbono del aire y lo traían de vuelta a la tierra. La observación tranquila de Creque se quedó con Wick y Rathmann.
   Ilustraba claramente un concepto que Creque había intentado explicarles repetidamente: El carbono, la piedra angular de la vida, fluía constantemente de la atmósfera a las plantas, a los animales y luego de vuelta a la atmósfera.
   Y sugería algo que Wick y Rathmann aún tenían que considerar: Las plantas podrían ser usadas deliberadamente para extraer carbono del cielo. .
   La erosión y degradación del suelo causada por el arado, el pastoreo intenso y la tala han desempeñado un papel importante en la acumulación atmosférica de gases que atrapan el calor.
   El mundo se está calentando no sólo porque se están quemando combustibles fósiles, sino también porque los suelos, los bosques y los humedales están siendo devastados.
   En Estados Unidos, es California la que ya está en la vanguardia de los esfuerzos de mitigación climática, la que ha liderado el camino en la agricultura de carbono.
   Para 2050, el estado se propone reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a 20 por ciento de lo que eran en 1990.
   Muchos de los esfuerzos de la agricultura de carbono de California tienen una deuda con Wick, Creque y el innovador llamado Silver.
   En 2008, fundaron el Marin Carbon Project, un consorcio de ganaderos, científicos y administradores de tierras. El objetivo es desarrollar prácticas de cultivo de carbono basadas en la ciencia y ayudar a establecer los incentivos necesarios para alentar a los agricultores de California a adoptarlas.
   Mientras que en nuestro país, la ordenanza que establece la prohibición del uso del glifosato en el ejido de Gualeguaychú, se basa también en que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), ámbito especializado de la Organización Mundial de la Salud (OMS), confirmó la vinculación entre el herbicida glifosato y el cáncer.
   Sin saberlo el municipio dio un paso para que los contratistas reduzcan su utilización y restablezcan el orden natural como la utilización más pronunciada de cultivos de cobertura o de rotación, porque la Tierra está en peligro por el cambio climático. 
 
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