Buenos Aires, 11 abril (PR/19) — La Iglesia católica celebra hoy el día de Santa Gemma Galgani, virgen, la cual, marcada por la contemplación de la Pasión y por los dolores soportados con paciencia, a los 20 años consumó su vida el Sábado Santo, el 11 de abril de 1903, en Lucca, Italia,.
Desde muy niña mostró signos de santidad y a los 4 años ya estaba dedicada a la oración.
“Aquella misma mañana Jesús despertó en mí un gran deseo de ser religiosa. Sentía desarrollarse en mí un ardiente anhelo de padecer y de ayudar a Jesús a sobrellevar la Cruz”, afirmó el día en que comulgó por primera vez, el 17 de junio de 1887.
Luego de la muerte de su padre, se alejó de Jesús hasta que enfermó con fuertes dolores.: “Le dije a Jesús que no rezaría más si no me curaba. Y le pregunté qué pretendía teniéndome así. El ángel de la guarda me respondió: -Si Jesús te aflige en el cuerpo es para purificarte cada vez más en el espíritu”.
Se le aparecía San Gabriel de la Dolorosa y luego Jesús la curó mientras que el 8 de junio de 1899, víspera de la Fiesta del Sagrado Corazón, luego de haber sido rechazada en varias comunidades religiosas a causa de su frágil salud, Jesús la eleva en este día a la categoría de “víctima”.
Entonces se le apareció Jesús: “De sus llagas no salía sangre sino llamas de fuego, que vinieron a cebarse en mis manos, pies y costado. Creía morir y habría caído al suelo si mi Madre no me hubiera sostenido. Permanecí así varias horas. Después mi Madre me besó en la frente, desapareció y me hallé de rodillas. Seguía sintiendo un dolor fuerte en las manos, pies y costado. Me levanté para acostarme, pero noté que de estas partes manaba sangre…”.
La víctima de Jesús, comienza a “suplir en su carne lo que le falta a la Pasión de Cristo” en las tardes del jueves al viernes, todas las semanas; para disimular las llagas usa guantes.
Gema había pedido a Jesús morir crucificada con El, y crucificada moriría: su semblante era mezcla de amor y dolor, de calma y desolación…¡Agonizaba, como Jesús en la Cruz! Los presentes la contemplaban atónitos.
El 11 de abril de 1903 tomó el crucifijo en las manos y exclamó: “¡Jesús!…¡En tus manos encomiendo mi pobre alma!”; y volviéndose a la imagen de María, añadió: “¡Mamá mía!, recomienda a Jesús mi pobre alma…Dile que tenga misericordia de mí”.
De repente toda señal de agonía desapareció y una sonrisa de cielo se dibujó en sus labios; dos lágrimas corrieron de sus ojos y falleció en paz.

NA

Primicias Rurales