Buenos Aires, 8 de mayo (PR/19) — La Iglesia católica celebra hoy
8 de mayo la festividad de Nuestra Señora de Luján, patrona de la
Argentina y venerada en países limítrofes.
Miles de fieles se reúnen este día en la Basílica de Luján en
su honor y es la fiesta patronal del partido bonaerense de Luján,
razón por la cual se realizan numerosos festejos además de
recibirse gran cantidad de peregrinos.
Además se celebran actos y misas en su honor en todo el país
mientras que la imagen original de la Virgen mide 38 centímetros
de altura, está realizada en arcilla cocida, representa a la
Inmaculada Concepción.
En 1630, un hacendado portugués que vivía en Santiago del
Estero le pidió a un compatriota que le enviara desde Brasil una
imagen de la Inmaculada Concepción de María.
El amigo remitió por barco dos imágenes para que pudiera
elegir, pero al transitar desde el puerto de Buenos Aires, una de
las carretas que las llevaba se detuvo inexplicablemente en
Zelaya, partido de Pilar, provincia de Buenos Aires.
Al intentar mover la carreta los bueyes permanecían inmóviles
los vecinos de la zona quisieron conocer el contenido de los
cajones y se encontraron con la imagen de la Virgen que quedó
depositada a orillas del Río Lujan.
Los conductores pensaron que la carreta no avanzaba por la
carga y sacaron el cajón de la Virgen y entonces los bueyes
caminaron.
Como cada vez que bajaban la caja con la Inmaculada, la carreta
avanzaba, se dieron cuenta los presentes que la Virgen se quería
quedar en esa orilla.
La gente, no obstante, llevó la imagen de la Virgen hasta la
estancia más cercana, de Rosendo de Trigueros donde quedó
instalada en una ermita hasta que se le hiciera una capilla.
Los acontecimientos ocurrieron en la zona de Pilar, donde
todavía hay un vado del río Luján conocido como Pasaje de la
Virgen, ubicado a cinco leguas de la actual Basílica.
En ese sitio provisorio, durante los primeros años, la Virgen
recibía regalos y ofrendas muy valiosos para la gente de campo,
como ganado vacuno o lanar, de ahí que se la llama “La Virgen
Gaucha”.
Una vecina, Ana de Matos, se comprometió a mantener su culto
sin importar lo el costo monetario y ofreció sus tierras, situadas
cinco leguas más lejos, sobre el río Luján.
Pese a la resistencia inicial de los fieles, se aceptó la
propuesta y allí es donde se construyó la Basílica actual.
Uno de los protagonistas de la historia es el Negro Manuel, un
esclavo que se convirtió en fiel custodio de la imagen y atendía a
la gente que venía a venerarla: él mismo decía “soy de la Virgen
nomás”.

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