Buenos Aires, 8 julio (PR/19) — La Iglesia católica celebra hoy
el día del beato Pedro Vigne, constructor de un grandioso Vía
Crucis de 39 estaciones y fundador de la Congregación del
Santísimo Sacramento, con la cruz y la Eucaristía, como claves de
la misión.
Nació el 20 de agosto de 1670 en Privas, Francia; su padre
regentaba un comercio textil y con su madre, le proporcionaron una
buena educación.
En su entorno imperaba el calvinismo y en este ambiente
enrarecido por los conflictos que generaban creencias dispares, se
sintió llamado a seguir a Cristo en el transcurso de una
Eucaristía: Toda su vida tuvo como eje central la adoración al
Santísimo Sacramento.
Ingresó en el seminario de Viviers en 1690 y cuatro años más
tarde fue ordenado sacerdote por el prelado de la diócesis; se
sentía impulsado a la vida misionera; los pobres, en particular
los campesinos, eran sus predilectos.
Nunca se apagó su sed de llevar la Palabra de Dios por los
pueblos, no se cansaba de repetir que había que “es necesario
alimentarse de la Palabra de Dios, y así alimentar e instruir a
los otros”.
En 1712 su ardor misionero le llevó a Boucieu-le-Roi, esta
localidad, en la que se afincó fue su cuartel general, de allí
partía para evangelizar los pueblos y regiones vecinas.
En Boucieu-le-Roi, ayudado por los fieles del entorno, erigió
un monumental Vía Crucis, ingeniosamente aprovechó la escarpada
orografía del terreno dándole realce con sus 39 estaciones; una
espléndida catequesis que se iniciaba con lo acontecido el Jueves
Santo y culminaba con Pentecostés.
Él mismo encabezaba las constantes visitas de peregrinos
acompañándoles en su reflexión y oración; además, un grupo de
mujeres, instadas por él, le ayudaron en esta tarea apostólica.
Así surgió su fundación: la Congregación del Santísimo Sacramento.
En noviembre de 1715 hizo entrega a las primeras religiosas
de los distintivos de la Orden, el hábito y la cruz.
Sin abandonar la misión popular, creó nuevas escuelas y un
espacio para las maestras, denominado “regentas”, en el que podían
compartir sus intereses.
Hasta que ya septuagenario, mientras oraba acompañado de un
sacerdote y dos religiosas de la Orden fundada por él, que
acudieron de inmediato a su lecho de muerte, expiró el 8 de julio
de 1740; Juan Pablo II lo beatificó el 3 de octubre de 2004.

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Fuente: Zenit.org