Por Gabriel Andrés Amura*.
Buenos Aires, 7 diciembre (Especial para NA) — Casi la mitad de la harina de soja que se exporta en el mundo es argentina. Este subproducto oleaginoso constituye, por ende, la principal venta argentina al exterior.
El acuerdo con China para la exportación al gigante asiático se logró tras dos décadas de negociaciones y las empresas del sector estiman que se podrían exportar alrededor de 5 millones de toneladas anuales por unos 1600 millones de dólares.
En tanto, el sistema de control dispuesto habitualmente por el SENASA para exportar este producto fue puesto bajo la lupa en agosto, cuando llegó a la Argentina una auditoría del Departamento de Cuarentena Animal y Vegetal de la Administración General de Aduanas de la República Popular China (GACC).
Su tarea fue visitar establecimientos elaboradores de harina de soja para su reconocimiento y habilitación, a los efectos de acordar la apertura de su mercado a nuestros productos.
Si bien la Argentina exporta harina de soja a más de 60 mercados, la importancia de ingresar con este producto a China radica en que este país, además de no importar harina de soja hasta el presente, es el mayor consumidor mundial de proteína vegetal con destino a la alimentación animal.
China cuenta con un stock que alimentar de más de 500 millones de cabezas de ganado entre porcinas y bovinas.
Durante la visita, los auditores chinos evaluaron el circuito de recibo, descarga y acondicionamiento de granos de soja, así como el proceso de producción de harina, el almacenaje del producto final, las condiciones de las cintas de embarque y los muestreos que se llevan adelante durante la elaboración.
Si algo dejaron en claro es la importancia que tienen los controles de laboratorio que se realizan para monitorear la inocuidad en la elaboración de las harinas.
Fue trascendental para llevar la negociación adelante la confianza que les generó el sistema de control y fiscalización que el Senasa tiene implementado sobre los establecimientos, así como de los procesos involucrados para asegurar las condiciones de inocuidad y calidad de este producto.
Los auditores de la GACC condicionaron el acuerdo a que el protocolo convenido establezca que sólo se exportará a China harina de soja producida en la Argentina, lo cual hace aún más importante el reconocimiento a la producción nacional y demandará al Estado la implementación de mayores controles para minimizar el riesgo de una posible contaminación cruzada con material que proceda de otros orígenes.
Para la industria nacional implica que los establecimientos que exporten y que alternativamente reciban y procesan porotos de terceros países, deberán adecuar la estructura y la logística a dichos efectos.
La adecuación es fundamental para aquellos establecimientos que alternativamente procesan harina con poroto de soja importada de terceros países, lo que obliga a la separación de los granos en el almacenaje para asegurar la segregación de los orígenes e impedir la pérdida de identidad.
Mientras que la importancia de este nuevo mercado para la Argentina justifica una reestructuración de todos aquellos establecimientos que importan soja así como de la logística para su manejo.
En lo que resta de 2019 y durante 2020 se completarán las presentaciones formales de documentos y mejoras para que la GACC apruebe el listado de establecimientos registrados para exportar harina de soja a la República Popular China, todas plantas que deberán cumplir con los criterios y alcances establecidos por el Senasa.
De este modo, que la República Argentina se convierta en el primer país en el mundo en exportar harina de soja a China es solo cuestión de tiempo.
(*) Ingeniero agrónomo. Coordinación General de Piensos y Granarios de la Dirección Nacional de Inocuidad y Calidad Agroalimentaria del SENASA.

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