Unos 200 incendios seguían ardiendo hoy, domingo, en el sureste de Australia, donde las autoridades evaluaban los daños de la “catastrófica” jornada del sábado mientras crecían las críticas a la gestión de la crisis del primer ministro, Scott Morrison.

La bajada de casi 20 grados de las temperaturas dio un respiro a los bomberos, que ayer, con fuertes vientos y máximas rozando en algunos puntos los 50 grados, tuvieron que elevar la alerta a nivel de emergencia en más de una veintena de focos.

Pese a ello, la situación seguía siendo complicada en sitios como Eden, una localidad situada en el sur del estado de Nueva Gales del Sur, donde se llamó a los vecinos a buscar refugio en estructuras sólidas ante la proximidad de las llamas que dejaron el cielo de un color rojo oscuro.

Esta localidad se encuentra a menos de 60 kilómetros de Mallacoota, una población costera del estado de Victoria, de donde fueron evacuados en barcos de la Marina un millar de las 4.000 personas que quedaron cercadas por el fuego en la playa.

La cifra total de fallecidos desde septiembre en Australia se ha situado ya en 23, la mayoría de ellos desde la última semana de 2019.

La nueva víctima murió el sábado de un paro cardíaco, cuando ayudaba a un amigo a contener el fuego cerca de la localidad de Batlow, a unos 460 kilómetros al suroeste de Sídney, según confirmó la jefa del gobierno del estado de Nueva Gales del Sur, Gladys Berijiklian.

Las aseguradoras estiman en más de 430 millones AUD (299 millones de dólares estadounidenses o 268 millones de euros) los daños acumulados por los fuegos, que han creado una espesa nube de humo que obligó a la aerolínea Qantas a suspender sus vuelos en el Aeropuerto de Camberra.

Los incendios también han afectado Nueva Zelanda, donde el humo dejó el cielo rojizo y causó problemas respiratorios en varias personas en Auckland, situada a más de 2.000 kilómetros de Australia.

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Fuente: Logotipo EITB Ikonoa