Villa María, Córdoba, 9 enero (PR/20) — El ingeniero agrónomo Ángel Barrenechea posee un amplio recorrido en el sector y es un referente nacional en materia lechera. Conoce como pocos todas las aristas del negocio y el diálogo entre la teoría y la práctica, ya que es docente, productor, industrial y revistó durante años en el INTA. “Lo que le sucede a la lechería argentina tiene que ver con un tema de incompetencia, de falta de capacidad de sentarse a pensar y mirar para adelante. Estamos a la deriva, dando vueltas, perdidos en el medio de las nubes sin saber a dónde vamos, es mi gran frustración como productor, como técnico, como industrial y como dirigente. No puede ser que prime el individualismo en todo. En definitiva creo que el argentino es muy inteligente, pero hay mucha hipocresía, lo que es un tema muy grave”.

Relató que en su época de estudiante (hizo un PhD en la Universidad de Florida) y cuando empezó a trabajar en el INTA “estábamos en la meseta de los 6.500 litros y en la década del 90 en lo que se refiere a tecnologías y sobre todo en la agroindustria creo que es un punto de referencia histórico, al margen de lo político, pero si de lo que es cambio tecnológico e incorporación de tecnologías, creo que fue un punto de inflexión notable. Hay que ver los indicadores. En el caso de los lácteos, arrastrados de los golpes que fue para la agricultura la incorporación de las RR con el glifosato, un paquete que hizo crecer exponencialmente el desarrollo de la siembra directa. En los 90 se dio la conjunción de todo y ayudó la visión de gente que estaba en el gobierno, como Felipe Solá, que fue un excelente colega trabajando en lo técnico-político. A mi juicio es el único que he visto que como Secretario de Agricultura que tuvo la visión y tuvo sueños claros, aunque muchas veces lo discutían. Todo el tema de la biotecnología que se introdujo, provocó un cimbronazo tremendo y llegamos a algo que era una utopía que pasaran los 10.000 millones de litros que nos habíamos fijado como objetivo cuando nació Cambio Rural, es decir pasamos de los 6.000 millones a los 10 mil millones y se reían muchos, en Buenos Aires, desde donde nos criticaron mucho, pero nosotros sabíamos que técnicamente se podía, que era factible con tecnologías de manejo”, dijo instalado en la oficina de su empresa en la calle Lisandro de la Torre en Villa María, ciudad ubicada en el centro de Córdoba.
Barrenechea puntualizó que “Cambio Rural fue una herramienta metodológica para el área pampeana. En 1993 el primer semestre por pedido de Agricultura al INTA de un diagnóstico para ver como quedamos después del uno a uno (paridad 1 a 1 entre el dólar y el peso), después de que comenzó la convertibilidad. El 60% del área pampeana, porque se trabajó solo el área pampeana y no las economías regionales extrapampeanas, el 60% estaban por debajo de un ingreso neto de $10.000 anuales o US$10.000 que era lo mismo; y yo lo comparaba con el kiosco que estaba en la esquina que vendiendo cigarrillos y algún caramelo tenía un ingreso superior a los $800 por mes. Era mucho más rentable el kiosco de la esquina que tener un establecimiento lechero en la región pampeana”, describe.
“A raíz de eso, se pide una solución y desde el INTA surge una herramienta de trabajar en grupos organizarlos, de una forma, con un protocolo que se aplicó de forma excelente y que tuvo un impacto muy grande, sobre todo en el área nuestra, en toda la lechería de Córdoba. Hoy estamos viendo los resultados que nos muestran muy por encima de la provincia de Santa Fe”.

Marche un psicólogo lechero

“A los problemas no hay que echarles la culpa al afuera sino que los problemas empiezan por casa, para mí son endógenos, es decir nuestros. Afuera siempre hay problemas entonces esas son hipótesis de trabajo, cuando vos tenés armar proyectos de trabajo, tenés que fijar supuestos que son las contingencias que pueden ocurrir en Brasil, China, tratados comerciales, y siempre hay que tener un Plan B. El problema grave para mi es interno, es nuestro”, dice Barrenechea y argumenta: “Si vos no sabés para qué producís leche, si no tenés en claro cuáles son los objetivos del destino de tu producción hablando como país, vas a ir a la deriva siempre, o sea que el primer punto a resolver que nunca en los años que estoy se ha planteado es `qué lechería queremos, ý a eso no lo tiene que definir solo el Estado, tiene que definirlo la industria y los productores, y el Estado debe acompañar”. Pero todos los actores deben querer lo mismo.
En esa línea destacó que “si vos tenés en claro para qué producís leche y ahí te surge desde el sistema de producción, el tipo de industria, cómo trabaja la industria,  pero no que sea una imposición, tiene que ser una discusión porque si no lo que pasa es que si analizamos la lechería de los países lecheros en el mundo, si vos querés una lechería netamente exportadora donde el 50% de la leche se exporte es muy simple, tiene que tener un fuerte impulso el sistema cooperativo, pero más que impulso tienen que ser los productores que se den cuenta y se asocien para ponerse de acuerdo y fijar las pautas para poder exportar en la época mala, porque el tema es cuando el precio cae afuera o hay un problema saber cómo defender lo de adentro y hacer las previsiones para que pueda haber continuidad en las exportaciones, sino no sirve exportar una vez y después no, de esa manera no tiene sentido”.
A juicio de Barrenechea las cosas están cambiando si se mira el perfil de productores. “El productor medio que va a haber en Argentina dentro de los próximos 5 años no es el mismo que el productor modal de hace una década atrás. El tema de la concentración existe, hay gente que le es negocio andar a la deriva y gente que no”.
Preguntado sobre si ha finalizado el proceso de concentración de tambos expresó: “En algún momento lo hemos hecho con una empresa y era una de las alternativas, una posibilidad era hablar de 7000 tambos con muchas menos fábricas, así como hay grandes que han sufrido la contracción o desaparecieron hay empresas chicas que se les hace cada vez más difícil el camino porque insólitamente hemos vivido dos años sin créditos, y sin créditos no puede haber innovación de una empresa, y cuando te quedaste en el tiempo sin innovación y actualización de equipos es perder muchos puestos, quedarse quieto es ir para atrás.

¿Por qué un productor necesita crecer?

“El productor necesita facturar cada día más, si la leche vale menos tiene que sacar más litros, porque tiene que mantener un nivel de facturación para mantener toda su estructura, su familia, para poder seguir y crecer. Entonces cuando tiene que facturar más no vende vaquillonas, retiene, empieza a agrandar, alquila otro pedazo de campo y va agrandando. En la medida que va agrandando va aumentando la carga, y cuando aumenta la carga ahí empiezan los problemas. Nosotros venimos insistiendo hace años con esto porque parece que encierro o estabulación es una realidad que nos ha superado, lamentablemente han desarticulado el INTA y en vez de tener organismos técnicos que vayan a la cabeza van siguiendo y renovando diagnósticos de las cosas que están ocurriendo, cuando debería ser al revés”, subraya al explicar cómo se está dando el crecimiento en el país, de manera espasmódica y sostenida por líderes.
A los efectos de ampliar su explicación de quienes han crecido en la producción lechera en Argentina, utilizó como herramienta a la Campana de Gauss. “En la curva de la categoría de innovadores tecnológicos tenes una en la punta de la campana que es el 5% de los productores, que son los innovadores, que en los últimos tiempos se ha ampliado, pero son todos productores muy interesantes que muchas veces van delante de todo lo que son organismos de investigación. Ellos van adelante porque son los inquietos y van empujando pero son de alto riesgo porque se meten muchas veces sin tener nada comprobado, sin tener evaluaciones serias hechas, o copian de afuera cosas que a lo mejor no están todavía adaptadas para lo nuestro, entonces son de alto riesgo, pero es gente laburadora que siempre se levanta”.
Para Barrenechea esa base de 5% de productores innovadores se ha ampliado y ahora es muy grande. “Vos ves que muchos productores han desarrollado cosas o están llevando a cabo proyectos que están por encima, que no los tenes ni en universidades ni en el INTA ni en el INTI, entonces es una pena porque es un riesgo a nivel país muy grande, o que la gente se retobe o que se vuelva para atrás y se desincentive en algo que tiene futuro”.

La intensa y rica historia reciente de lechería

Es claro que el origen de estas decisiones o tendencias es que el productor necesita facturar más. “Y por ejemplo mete más vacas y llega un momento que depende de una carga de una vaca por hectárea en un sistema pastoril tradicional y vino el silo picado fino y la bolsa para silo que fue de desarrollo argentino, y así se empieza a encerrar medio tiempo porque en el invierno la rotación clásica, volviendo a mis años de agronomía pastoril, si el productor tenía 50 vacas en ordeño con 25 hectáreas de avena o centeno daba 3 comidas y encajaba la rotación perfecta. Lo que pasó fue que cuando necesito facturar y necesito meter más vacas los sistemas fueron cambiando. Cuando tuvo 120 vacas en vez de las 50 por la superficie de campo no podía hacer la mitad de verdeos porque no le daba la superficie, entonces entró la gran salvación que fue el silo, por lo tanto medio año las vacas estaban encerradas”.

En este punto, Barrenechea añade que “cuando el productor probó el silo y vio que podía seguir aumentando la carga, y que encima le daba la flexibilidad, ya al final no le alcanzaban las alfalfas entonces termina encerrando todo, todo el año con corrales rotativos aumentando lotes hasta que se harta de los despelotes de barro y empieza la necesidad de encerrar, realmente era una necesidad que se fue dando sola, así fue la historia”.

Preguntado por el impacto de la volatilidad climática dice: “El cambio de sistema o hacia donde mucha gente está yendo, le da previsibilidad al sistema y puede manejar más variables. Se trabaja con presupuestos de comida de más de un año, entonces si hay eventos como está ocurriendo ahora, todo el mundo está viendo cómo se hacen contratos o se compran lotes o evalúan si siembran maíz de segunda, pero tenés herramientas para manejar y darle previsibilidad al sistema, eso sí… tiene un costo”.
Mirando un gráfico que retrata la producción lechera desde 1970 a nuestros días se ve claro que hay dos momentos con mucha estabilidad macroeconómica y como consecuencia de ello de crecimiento sostenido en lechería. Esos períodos van de  1992 a 1998 y de 2003 a 2015, aunque Barrenechea establece diferenciaciones: “Lo de la década del `90 es más real, más genuino, y lo la década pasada no es tan real, ya que era una lechería subsidiada. Y esta macro que transitamos ahora, nuevamente es una lechería subsidiada, por lo cual corremos un riesgo muy grande en la definición de que lo que queremos para delante. Si vos querés ser un actor de fuste en el mundo en el tema lechero tenés organismos como OCDE donde si a vos te dicen `vos me querés vender leche pero estás con el grueso de tu comida subsidiada´, porque las retenciones son un subsidio a la alimentación de los tambos, y los concentrados son uno de los componentes más importantes. Por ahí lo han dicho alguna vez, nada más que como no exportamos, pero el día que querramos exportar en serio, van a sacar esta carta. Son herramientas paraarancelarias que cuando vas a negociar afuera son herramientas que te las enrostran. Yo no me había dado cuenta acá hasta que vino un grupo de uruguayos al tambo y recorriendo vieron como dábamos balanceado en el tambo me dijeron `claro para ustedes es fácil… ¿por qué no pagan el maíz como lo pagamos nosotros?´”.

Qué nos diferencia de las grandes lecherías globales

A la hora de repensar una lechería sustentable para nuestro país, Barrenechea comenzó a establecer comparaciones, no solo productivas, sino sociales y culturales: “Todos se sorprenden con cómo producen en Nueva Zelanda, en unas islitas chiquitas la cantidad de leche que sacan y como producen. A mí lo que me sorprendió de Nueva Zelandia no fueron los sistemas de producción, en sistemas de producción hay todo tipo de alternativas y si hay uno que funciona muy bien y lo tienen estandarizado para todo su país. Si me sorprendió un tema que nos diferencia de nosotros, que es un tema de fondo y no lo vamos a cambiar lamentablemente. Ellos son sajones, y nosotros venimos de italianos y españoles, es decir somos muy latinos y el criterio de la herencia es muy distinto. Los objetivos de un productor neozelandés es llegar a los 50 años y tener su casa en la orilla del mar con una lancha y tomar cerveza, pero mentalmente ya se desprendió del negocio. En algún momento de su vida llama si tiene hijos avisando que se va a retirar y si quieren seguir con el negocio lo tienen que pagar, sino directamente lo vende, entonces todo eso hace que no exista la presión que hemos tenido nosotros durante años, que las consecuencias se ven hoy, con la subdivisión de la tierra, el tema de la concentración, que no son fenómenos casuales sino que son consecuencia de esto que estoy diciendo. Porque en Nueva Zelandia, un plomero de Auckland puede iniciarse estudiando lechería, capacitándose en oficinas de extensión rural, hace la carrera y termina siendo propietario con el sistema de socio tambero y va comprando sus vaquillonas, alquilando todo y después compra la tierra, y tiene acceso al crédito, o sea que hay todo un sistema armado distinto que yo veo la diferencia en un tema de fondo cultural que no lo vamos a cambiar nosotros ahora”.
Reflexionando sobre lo que sucede en nuestro país, dijo: “Acá cuanta gente hay frustrada, que quería ser otra cosa y por pedido de los padres terminó en el campo, es lamentable, uno lo ve en los pueblos, y así nacieron las subdivisiones, y así gente fue alquilando y comprando partes o fracciones, es todo un tema cultural”.

Un duro cuestionamiento hacia el INTA

Barrenechea ha sido un referente central en el INTA, y con dolor hoy ve que la institución no está a la altura de las circunstancias: “Se han desarmado equipos, había centros de investigación de experimentales en el caso de INTA que eran muy fuertes en temas claves y no están más. Las experimentales están pero la gente no y es muy feo, lo veo con dolor. Hace unos dos años en todo lo que era el departamento San Justo y San Martín como eje, toda el área lechera en la provincia, el INTA tenía afectados a cinco técnicos que eran extensionistas. En la misma área y con las mismas oficinas habían 25 Prohuertas, ¿qué tiene que hacer Prohuerta en el INTA si era un programa importante, aunque para mí un fracaso?.  Son 25 tipos de Prohuerta trabajando en un Instituto que eran de tecnología agropecuaria, trabajando en desarrollo social. En ese momento eran $500.000 de presupuesto contra $40.000 para trabajar en lechería, donde Córdoba ya estaba por encima de Santa Fe en lechería, donde todo lo que es el área de Villa María y alrededores pasó a ser el centro industrial más importante del país”.
Sobre este asunto, Barrenechea dice que las responsabilidades por este estado de cosas están repartidas: “Son culpables tanto los directivos del Estado, como las entidades, los productores, la industria, somos todos culpables, porque el INTA tiene un consejo directivo y a nivel regional también lo tiene, si vos tenes las entidades ahí y que cobran un sueldo por un cargo directivo, yo no escucho a ninguno hablar de todo el despelote que han hecho con el INTA en los últimos años. En Buenos Aires los representantes miembros del consejo directivo todas las entidades están y no pasa nada, entonces ¿de quién es la culpa?” .

Entonces, ¿qué hacer?
En el tramo final del extenso diálogo que mantuvo con TodoAgro, Barrenechea empezó a enfocar por dónde pasarían –desde su punto de vista- las soluciones: ““Yo creo que tanto la Nación como la Provincia tienen responsabilidad en el tema lechero, que son responsabilidades distintas porque depende el lugar de la pirámide donde estés parado, si estas parado arriba tenes que mirar más lejos, si estás parado al medio tenes la vista acortada, y si estás abajo hay que mirar alrededor, pero hay que resolver cosas específicas como es la logística, caminos, accesos, conectividad, hoy es un desastre en caminos, hay obras paradas, y es lamentable”.

Agregó que “lo que se necesita urgente es el regreso de del crédito, pero créditos en serio, no créditos como se han usado los últimos años, ahora el capital de trabajo y encima de una ridiculez a tal punto de que el capital de trabajo que te daban era para compra de cheques solamente. Eso no es crédito sino un negocio del banco, de la diaria. Cuando hablamos de capital de trabajo en Argentina hace muchos años que ya no existe, si vos tenés una empresa que factura 100 por mes vos tenés que tener, sobre todo en el tema de la industria y productores también, un crédito accesible de 100 para el capital de trabajo. En el caso de una industria láctea el principal insumo es la compra de leche a los productores, y en algún momento se paró el negocio, se empezó a acumular quesos en la cámara en un mes, llega a fin de mes y vos a la leche la tenés que pagar,  ya que no podes explicarle al productor que la cámara está llena porque él necesita la plata, entonces tiene que disponer esa industria de un capital de trabajo similar a lo que factura para poder saltar un escollo momentáneo, que después lo recupera al otro mes. Eso no existe, te lo quieren solucionar permitiendo la compra de cheques y no, eso es un recontra negocio para los bancos”.
Pero además de capital de trabajo es necesario financiar infraestructuras. “Créditos para inversiones es lo más serio y las inversiones tienen que estar contempladas con un cierto plazo, si llevan o no lleva periodo de gracia de acuerdo al impacto que tenga, y tiene que estar orientada, incluso si son inversiones con productos nacionales o extranjeros porque puede ser que haga falta importar tecnología, y puede que haya otras que están en el país”.

Respecto al corto plazo y en relación al programa de lucha contra el hambre que lanzó el gobierno de Alberto Fernández, el ingeniero Angel Barrenechea aportó una reflexión de cierre en la entrevista: “Cuando llegás a producir los 10.000 millones, vos tenés una leche que va a exportación y otra a consumo interno, y dentro de la de consumo interno está la leche a la que tiene acceso la gente que tiene capacidad de compra en una góndola o almacén, y también hay que contemplar al que no llega a comprarla y allí aparece la leche social. Esto existió y existe y cada vez está más el riesgo de que se haga más grande, porque hasta ahora no veo que baje la pobreza. Entonces acá tenés un segmento de riesgo que es tan serio que lo tiene que entender y atender el productor, la industria y el gobierno de turno. Y por lo que veo no lo entiende ninguno de los tres, ya que si esto estuviera entendido, no sucedería esto que es tan ridículo de tener una Mesa Contra el Hambre con la presencia de Tinelli, Estela De Carlotto que ha sido una excelente dirigente pero no sé qué hace en la Mesa Contra el Hambre y tampoco el escritor Caparrós. Son divinos, pero ahí lo que se necesita son actores reales de los que realmente necesitan y pueden hacer algo. Desde los que pueden hacer algo, no le exijo nada al gobierno pero lo que me preocupa es que no he escuchado nunca propuestas de alguna entidad, solo van a llorar y a pedir subsidios o cargos, pero no van con una propuesta. Entonces si vos estás produciendo trigo y te vas a quejar por las retenciones ya te las pusieron a las retenciones, adelántate y hace propuestas para pensar el combate al hambre, y lo mismo hay que hacer con la leche”.

Primicias Rurales

Fuente: TodoAgro