Por Lic. Agustín Tejeda – Lic. Sofía Perini de la Gerencia de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales y la Fundación INAI. Buenos Aires, 12 enero (PR/20) — La República Popular de China se ha convertido en la actualidad en uno de los principales jugadores de la escena internacional. Sus compras de bienes agroindustriales han crecido a una tasa del 16% anual, alcanzando en 2018 más de 120 mil millones de dólares de importaciones, ubicándose como el 2º importador mundial. Su gran desafío es abastecer una demanda creciente con recursos limitados, ya que debe proveer alimentos a casi el 20% de la población mundial, contando sólo con un 7% del agua y un 10% de las tierras cultivables del mundo.

Esta tensión entre oferta y demanda de alimentos ha dado lugar a una serie de cambios en su política agrícola. La autosuficiencia (del 95% en granos y total en trigo y arroz) como medio para garantizar la seguridad alimentaria continúa siendo el centro de su estrategia, aunque en los últimos años ha comenzado a reconocerse el rol creciente del comercio internacional.

El foco de las políticas ha ido modificándose, flexibilizando algunos objetivos e incorporando nuevos orientados a la modernización agrícola y la sustentabilidad y la eficiencia en el uso de los recursos naturales.
En los últimos años, Brasil pasó a liderar el ranking de proveedores de China, desplazando a EE.UU.

Pese a que China se ha convertido en uno de sus principales socios, Argentina, en cambio, perdió posiciones en el mercado chino debido a un desempeño más pobre que el del resto de sus competidores.

El contexto actual parece favorable para una profundización del vínculo bilateral, tanto por la voluntad expresada por China -de avanzar en su relacionamiento con América Latina- como por la oportunidad de la coyuntura, dadas las consecuencias de la guerra comercial y la peste porcina.
Para ello, Argentina precisa definir una estrategia de inserción internacional en la que China tenga un rol protagónico.

La agroindustria puede constituirse en una plataforma para avanzar en ese vínculo bilateral, presentándose como un proveedor confiable de alimentos y tecnología agrícola. El acercamiento debería ser regional, a través del Mercosur e, incluso, en conjunto con los países de la Alianza del Pacífico.

Un acuerdo comercial, con centro en el sector agroindustrial y que contemple las sensibilidades argentinas, puede ser una buena alternativa para afianzar la relación; trayendo tanto beneficios económicos, a través del incremento de exportaciones de productos identificados con potencial o de inversiones en áreas estratégicas, como institucionales: consolidando el acceso a mercado
conseguido mediante el aprovechamiento de las oportunidades de la coyuntura, permitiendo establecer reglas de juego claras a nivel bilateral/regional y sentando las bases para la cooperación en el marco multilateral.

Posibilidades para profundizar el vínculo

En este sentido, resulta imprescindible avanzar en una respuesta al interés chino, para lo que se requiere definir primero una estrategia de inserción internacional de Argentina, en la que se establezca el rol de China en términos comerciales, económicos y de inversiones.
La agroindustria puede constituirse en la plataforma para avanzar en el relacionamiento bilateral y consolidar el acceso al mercado e inversiones, aprovechando el contexto.
Para lograr esto, Argentina debe presentarse como proveedor confiable de alimentos, otros productos y servicios bio-basados y tecnología agrícola.
Se recomienda que el acercamiento sea regional, utilizando al Mercosur como plataforma de negociación, como estrategia para superar las limitaciones propias de los esfuerzos nacionales que han prevalecido hasta ahora. Incluso la respuesta puede ser en conjunto con los países que conforman la Alianza del Pacífico, aprovechando los fuertes vínculos en materia de comercio e inversiones que existen entre estos con China y el Mercosur.
Como parte de la respuesta regional, debería explorarse la posibilidad de avanzar en un acuerdo comercial. Teniendo en cuenta la experiencia reciente de China en materia de negociaciones, con la firma de acuerdos con cláusulas a medida de su contraparte, y las flexibilidades que otorgan las normas de la OMC para acuerdos entre países en desarrollo.

Existe la posibilidad de alcanzar, en una primera instancia, un tratado comercial con acento en el sector agroindustrial, que contemple las sensibilidades argentinas.
Afianzar la relación con China con un acuerdo de estas características podría implicar beneficios económicos y comerciales, a través del incremento de exportaciones de productos identificados con potencial o de inversiones en áreas estratégicas.
Entre los principales sectores de inversión de China en el extranjero se destacan energía, transporte y agricultura, en donde existen amplias posibilidades de complementación y le permitirían a la Argentina y la región superar importantes desafíos en materia de infraestructura e innovación.

Finalmente, no deben subestimarse los beneficios institucionales que traería una profundización del vínculo a través de algún instrumento legal como un acuerdo. No sólo permitiría consolidar a largo plazo el acceso a mercado conseguido mediante el aprovechamiento de oportunidades coyunturales, sino que permitiría establecer reglas de juego claras con uno los países más importantes, en un mundo que parece alejarse cada vez más del ámbito multilateral.

Fuente: Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

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