Buenos Aires, 27 enero (PR/20) — La estrategia del gobierno de Alberto Fernández es renegociar la deuda con un
período de gracia de ¿cuatro? años, bajando la tasa y extendiendo plazos. El capital no se “toca” y se capitalizan los intereses. En este marco, la pregunta del millón es: ¿Tiene chances de ser firmada una renegociación así?
 Primero, un período de gracia de cuatro años deja a los bonistas sin cobrar un centavo durante todo su mandato, lo cual puede reducir el atractivo de la propuesta en forma importante.
 Segundo, un período de gracia puede leerse como falta de compromiso para hacer un esfuerzo fiscal, lo cual también puede atentar contra el éxito de la re estructuración.
 Tercero, si al período de gracia se le suma una reducción de tasa y una extensión de plazos considerable, la destrucción del valor económico del contrato también es otro desincentivo para sentarse a negociar y “entrar” en la re estructuración.
 Cuarto, dado el período de gracia, la baja de tasa y la extensión de plazos que destruyen el valor económico del contrato, cabe preguntarse: ¿El acreedor no tendrá incentivos a “entrar”, litigar y sentarse a esperar? Muy probablemente haya un porcentaje importante que estén pensando en esta opción.
 Quinto, se va a la renegociación de la deuda sin Presupuesto; o sea, sin un plan de ingresos, gastos y resultado fiscal del Estado Nacional. Los acreedores se sientan a negociar desconociendo la capacidad de repago del deudor; ergo, no se conoce la sustentabilidad de la deuda que se pretende renegociar. Claramente, todo un incentivo para no entrar en la
negociación.
 Sexto, si se pretende un período de gracia de cuatro (dos) años, el gobierno nacional debe presentar un presupuesto plurianual de cuatro (dos) años. En dicho presupuesto plurianual debe mostrar año por año la “construcción” del superávit primario necesario para pagar la deuda una vez terminada la gracia. Sin presupuesto plurianual no hay certeza de capacidad
de repago; todo un incentivo para que los acreedores no entren masivamente al canje.
 Séptimo, si el gobierno se sienta a la mesa de negociación sin presupuesto y sin superávit primario que muestren capacidad de repago, más allá de toda diatriba políticas, la Argentina no está mostrando voluntad de pago.
 Octavo, a mayor período de gracia, más capitalización de intereses, por ende mayor crecimiento del capital adeudado. Ergo, se necesita más superávit primario para que la deuda sea sustentable en términos dinámicos. Otro ingrediente que atenta contra el éxito de la re estructuración.
 Noveno, los bonistas se sientan a la mesa de renegociación sin saber qué pasará con la deuda con el FMI. Es decir, los bonistas se sientan a negociar inmersos en un marco de fuerte incertidumbre. Otra variable que no juega a “favor” de una masiva aceptación de la propuesta.
En este marco, si bien el gobierno nacional declama que pretende firmar un canje de deuda, los hechos estarían mostrando que no se está encarando una estrategia de deuda adecuada para lograrlo. En este sentido y de acuerdo con nuestro análisis, sería muy inocente pensar que se trata sólo desconocimiento o falta de formación. Por el contrario, es parte de una estrategia. En palabras sencillas se podría decir que el escenario probable sería el siguiente: “se firma lo que
el gobierno quiere firmar y hay período de gracia, o no se firma nada”.

La ausencia de presupuesto, el desconocimiento de los números fiscales y la falta de superávit primario reflejan reducida voluntad de pago. Una reducida voluntad de pago tiene dos efectos. Por un lado, hace que los bonistas tengan pocos incentivos a entrar al canje. Por el otro, aumenta la probabilidad que el gobierno declare la cesación de pagos “si no le firman lo que quiere”.
En otros términos, el actual gobierno se sentiría muy cómodo no pagando nada a los bonistas internacionales durante 2020/2023. Si se lo firman, bien; bienvenido sea. Si no se lo firman, consideramos probable que el gobierno nacional declare el default a los bonistasinternacionales. En este escenario, el gobierno nacional obviamente le echará la culpa a los
mercados, bonistas, fondos buitres, etc.
Si se llegara a consumar el default con bonistas, el gobierno nacional se sentaría a renegociar con el FMI, intentando arreglar con los organismos multilaterales. Otra negociación difícil. El organismo multilateral es un prestamista privilegiado (no se puede entrar en default). Ahora bien, los vencimientos de deuda total con el FMI ascienden a usd52.613 MM2 en 2020/2023. En otros términos, los pagos al FMI representan el 38% del total de pagos a los bonistas en 2020/2023. O
sea, cumplir con los pagos al FMI es imposible.

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Fuente: Semanario Económico. Economía y Regiones