Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 53-56

En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron.
Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto y los que lo tocaban se curaban.

 

Reflexión del Evangelio de hoy

Traían a los enfermos adonde estaba Jesús para que los curase

San Marcos nos narra en estos versículos de su evangelio el final de la misión de Jesús en Galilea y nos presenta a Jesús curando enfermos. Él no hace nada, sólo con tocarlo quedan sanos.

En la actualidad la medicina ha avanzado mucho, cuando uno se pone enfermo, lo primero que hace es ir a médico, y eso está muy bien, pero no podemos olvidar que sólo Dios puede devolvernos la salud, por eso hay que acudir a Él con confianza.

Además de las enfermedades del cuerpo, existen otras enfermedades mucho más complejas y no tan fáciles de reconocer por quienes las padecen, son las enfermedades del alma. El hombre que ha sido creado para Dios y cuyo corazón estará inquieto mientras no descanse en Él, como escribió San Agustín, ansía ser feliz, pero busca la felicidad donde no está y se deja atrapar por los espejismos de felicidad, que le conducen la mayoría de las veces a la insatisfacción, y en ocasiones al pecado. Así entra la tristeza en el alma y de ahí se pasa a la depresión.

Los cristianos, que hemos conocido y experimentado el Amor de Dios en nuestra vida y estamos convencidos de que ese Amor nos salva y sana las heridas de nuestro corazón, estamos llamados, como nos dice este pasaje, a llevar a Jesús a los enfermos que están cerca de nosotros. Llevarlos en sus camillas, porque el pecado postra a las personas y las incapacita para acercarse a la fuente de la salvación. En ocasiones será necesaria la ayuda de profesionales, pero otras muchas será suficiente sólo con acercarse a Jesús y tocarlo en el sacramento de la penitencia.

MM. Dominicas
Monasterio de Sta. Ana (Murcia, España)