Por Eduardo Gerome


Buenos Aires, 20 junio (PR/20) — Hoy la gente volvió a reaccionar masivamente y lo hizo en forma espontánea, manifestándose en total orden y guardando las pautas del protocolo sanitario, pero mostrando enérgicamente su rechazo a los atropellos en que incurre el gobierno. La decisión de expropiar e intervenir a Vicentin muestra que se está aprovechando una cuarentena, que se prolonga indefinidamente, para realizar actos que exceden largamente sus facultades y configuran un abuso de poder inaceptable, tal como lo han destacado todos los especialistas en Derecho Constitucional consultados. Indudablemente, esto está enmarcado en el poco respeto a la propiedad privada que tuvo siempre el kirchnerismo. Más aún; nada justifica la urgencia en intervenir en una compañía privada que está en un proceso concursal, para transformar al estado en empresario y hacer caer sobre los contribuyentes los pagos de las deudas de la sociedad. Para peor, el Presidente volvió a su costumbre de pretender humillar a quien lo contradiga y ahora lo hizo con una intachable periodista que le formuló una pregunta con todo profesionalismo y a quien mandó a leer la Constitución. No contento con semejante muestra de desprecio, criticó duramente al juez santafesino que le impidió llevar adelante la intervención diciendo que era disparatada su resolución, a la que calificó de dislate jurídico de magnitud, olvidando que no debe inmiscuirse en causas judiciales, dado que la división de poderes es la piedra angular en una república.

Esto sucede en momentos en que los ciudadanos están sometidos a un aislamiento que dura ya tres meses y que no tiene todavía fecha límite de terminación, con gravísimas consecuencias económicas que afectan a millones de personas y a las que el gobierno las ha enfrentado con la falsa disyuntiva de salud o economía, por cuanto ambos valores deben ser tenidos en cuenta y merecer el adecuado tratamiento. Por otro lado, no pudieron prever las consecuencias de la pandemia en un principio, a pesar de que tenían el ejemplo de lo que pasaba en otros países que la sufrieron previamente, ni tampoco se hicieron los testeos correspondientes de manera oportuna, ni controlaron debidamente a quienes llegaban del exterior portando el virus. Asimismo, no brindan las condiciones para que todos quienes necesitan trabajar para llevar el pan a su casa puedan hacerlo. Mientras tanto, nos enterábamos que se hacían compras con sobreprecios, que no se brindaba información al ser requerida y que quienes pregonaban el aislamiento no lo cumplían, haciendo realidad el dicho haz lo que yo digo pero no lo que yo hago. Da acabada cuenta de ello el abrazo del presidente con el gobernador de Formosa, sin barbijos, o el encuentro multitudinario en Villa La Angostura, en el que también participó el primer mandatario junto con una muy numerosa concurrencia, a cara descubierta y también sin guardar ninguna distancia social.

Esta sumatoria de hechos fue provocando en la ciudadanía un creciente hartazgo ante tanto autoritarismo, en el que la pretendida expropiación de la empresa alimentaria fue el disparador para que muchísima gente saliera a la calle a decir basta. Y hoy, a lo largo y a lo ancho del país, el banderazo fue la forma en que una gran parte de la sociedad le expresó al gobierno que está dispuesta a defender las instituciones de la República y los derechos fundamentales, como la libertad y la propiedad privada. En lugar de hacerlo reflexionar, la lista de los desatinos presidenciales continuó, al calificar de confundidos a quienes participan de las marchas. Hoy, esa gente le dijo que no eran ellos los que se hallaban confundidos y que quien sí lo estaba era el Presidente, al no respetar los límites que la Carta Magna pone a los actos del Poder Ejecutivo. Es de esperar que el grito que hoy dio la sociedad provoque la reflexión de las autoridades para enmarcar siempre las medidas de gobierno dentro de los parámetros que fijan la Constitución y las leyes.

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Fuente: INFOBAE