Buenos Aires, 7 julio (PR/20) — El BCRA transfirió más de $1 billón de pesos para financiar el incremento del déficit fiscal de este año.

Esta situación se agravó con el desplome de la recaudación tributaria por la cuarentena y el enorme incremento del gasto público, para paliar la crisis del coronavirus.

La principal consecuencia es el ensanchamiento del agujero fiscal, dejando un Estado que gastó todo el crédito disponible sin más alternativas que solicitar al BCRA los recursos necesarios.

Al principio la autoridad monetaria atendió las necesidades del gobierno emitiendo. Esto generó una fuerte depreciación del peso, que se observó en un salto de los dólares paralelos. Por ello, desde finales de mayo el BCRA cambió de estrategia. Al contar con acceso al mercado voluntario de crédito que al Tesoro le falta, para financiarlo toma fondos con deuda remunerada, configurando una verdadera “bomba de LELIQs” y pases pasivos. En lo que va del año se aspiraron un total de $894.075 millones por esta vía. Es decir, en pos de no seguir potenciando las presiones cambiarias e inflacionarias en el corto plazo, incrementa peligrosamente sus niveles de insolvencia y la potencial inflación futura. Una maniobra que los funcionarios del actual gobierno, en su momento, criticaron con razón a la anterior gestión.

Si el gobierno no ofrece un plan fiscal y monetario que indique viabilidad en la economía nacional, Argentina asistirá a una aceleración de la inflación creciente, que generará más desconfianza en la moneda. Eso bajará su demanda y aumentará su depreciación, gestando un círculo vicioso. Se requiere un sendero que lleve las cuentas públicas a un superávit fiscal y que el BCRA ofrezca un plan constatable; que de solución a las LELIQs y que no volverá a licuarlas con una fuerte quita de poder adquisitivo de los pesos que tienen los argentinos.

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Fuente: Fundación Libertad y Progreso