Por Julia Luzuriaga

Buenos Aires, 5 octubre (PR/20) — A veces frente a las adversidades vemos todo nublado, hasta que de repente alguna certeza se revela y aparece la esperanza. La de Elena Cataldi se llamó Cate El Tata, su adorado caballo y un ángel en la tierra para su hijo Francisco.

Este rosillo noble y manso enfrentó todos los pronósticos médicos que le decían a Elena que su hijo padecía parálisis cerebral y que por esa condición, quizás ni pudiera sostener su cabeza. Resultó que al poco tiempo de tomar contacto con El Tata, su hijo Panchi -como lo llaman en su familia-, comenzó a evolucionar tanto que ni su madre se explicaba al principio lo que sucedía.

Este inesperado milagro la sumergió en la equinoterapia: Elena abrazó la lucha de tantas otras madres y padres que como ella querían mejorar la calidad de vida de sus hijos. Fundó “Equinoterapia del Azul“, para dedicarse de lleno a la rehabilitación e integración de personas con discapacidad a través de los caballos.

Elena recuerda el momento en el que descubrió el poder de su caballo sanador. “Nos dedicábamos a las tareas rurales y a la cría de caballos criollos en Azul. Allí nacieron mis tres hijos, Santiago, Clara y Francisco. Al poco tiempo de nacer Francisco, le dio un paro respiratorio que le dejó severas secuelas neurológicas. Entonces comenzamos a viajar al instituto Fleni para hacer rehabilitación, y ahí me hablaron de la cantidad de beneficios que tenia el andar a caballo desde el punto de vista motor, emocional y sensorial”, relató a Bichos de Campo.

A partir de ese momento comenzó a darse cuenta de que tal vez tenía la cura para su hijo más cerca de lo que pensaba. “Para mi los caballos eran parte total de mi vida, una pasión y una herramienta de trabajo, pero la faceta terapéutica la conocí a raíz de Francisco y de esta necesidad de rehabilitarlo”, explicó.

Elena comenzó a viajar mucho para hacer cursos y para instruirse en este método terapéutico. Al cabo de un tiempo, aplicándolo en Panchi, notó una mejora sin precedentes. “Superó las expectativas que los médicos tenían para él, porque dado su gran daño neurológico no esperaban que tuviera siquiera control cefálico”.

“Hoy es un chico de 20 años que camina, que corre, que baila, que monta a caballo solo y que hace montones de cosas más”, declaró Elena, para quien sin duda alguna, influyó el hecho de haberlo subido a un caballo con tal sólo tres meses de edad.

La evolución de Panchi fue realmente notable, como afirma su madre. No sólo mejoró su condición motora sino que creció en él un vinculo emocional muy fuerte con los caballos. “Luego de esta devolución médica, salí con una necesidad enorme de que todos supieran que este método realmente ayudaba. Por eso surgió esta fundación, con la idea de llegar a más chicos que quizás no pudieran tener los caballos tan cerca como los teníamos nosotros”, manifestó la madre.

La fundación de equinoterapia nació la localidad bonaerense de Azul, y por eso toma su nombre. Pero en 2008 Elena decidió volver a su tierra natal, a Salta la linda, junto a toda su familia, para seguir trabajando en el campo y en esta fundación que adquirió raíces más profundas.

En 2016, impulsó la ley provincial de equinoterapia. “Salta es una de las 10 provincias del país que cuenta con esta ley, considerada una terapia más, y por eso ya está incluida dentro de las prestaciones médicas obligatorias. Ahora estamos trabajando en conjunto con más de 240 centros de equinoterapia de todo el país, para que salga una ley nacional”, declaró.

Ahora Elena es miembro fundador de la Red Argentina de Equinoterapia, y aseguró que trabajan fuerte para formalizar y ordenar la actividad. “Queremos seguir investigando, compartiendo información y trabajando en conjunto porque es la única forma de crecer”, dijo.

Primicias Rurales

Fuente: Bichos de Campo