Representantes de la Cámara de la Industria Nacional Equina se reunieron con funcionarios del Senasa para impulsar un plan nacional de control de esta grave enfermedad.

La industria equina observa con gran preocupación el lento pero incesante avance de la anemia infecciosa equina (AIE) -también conocida como fiebre de los pantanos-, una enfermedad altamente contagiosa que no tiene cura, que puede tener graves consecuencias en toda la cadena productiva y para cuyo control hace falta un plan de acción integral que involucre a todos los actores. En esa búsqueda trabajan doce instituciones -entre ellas la Cámara de la Industria Nacional Equina

Buenos Aires, 18 de febrero (PR/21) .– “La anemia equina se conoce pero no se tiene conciencia del nivel de daño que le produce a la industria. Cuando aparecen casos resonantes en algún hipódromo todos corren alarmados pero en muy poco tiempo se baja la guardia y la enfermedad sigue latente.

Es una batalla que la enfermedad nos va ganando, hay casos cada vez más cercanos y hay provincias en las que ya es endémica”, advierte Carlos Dodera, presidente de la Asociación de Veterinarios Equinos y de la Comisión de Salud y Bienestar Animal de CAMINE, y agrega que en general se controla solo a los caballos deportivos o a los que van a eventos, pero no hay todavía mucha conciencia en el campo. “Es fundamental la difusión y la concientización de los graves daños que esta enfermedad puede generar en la industria”, remarca.

“Si bien no es una zoonosis, afecta terriblemente a la producción equina, porque incide en la longevidad y sobre todo en la performance. Los mismos productores tenemos que ser custodios, tenemos que ser muy responsables para controlarla”, afirma Raúl Etchebehere, presidente de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos y miembro de la Comisión Directiva de CAMINE, y remarca: “Como criadores de caballos criollos somos muy estrictos en la sanidad. En mi establecimiento, a todo lo que se mueve se le hace análisis de sangre, y todo animal que ingresa para servicio o lo que fuera, le hacemos análisis, no queremos correr ningún riesgo”.

El principal peligro que se corre es dañar a una valiosa industria a cielo abierto. Un caballo deportivo que tiene un enorme valor agregado, que pasó por instancias de doma y entrenamiento durante años, involucrando el saber de muchas personas para alcanzar altísimos valores internacionales, puede caer inmediatamente a un valor de descarte.

“Uno de los riesgos es la pérdida de valor de los caballos. También entra en juego la pérdida de mercados de exportación. A pesar de que todos los caballos que se exportan se testean, los países podrían ponerse exigentes y dejar de importar caballos provenientes de países con anemia infecciosa equina”, explica María Barrabegui, investigadora del INTA y profesora de Enfermedades Infecciosas en la escuela de veterinaria de la Universidad del Salvador. Sus palabras cobran mayor importancia si se considera que la Argentina exporta caballos por 30 millones de dólares anuales y tiene potencial para aumentar exponencialmente ese valor.

Según explica Barrabegui, quien también forma parte de la Comisión de Salud y Bienestar Animal de CAMINE, la infección se transmite principalmente por insectos vectores como el tábano, y el segundo transmisor es el hombre a través de la vacunación con agujas infectadas.

“Cualquier veterinario conoce muy bien el problema de la anemia infecciosa equina porque nos llega a todos”, asegura Barrabegui, y advierte: “Los caballos deportivos están testeados y figuran en el sistema pero tenemos una gran población de caballos que no están testeados, y hay zonas del país, sobre todo en el norte o el Litoral, en las que la anemia es una enfermedad endémica. No hay recetas para su control, pero hay varios frentes que se podrían abordar y hay muchos actores que deben actuar en conjunto: productores, laboratorios, transportistas, funcionarios…”.

Entre las medidas que propone CAMINE para todos los participantes de la industria equina se destacan las siguientes:

-No utilizar la misma aguja en distintos animales.

-Exigir libreta de certificado de libre de anemia vigente a todos los caballos que ingresen a su establecimiento.

-Si va a mover caballos, realice antes el test de AIE en un laboratorio autorizado por el Senasa.

-Si sus caballos no tienen movimiento, realice un análisis a todo su rodeo al menos una vez al año.

-No comparta elementos de montar que pueden contener sangre, como frenos o espolines. En caso de ser necesario, lávelos y desinféctelos previamente.

-Denuncie los casos positivos y dé aviso a todos los productores equinos cercanos.

-Intente evitar, especialmente en épocas de calor, las zonas de pantanos, los bajos, las ciénagas y bañados donde abundan los tábanos y otros insectos vectores.

 

Esta enfermedad no tiene cura y un caballo con anemia puede contagiar a todos los caballos cercanos. La única manera de cuidar el valor, ya sea afectivo o económico, es realizando el manejo correcto del ganado; haga análisis, cuide su producción, cuide nuestra industria.

La prevención, el control y la denuncia son las únicas soluciones para controlar este virus.

A la anemia la frenamos juntos entre todos.

Hagámoslo por el caballo argentino.

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