Por Fernando Bertello *

Buenos Aires, 18 de setiembre (PR/21) .– “Militante Peronista, Abogado, Hincha de Boca”. En ese orden, así se define en su cuenta de Twitter Julián Domínguez, de 57 años. Se trata del hombre que, tras haber sido ministro de Agricultura de la Nación entre 2009 y 2011, vuelve a ese puesto en reemplazo del saliente Luis Basterra. Fue el lugar desde donde, con una exposición pública importante, luego saltó a diputado nacional y presidente de la Cámara baja entre 2011 y 2015. Ese último año, perdió la interna con Aníbal Fernández para la candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Oriundo de la ciudad bonaerense de Chacabuco, mientras era diputado bonaerense por el entonces Frente para la Victoria fue designado por la expresidenta Cristina Kirchner como ministro de Agricultura. Hasta ese momento, la cartera era una Secretaría y la actual vicepresidenta de la Nación, necesitada en esa oportunidad de tratar de encauzar la pelea con el campo que seguía abierta tras el conflicto por las retenciones móviles en 2008, lo eligió a Domínguez.

Fue un nombramiento netamente político para que Domínguez tratara de contener a la Mesa de Enlace del campo. A fuerza de charlas con mate de por medio y un trato ameno con los entonces dirigentes, aunque no logró revertir las intervenciones que por ese entonces ya estaban en los mercados del agro, al menos cumplió el objetivo de frenar al gremialismo rural.

Domínguez, que no era un hombre conocedor al dedillo del sector, no obstante buscó rodearse de técnicos en la materia. Así, por ejemplo, lo llevó a Lorenzo Basso, en ese momento decano de la Facultad de Agronomía de la UBA como secretario de Agricultura.

En medio de las tensiones con las entidades del agro, buscó aproximarse a Federación Agraria Argentina (FAA), en ese momento liderada por Eduardo Buzzi. Fue una forma de intentar también quebrar el frente interno en las entidades. Con FAA firmó un acta de compromiso en 2011 para la construcción de un monumento por los 100 años del “Grito de Alcorta” de 1912 que dio origen luego a la entidad.

Cuando fue ministro, también apuntó a fomentar un movimiento del agro cercano al Gobierno. Así, por ejemplo, nació la Corriente Agraria Nacional y Popular (Canpo), que se lanzó en un acto en el Luna Park con Cristina Kirchner y el chaqueño Palavecino cantando por su parte sobre el escenario.

De Domínguez siempre se supo de su buen vínculo con Jorge Bergoglio, el Papa Francisco. Si bien hace un tiempo venía circulando su nombre como posible reemplazo del saliente Basterra, comenzó a mostrarse en público en el último tiempo, lo que generó rumores. Hace unas semanas, participó del seminario Experiencia IDEA Agroindustria.

Allí hizo una suerte de autocrítica sobre la política. “El problema que tenemos es que nuestra dirigencia no entiende el campo argentino”, dijo este político que hasta el momento se estaba desempeñando como asesor del gremio SMATA.

Entre otras cosas, Domínguez en su gestión impulsó un plan de incremento de la producción. Fue el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindusrial (PEA). Se elaboró con consultas a decenas de organizaciones y se lanzó en 2010 con un escenario hasta 2020.

Entre otras metas, buscaba “el aumento en la superficie sembrada para granos de 33 millones de hectáreas en 2010 a 42 millones de hectáreas en 2020, representando un incremento del 27% con respecto al año base 2010”. Para destacar, este año está prevista una superficie de 34 millones de hectáreas, por debajo del objetivo del PEA.

En tanto, en materia de cosecha apuntaba a pasar de 100 millones de toneladas a 157,5 millones de toneladas de granos.

Ahora, igual que aquella oportunidad por una necesidad política de Cristina Kirchner, y en medio del malestar actual del campo por el cepo para exportar carne, Domínguez vuelve a tratar de ponerse el traje de contener al sector. Y, quizá, para potenciarlo según dejó entrever en Experiencia IDEA Agroindustria como desafío.

Fuente: La Nación

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