Buenos Aires, 2 de marzo (PR/22).-  En los últimos dos años el mundo de la música ha debido de sufrir en silencio la inhibición de la presencialidad alrededor del mundo. Como muchas actividades sociales y económicas, los recitales tuvieron que adaptarse al contexto de pandemia o desaparecer. Aunque muchos artistas se sumaron al movimiento del concierto virtual y remoto, fanáticos alrededor del mundo coinciden en que estos eventos no constituyen un sustituto apropiado de la experiencia en vivo y en directo.

Finalmente, en 2022, los artistas vuelven a ponerse en circulación. La gradual vuelta a la normalidad ha traído consigo la llegada de numerosos artistas internacionales a Argentina como Dua Lipa, Coldplay, Justin Bieber, Metallica, Maroon 5, entre otros. Los festivales como el Lollapalooza, Cosquín Rock y Quilmes Rock también hacen su gran esperado regreso.

Sin embargo, como muchas actividades que resurgen de entre los escombros, la sociedad mira con un ojo más crítico el impacto ambiental que poseen los recitales. Muchos artistas y organizaciones aprovechan el escrutinio para invertir mayores esfuerzos en reducir la huella de carbono de sus giras y concientizar a la audiencia para poner en práctica un comportamiento más amigable y sostenible con el ambiente.

El impacto ambiental de los festivales musicales

Al recordar un recital, es común rememorar imágenes de recintos repletos de aclamantes fanáticos moviendo sus cuerpos al ritmo de la música. Para un ambientalista, no obstante, la imagen más llamativa debe ser la que persiste una vez que el recital acaba: el cementerio de botellas de vidrio, vasos descartables, y colillas de cigarrillo que quedan detrás.

Además de estos residuos inorgánicos, que dejan el terreno propenso a incendios forestales, los eventos musicales en vivo también generan gran cantidad de residuos orgánicos. Incluso los desechos fisiológicos han demostrado ser perjudiciales en estos contextos, por contener una alta concentración de sustancias químicas, consumidas normalmente por los asistentes, que se filtran y eventualmente dañan los ecosistemas locales.

Más allá de los contaminantes generados en el recinto, el segundo de los contribuyentes más grandes a la huella de carbono de los recitales en vivo es el transporte. Los conciertos y festivales musicales suelen realizarse en zonas suburbanas, lo cual suele implicar mayores tramos recorridos por los asistentes.

Otra gran problemática es el consumo de energía, normalmente proveniente de fuentes no renovables, que se utiliza para darle vida al show desde las luces, el sonido, los efectos especiales, etc.

Un ejemplo claro de la incidencia que estos eventos tienen sobre el ambiente es el caso de la masiva gira de U2, realizada entre 2009 y 2011, conocida como el 360° Tour. Con una participación de 7,2 millones de personas en todo el mundo, la gira originó una huella de carbono equivalente a la que sería producida en un viaje de ida y vuelta a Marte. Afortunadamente, la tecnología y las inversiones en el desarrollo de estrategias sustentables para el montaje de shows en vivo han avanzado mucho desde entonces, y junto con ellos han surgido nuevas y más numerosas iniciativas por parte de los artistas para mantener medido su impacto.

La respuesta de la industria musical: Green Touring

Green Touring, o Gira Verde, es un término que se empezó a utilizar para describir a las giras musicales que buscan reducir su impacto ambiental en la mayor medida de lo posible. Aunque la crisis climática ha empujado el movimiento al escenario mainstream recientemente, lo cierto es que este fenómeno data desde inicios del siglo XXI, con Neil Young como el principal pionero. Desde 2004, Young aboga por soluciones más ecológicas, incluyendo el empleo exclusivo de medios de transporte alimentados por biocombustibles.

Hoy en día existen organizaciones sin fines de lucro especializadas en conciertos ecológicos como Reverb o CHOOOSE que colaboran con cada vez más famosos artistas para implementar soluciones ecológicas. Entre los colaboradores de Reverb, por ejemplo, se encuentra Billie Eilish, cuya siguiente gira mundial prohibirá a los recintos distribuir pajitas de plástico y les exigirá estar equipados con estaciones de agua para recargar botellas reutilizables, proyectando así reducir más de 35 mil botellas de plástico descartables de sus shows.

Uno de los proyectos más refinados y avanzados hasta el momento es la gran propuesta de Coldplay para su gira en 2022, The Music of the Spheres World Tour. El proyecto presenta un grado de detalle y desarrollo inédito. Entre los numerosos compromisos de la banda se encuentra el objetivo de reducir las emisiones de carbono de la gira en un 50% en comparación con su último tour en 2016-2017, y en contribuir a reducir más CO2 del que la gira produce apoyando proyectos de reforestación, conservación, generación del suelo, y energía renovable, entre otros. En línea con estos principios, se proponen plantar un árbol por cada boleto vendido, que en la actualidad ya son más de dos millones.

En lo que respecta a las emisiones producidas por el transporte, además de trazar una ruta para minimizar los viajes en avión, todos los vehículos empleados serán alimentados por electricidad o biocombustibles y se buscará adaptar el show para utilizar la mayor cantidad de equipamiento y recursos locales posible. Además, desarrollaron una app en colaboración con SAP para motivar a los fans a utilizar transporte bajo en carbono para ir y regresar de los shows a cambio de un código de descuento.

También se han enfocado en el desarrollo de nuevas tecnologías y prácticas para alimentar el show con energía renovable de muy bajas emisiones. Entre las fuentes de energía disponibles para recargar las baterías móviles que darían vida al evento, desarrolladas en colaboración con BMW, se encuentran las instalaciones solares, aceites de cocina vegetales reciclados, e incluso un piso de estadio y bicicletas cinéticas para que el propio movimiento de los fans aporte energía al show.

Los residuos también serían minimizados asegurándose de que los materiales proveídos, desde los vasos, pulseras de ingreso para los fans, y packaging del merchandising de la banda, sean reciclables y libres de plástico.

¿Qué podemos hacer desde nuestro lado?

Aunque el esfuerzo creciente de los artistas y responsables por la organización de los eventos musicales en vivo es admirable, el éxito de estas iniciativas depende de la participación y colaboración de la audiencia. Desde nuestro lado, contamos con formas de cuidar las repercusiones que los recitales poseen sobre el ambiente contribuyendo, no sólo a medir la contaminación, sino a que nuestros artistas favoritos alcancen sus metas de sostenibilidad.

El componente principal para reducir nuestra huella de carbono es el transporte. Por ello, es esencial intentar minimizar las emisiones tomando alternativas de transporte bajas en carbono o compartiendo transporte con la mayor cantidad de personas posible. Si se asiste al evento desde largas distancias, es primordial intentar evitar los viajes en avión en la medida de lo posible. Si el viaje en avión es menor a dos horas, optá por el viaje en carretera.

Es importante, además, eliminar nuestro rastro de residuos. Llevá tu propia botella reutilizable para tomar agua y si fumás procurá guardar las colillas en una botella de vidrio u otro recipiente y desechalas al llegar a casa. Adicionalmente, evitá que tus desechos fisiológicos acaben en lugares naturales que no tienen la capacidad de filtrar las sustancias tóxicas que tu orina podría tener.

Por último, concientizá. Si vas al recital o festival con amigos o familia, invitalos a seguir estas pautas y velar por la sostenibilidad de la organización de festivales musicales.

Por: Romina Morguen, Voluntaria del Área de Comunicación del Centro de Desarrollo Sustentable GEO de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.