El “Tractorazo” es más que una protesta Fiscal

Buenos Aires, abril 26 (PR/22) .- El 23 de abril se produjo una protesta motorizada por productores agropecuarios, llegando a manifestarse en la Plaza de Mayo con un símbolo del desarrollo del país: los tractores. Quizás lo más evidente es el reclamo por la alta y creciente presión fiscal. Pero también existe el hastío de ser definidos por parte de la política como un grupo de oligarcas, millonarios, con un negocio que nunca pierde plata y que tiene rentas “extraordinarias o inesperadas”, de gente poco solidaria con el resto de los argentinos, a la que sólo le interesan sus intereses particulares, que contaminan el ambiente con productos químicos y organismos genéticamente modificados y que no quieren el desarrollo de la industria. Un poco mucho. Todos argumentos falaces para justificar acciones de gobierno y ensanchar la grieta entre sectores sociales. Lo cierto es que esta protesta es compartida por muchos ciudadanos, que realizan distintas actividades, que tratan cada día de emprender proyectos, de comprometerse con su trabajo, que son socialmente responsables y que ven cada día cómo nuestro país se inunda de pobreza y de falta de expectativas. La cadena agroalimentaria es mucho más que “el campo”. Es industria y servicios. Es empleo directo e indirecto. Es generación de exportaciones y de dólares, es productora de alimentos y energía. Es cultura y es arraigo. Y es una gran pagadora de impuestos. La suma de la presión fiscal nacional, provincial y municipal en el agro se acerca al 65% del resultado, pero esto es similar también a lo que le ocurre a empresas de otros sectores productivos. Le pasa a todos. Para parte de la política no hay impuestos que alcancen, ya que su “negocio” es un Estado grande y gastador. El tractorazo es un mensaje a los gobernantes actuales y futuros: estamos vivos, no somos víctimas, estamos orgullosos de lo que hacemos, no estamos dispuestos a regalar nuestro esfuerzo, queremos ser parte de esa “Argentina posible” en la que todavía creemos. Escuchen.

LA INVASIÓN SIGUE
El ataque de Rusia a Ucrania continúa. Una pelea injusta y desigual. La vemos como un espectáculo lejano y al que de a poco se le va restando atención. Pero la guerra sigue. Y qué final tendrá: ¿una Rusia victoriosa sometiendo y anexando a un país libre o una Ucrania liberada con un dictador derrotado? A largo plazo generará impactos que todavía desconocemos, más allá de los efectos a corto plazo sobre el valor de los alimentos y la energía.

Mercados Alterados… ¿Qué hacer?
El mercado de granos y el de insumos sigue con señales distorsivas. La guerra en Ucrania y el cierre por pandemia en ciudades de China (con barcos y containers detenidos en los puertos) han potenciado los ruidos comerciales. Han ayudado a sostener los altos precios de los commodities, han encarecido los fletes, han hecho subir a valores inéditos los fertilizantes y sostienen el precio de los agroquímicos en el doble o el triple de lo habitual. Muy difícil hacer pronósticos, pero todo indica que a corto plazo (campaña agrícola 2022-2023) este escenario tiende a sostenerse, siendo conscientes de la volatilidad que enfrentaremos. Las dos preguntas más escuchadas: ¿Vendo granos ahora o espero? ¿Compro insumos ahora o espero? Por supuesto que parte de estas preguntas se responden solas cuando existen restricciones financieras que las condicionan (necesito la plata entonces vendo) o biológicas (necesito ahora el insumo entonces compro). Pero habiendo libertad…qué conviene? No tenemos recetas, pero sí algunas reflexiones y acciones que surgen en las empresas con las que trabajamos.

Con un escenario donde los granos parece que se mantendrán en una “franja” de valores altos, no parece haber urgencia para vender. Sí es aconsejable tomar coberturas a través de opciones o bien fijar precios a futuro para disminuir riesgos a la baja. Esperar puede tener la ventaja especulativa de que el gobierno está acelerando la devaluación del tipo de cambio, lo cual tenderá a mejorar el precio en pesos. Un buen motivo para vender puede estar asociado a tener un buen destino para el uso de los pesos que se generen. Básicamente comprar “cosas” que están dolarizadas, tales como adelantar pago de arrendamientos que no estén en valor grano, comprar insumos, repuestos o maquinaria, o dólar MEP si existe capacidad de ahorro a mediano plazo. La alternativa de especular vendiendo granos y generando pesos a invertir en plazo fijo o fondos de inversión al 45% anual o más, pensando que esta tasa irá por encima de la tasa de devaluación, lo vemos como parte de una estrategia lógica del destino de los fondos.

Respecto a si conviene comprar insumos, hay que diferenciar de cuál de ellos se habla. En el caso de semilla de girasol y en menor medida de maíz, quizás convenga acelerar la compra ante posibles faltantes, aunque los valores parecen altos (sobre todo en girasol). En el caso de agroquímicos, más allá de algún posible faltante de marcas específicas, pareciera que los precios actuales se van a sostener altos pero no van a seguir subiendo, lo cual permite adecuar la estrategia de compra a la decisión de venta de granos o de posibles excesos de liquidez. Además de que las empresas y las tarjetas agro sostienen financiamiento a tasas “razonables” o al menos por debajo de la inflación esperada, lo cual genera una alternativa interesante. Los fertilizantes son un caso aparte: valores por las nubes, amenaza de faltantes, falta de financiamiento y obligación de recibirlos a corto plazo (los vendedores en general no ofrecen almacenaje luego de la compra) hacen un combo complicado. La estrategia de cambiar granos disponibles por fertilizante hoy parece la mejor alternativa, pero es difícil hacer una recomendación de tipo general.

Por último está la problemática del gasoil que empezó a escasear hasta que subió el precio y apareció. O se ajusta por precio o se ajusta por cantidad, principio básico de la economía. El impacto en el costo de los fletes ya se está sintiendo, lo que en algunos casos está modificando la estrategia de logística, embolsando en los campos más de lo previsto para evitar fletes cortos y luego negociar el largo.

En resumen, el menú de opciones es variado y diversificar estrategia de compra y venta hoy parece lo más acorde para estos mercados alterados que se enfrentan.

La Macro en la Micro de las Empresas
La inflación del 6,7% de marzo y una anualizada que nadie espera por debajo del 60% o 70% están marcando la cancha. Un riesgo país arriba de los 1800 puntos y un crecimiento real del PBI proyectado para este año cercano a cero (lo que se crezca será arrastre estadístico del 2021) forman un entorno bastante deprimente. Nada nuevo sin dudas, pero poco alentador. La emisión de dinero del Banco Central ha disminuido hasta ser casi cero por ahora, con el gobierno utilizando a la inflación como aliada en la recaudación de pesos. El bajo nivel de reservas hace poco probable que se flexibilicen los cepos de todo tipo. Las restricciones a las exportaciones de carne, trigo y maíz van a seguir con la excusa de “desacoplar” los precios internos de los internacionales. Las medidas económicas, luego del acuerdo con el FMI, parecen ser más de lo mismo: repartir dinero a una parte de la sociedad y presentar proyectos para cobrar nuevos impuestos. Que esta política haya demostrado que no funciona no parece importarle al ministro de Economía o, si le importa, pareciera no tener más instrumentos para ofrecer. En la micro, las empresas agrícolas tratan de tener pocos pesos expuestos a la inflación, vendiendo granos en función de necesidades de caja o para aprovechar alguna relación insumo/producto. Las empresas ganaderas que venden salen rápido a comprar terneros u otra categoría para “seguir en carne” más allá de la lógica económica del negocio. Las empresas lecheras, que generan liquidez mensual, haciendo malabares para hacer buen uso de la misma, con costos dolarizados que afectan mucho la ecuación económica. Todos viendo de aprovechar algunos créditos bancarios o comerciales con tasas por debajo de la inflación. Revisando los planes de siembra para buscar un equilibrio entre margen posible y costo de la inversión. Con inversiones en estructura demoradas en general, salvo las que están en marcha y muy asociadas a dar mejoras en la competitividad. Sosteniendo los equipos de gente a partir de comprender el deterioro de los salarios. Tomando decisiones aún en un entorno complejo, porque las empresas no pueden parar.

Negocio Ganadero
Más allá de la volatilidad natural, los precios de los terneros siguen firmes y en suba, alcanzando valores de 400 $/kilo y demandados. Con un novillo gordo en el orden de los 300 $/kilo que también aparece demandado por la industria. Consumo interno en los 45 kilos/habitante por año y sin repuntar, con precios al mostrador que suben al ritmo de la inflación. Con exportaciones con menores restricciones (menores, no nulas) que sostienen el 25% del mercado. Mercado de vacas a China muy activo y con valores al productor en el orden de los 200 $/kilo. La actividad cría mostrando valores de preñeces a nivel país por debajo de lo esperado, resultado de un verano seco y con mala base forrajera en muchas regiones. Invernada intensiva aún con márgenes económicos difíciles por los altos costos y una relación flaco/gordo poco atractiva. Esto hace que haya subocupación en los feed lots, lo que puede llevar a disminuir la oferta futura de gordo. Stock de cabezas a nivel nacional con leve reducción del 1%, mostrando el poco estímulo a que esta actividad siga creciendo. El negocio potencial ganadero está vivo, con muchas empresas manejando con eficiencia sus rodeos, pero adaptando su planteo a las expectativas actuales.

Negocio Lechero
El precio de la leche aceleró la suba un 7,2% en el mes, con un precio Siglea de marzo que fue de 40,42 $/litro (561,17 $/kilo de sólido). En un año aumentó casi un 55%, en línea con la inflación pero muy por debajo del aumento de costos (sobre todo los costos de alimentación). En abril se espera otro aumento de precio que aliviaría un poco lo estrecho de la rentabilidad actual. La producción acumulada de litros a nivel país subió un 1,6% en el período enero-marzo versus mismo período del año anterior (fuente: OCLA), lo que podría llevar la producción anual cerca de los 11.000 millones de litros. La cantidad de tambos tiende a decrecer levemente, aunque se mantenga el stock de vacas en ordeñe. Los caminos rurales descuidados generan pérdida de competitividad y dificultades para sacar la leche, con poco compromiso provincial y municipal para corregirlo. Las exportaciones siguen activas, con un mercado internacional pagando más de 4000 u$s la tonelada de leche en polvo, una buena oportunidad que aparece para el negocio y para la generación de divisas.. La lechería, como solemos repetir, es una actividad que puede generar empleo de calidad, requiere inversión permanente y cuenta con muchos conocimientos y talentos en el sector. Eliminar el 9% de impuesto a las exportaciones y cualquier restricción en el mercado interno permitiría recorrer un camino de crecimiento que hoy está frenado, o al menos a media máquina.

Fuente:  Zorraquin + Meneses

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