Autor/es: Gustavo Néstor FerrarisLucrecia Couretot (Desarrollo Rural INTA Pergamino), Mirta Toribio (Profertil S.A. Investigación y Desarrollo) y Ricardo Falconi (El Ceibo Cereales S.A.). Argentina

A nivel productivo, las deficiencias de nitrógeno (N), fósforo (P) y azufre (S) no ocurren de manera aislada sino que se combinan de diversas maneras, por lo que es necesario evaluar integralmente la respuesta a la fertilización y conocer su efecto sobre la fertilidad edáfica de los suelos. Con el propósito de estudiar la evolución en el tiempo de los rendimientos, el balance de nutrientes y las propiedades químicas del suelo se diseñó un ensayo de estrategias de fertilización NPS en la secuencia maíz-soja-trigo/soja-cebada/ soja (Mz-Sj-Tr/Sj-Ce/Sj).

El proyecto se inició en la campaña 2006/07, con maíz como el primer cultivo, llegando a dos ciclos completos de la rotación en la campaña 2013/14. En este escrito se reporta el efecto de las diferentes estrategias de fertilización NPS sobre: 1) el rendimiento de Trigo/ Soja 2013/14; 2) los rendimientos acumulados, el balance de nutrientes y su nivel final en el suelo luego de ocho años (2006/07-2013/14); 3) la eficiencia de recuperación de P; y 4) la rentabilidad.

Materiales y métodos

El ensayo es conducido en la localidad de Arribeños, partido de General Arenales. Se plantea en un diseño en bloques al azar, con cuatro repeticiones, integrando una rotación de seis cultivos en cuatro años (M-Sj-T/Sj-C/Sj). Cabe aclarar que en el segundo ciclo de la rotación se cambió Trigo/Soja por Cebada/Soja en el orden. El inicio de la secuencia se realizó con el cultivo de maíz, durante la campaña 2006/07, culminando dos ciclos con el doble cultivo Tr/Sj en la campaña 2013/14. Los tratamientos implican cinco manejos diferentes de fertilización, donde los fertilizantes son agregados en cobertura total al momento de la siembra (Tabla 1).

Los fertilizantes fosforados y azufrados se aplicaron al voleo al momento de la siembra del cultivo de trigo. Como fuentes se utilizaron superfosfato triple de calcio (0-20-0), superfosfato simple de calcio (0-9-0-12S) y urea granulada
(46-0-0).

Determinaciones realizadas

En el suelo

Previo a la siembra de trigo se obtuvieron muestras de suelo de 0 a 20 cm. De cada parcela, en cada uno de los bloques, se extrajo una muestra compuesta, y sobre ella se determinó el pH y los contenidos de materia orgánica (MO), P extractable (Bray I), N total, N-nitrato y S-sulfato.

En el cultivo

A cosecha se evalúan el rendimiento de los cultivos y sus componentes, número y peso de los granos. En una muestra de grano de cada parcela se cuantificó el contenido de N, P y S. Con los datos de rendimiento, concentración de nutrientes en grano y dosis aplicada de los mismos se realizó un balance de nutrientes.

Resultados y discusión

A. Efectos sobre los rendimientos del año. Trigo/soja. Campaña 2013/14

Durante la campaña 2013/14, se determinaron  diferencias significativas en los rendimientos de trigo (P=0.0006) y soja de segunda (P=0.0004). Tanto en trigo como en soja, los tratamientos T3 a T5 superaron al testigo. Los rendimientos máximos fueron alcanzados en los tratamientos T2 a T5 para trigo, y en T4 y T5 para soja de segunda (Figura 1). Las diferencias de rendimiento entre el tratamiento de máxima fertilización y el testigo alcanzaron un 113% en trigo y 46.5% en soja de segunda, reflejando el efecto acumulativo de las estrategias sobre la fertilidad de los suelos y, como consecuencia, sobre los rendimientos.

El escenario de esta campaña contrasta con la anterior correspondiente a igual secuencia (Tr/Sj 2da de 2008/09), afectado por la particular sequía durante el ciclo de ambos cultivos.

B.Efectos sobre los rendimientos acumulados, el balance de nutrientes y su nivel final en el suelo luego de ocho años: 2006/07-2013/14. 

La productividad acumulada de la secuencia –doce cultivos en ocho campañas- mantuvo su tendencia consistente en ampliar la diferencia entre tratamientos conforme el paso del tiempo. Así, mientras el testigo acumuló 36 924 kg grano ha-1, el tratamiento T5 de reconstrucción llegó a 57 952 kg ha-1, siendo la brecha de rendimiento de 57% (Figura 2).

Con los datos de concentración de nutrientes en grano, los rendimientos y la dosis aplicada de cada uno de ellos es posible estimar el balance para cada tratamiento (Tabla 2). El balance de N fue negativo para todas las estrategias, incluso considerando el aporte por fijación biológica (FBN). Aun ponderando los ingresos vía este mecanismo, los balances variaron desde -288 a -562 kg N ha-1. Aunque el balance de N en los cultivos de gramíneas tiende a ser neutro o positivo (datos no mostrados), el cultivo de soja -al no fertilizarse con N- genera los mayores balances negativos, dado que la FBN cubre aproximadamente la mitad de la demanda del cultivo (Collino et al., 2007). En P y S, los tratamientos testigo y de tecnología de uso actual (T1, T2) reflejaron un balance negativo,

mientras que en aquellos de reposición se sobreestimó la extracción del nutriente dando como resultado un balance positivo (T3, T4, T5) (Tabla 2).

La evolución en el tiempo de la concentración de P Bray-1 en suelo (Figura 3) reflejó las tendencias observadas en los balances de Tabla 2.

Incrementos muy notables en el P Bray-1 como resultado de un balance positivo de P fueron documentados por Mallarino y Prater (2007), quienes postulan que la tasa de incremento de P en suelo es superior en el rango medio de disponibilidad, y que una vez alcanzado un nivel alto es necesario agregar mayores dosis de P para mantener/ aumentar su concentración en el suelo, por el permanente pasaje de P en solución o adsorbido a fracciones más estables.

El contenido de MO, N total y el pH no manifestaron cambios importantes, aunque el testigo fue el tratamiento con menores niveles finales de MO y pH más alto, de acuerdo con su menor aporte de residuos, menor exportación de bases y la ausencia de efecto acidificante de los fertilizantes (Tabla 3). Es probable que los plazos abarcados por esta experiencia sean todavía breves para reflejar efectos de mayor magnitud.

La relación entre el balance de P (Tabla 2) y el P Bray-1 determinado en el suelo al final de la cosecha (Figura 3, Tabla 3) permite estimar la tasa de cambio en función de la extracción o reposición del nutriente. En la Figura 4, la inversa de la pendiente que relaciona estos parámetros indica la dosis de P o balance negativo necesario para variar en 1 mg kg-1 el nivel del análisis de P Bray-1 en el suelo. De acuerdo con este análisis, por cada 5.4 kg P ha-1 por sobre o debajo de lo extraído por cosecha, el nivel de P en suelo cambiaría en una unidad. Esta tasa de cambio ha bajado en los últimos años, luego de alcanzar un máximo de 11.9 kg P ha-1 en 2009, luego del tercer año de ensayo. Es probable que la acumulación de fracciones lábiles de P sature cargas positivas y disminuya así la retención/fijación del P aportado mediante fertilización, permitiendo ganancias de P marcadas en las estrategias ubicadas en el lado positivo del balance. En otros experimentos fue observado un rango de variación relativamente estable a lo largo del tiempo (Messiga et al., 2010).

La pendiente de la relación entre nivel final de P y balance es más consistente y presenta mayor ajuste en el rango de balance negativo en comparación con el lado positivo, donde se observa una mayor variabilidad de datos (Figura 4). En algunos casos, particularmente provenientes de los años 2012, 2013 y en menor medida 2014, pareciera dividirse la pendiente, siendo de menor magnitud en los procesos de ganancia de P que en los de pérdida. Este comportamiento dual fue observado por Ciampitti (2009), a partir de ensayos conducidos en el sur de Santa Fe, sobre suelos similares a los de este sitio experimental. Sin embargo, si en el presente ensayo se particiona la pendiente de la relación, no difieren de una pendiente única, por lo que se decide mantener esta última (P>0.10).

 

Eficiencia de recuperación de P según cultivo y estrategia de fertilización

En función de la dosis de P aplicada, los rendimientos y la concentración de P en grano se calculó la eficiencia de recuperación del fertilizante aplicado. Para ello se transformaron los valores de P en grano a P en planta entera según los índices de cosecha de P propuestos por IPNI (2013). La eficiencia de recuperación de P en planta entera osciló entre 0.24 y 0.36, siendo menor en la medida en que aumentó la dosis aplicada (Figura 5). Los cultivos mostraron una capacidad variable de recuperación del fertilizante aplicado (Figura 6). El comportamiento general muestra una mayor eficiencia en cultivos de verano con relación a los de invierno, entre los de primera siembra. En campañas climáticamente similares, el maíz del quinto año asimiló mayor proporción de fertilizante que el del primero, probablemente a causa de la acumulación de fracciones lábiles de P con las sucesivas fertilizaciones. En cambio, la soja absorbió en planta una proporción similar entre la campaña 2007/08 y 2011/12, aunque esta última fue notoriamente más seca que la primera. La soja de segunda fue el cultivo con menor eficiencia de captura del P agregado en la secuencia –fue aplicado antes del cultivo de

invierno- afectado por la mayor capacidad de la gramínea para absorber nutrientes, su siembra en segundo lugar después de la fertilización, y los períodos secos que suele atravesar un cultivo de segunda sin barbecho previo. Por último, el trigo y la soja de la campaña seca 2008/09 recuperaron muy poco fertilizante en comparación con la cebada/soja de los ciclos húmedos 2009/10 y 2012/13, o la misma secuencia de trigo/soja en la campaña 2013/14 (Figura 6).

Rentabilidad de la fertilización

En la Figura 7 se muestra la distribución del ingreso entre inversión en fertilizantes y rentabilidad de la misma, acumulada luego de 8 años, actualizando los precios de cereal y fertilizantes a Noviembre de 2014. La fertilización fue económicamente rentable. La estrategia de mínima o uso actual (TUA-T2) alcanzó menor rentabilidad que aquellas de reposición o reconstrucción. Estas últimas evidenciaron una rentabilidad similar entre sí. De este modo, el T3 (Reposición PS para rendimientos moderados) expresó mayor retorno a la inversión, pero el aporte adicional especialmente de P para reconstrucción significa una capitalización, por el mayor nivel de P en suelo y los aportes de C (carbono) adicionales derivados de mayores rendimientos.

CONSIDERACIONES FINALES

* Las estrategias de fertilización impactaron en los rendimientos, modificaron el balance de nutrientes y este a su vez correlacionó fuertemente con los niveles finales de P en suelo.

* Las diferencias en producción de granos entre estrategias se amplían campaña tras campaña. Así, la diferencia entre los tratamientos T5 y T1 alcanza luego de 8 años y 12 cultivos a un 59.3 %.

* Para P y S, estrategias pensadas como de reposición finalmente resultaron ser de reconstrucción. Por este motivo, antes de evaluar la viabilidad técnica y económica de un esquema de fertilización, es importante cuantificar los niveles de entrada y salida de nutriente para un sistema productivo y ambiente en particular.

* Diferentes dosis de aplicación de nutrientes generaron cambios previsibles de su disponibilidad en el suelo. Luego de ocho años de experimentación, la tasa de cambio fue de 1 mg kg-1 de P Bray (0-20 cm) por cada 5.43 kg P ha-1 de diferencia entre agregado y extracción. La relación cambia ligeramente año tras año, con una tendencia a disminuir evidenciando una acumulación de fracciones lábiles en el suelo. Sin embargo, la relación se tornó más robusta y no se verificaron cambios sustanciales desde el sexto año en adelante.

* La recuperación media de P en planta entera – estimando un índice de cosecha de referenciaalcanza alrededor de un 30% del P aplicado, en coincidencia con los valores mencionados en la bibliografía.

* La fertilización resultó económicamente rentable. Las estrategias de reposición y reconstrucción (T3, T4 y T5) resultaron con rentabilidades equivalentes, aun sin considerar la capitalización en nutrientes ante balances más positivos como consecuencia de las mayores dosis de aplicación en todos los nutrientes.

BIBLIOGRAFÍA
  • IPNI. 2013. Cálculo de requerimientos nutricionales. Planilla de cálculo para estimar la absorción y extracción de nutrientes en cereales, oleaginosas, industriales y forrajeras. IPNI Programa Latinoamérica Cono Sur.
  • Ciampitti, I.A. 2009. Dinámica del fósforo del suelo en rotaciones agrícolas en ensayos de nutrición a largo plazo. M.Sc. thesis. FA-UBA. Buenos Aires, Argentina. XX pag.
  • Collino, D., M. de Luca, A. Perticari, S. Urquiaga, y R. Racca. 2007. Aporte de la FBN a la nutrición de la soja y factores que la limitan en diferentes regiones del país. Actas XXIII Reunión Latinoamericana de Rizobiología. Los Cocos, Córdoba. Argentina.
  • Mallarino, A.P., y J. Prater. 2007. Corn and soybean grain yield, P removal, and soil-test responses to longterm phosphorus fertilization strategies. Proceeding 19th Annual Integrated Crop Management Conference, Ames, Iowa State University.
  • Messiga, A.J., N. Ziadi, D. Plenet, L.E. Parent, y C. Morel. 2010. Long-term changes in soil phosphorus status related to P budgets under maize monoculture and mineral P fertilization. Soil Use and Management, 26, 354–364.

Primicias Rurales

Fuente: engormix.com