Buenos Aires, 20 de julio (PR/22) “Acá estoy a punto de tratar de sacar un tornillo cortado de la bocha del diferencial del jeep y no sé cómo me va a ir porque mis amigos me dicen que es facilísimo, que le suelde una tuerca y listo… pero ya veremos”.  Así arranca uno de los tantos posteos que hace Dolores Gómez de la Lastra (más conocida como Lola la del jeep amarillo) desde la Estancia La Perseverancia, en Córdoba, que se destaca (entre otras cosas que ya verán) por su producción de peperina.

“Esta propiedad era de mi abuelo paterno y acá tuve la mejor infancia del mundo en las vacaciones de verano e invierno”, resume Lola. “Luego, de grande, decidí tomar la posta y hacerme cargo de este lugar tan querido que en su origen también tiene una linda historia, ya que antes de mi abuelo perteneció al primer médico del pueblo acá en Calamuchita, el doctor Dellacqua, que era famoso por atender a la gente pobre por trueque”.

La estancia lleva el nombre que le puso la mamá de Lola porque estaba convencida del lema  “persevera y triunfaras” (“difícil en la Argentina de hoy”, acota). Una vez instalada allí junto a su pareja Anabella Pérez, decidieron empezar trabajar con aromáticas. Primero fue romero, poleo y carqueja que crecían fácil y después, buscando desarrollar algo con identidad propia y que pueda posicionar a la región y a la provincia en el mundo, surgió la idea de la peperina, que es la aromática de Córdoba por excelencia.

“Desde niña tuve interés por descubrir para que se utilizaban las plantas que me rodeaban, así que fue muy natural esto de empezar con aromáticas. Y luego la peperina, por su importancia en muchos aspectos y porque hay demanda del mercado interno y del exterior que no se puede cubrir, ya que no hay cultivo de comercialización y actualmente la cosecha de monte no es más una opción porque se está poniendo en riesgo la existencia de esta planta”, explica.

Lola dice que así comenzó “la odisea” de lograr un cultivo escalable para comercializar y exportar, y que hoy todavía tienen poco: unas 100 plantas de distinta genética. De las 3 hectáreas que tiene toda la propiedad están preparando una para dedicarse a peperina, cedrón y burro. Un dato importante es que tienen muy en cuenta la regeneración de los suelos, que abonan con el guano de gallina aplicado con un sistema de gallinero móvil que consiste en ir moviendo el corral de mallas plásticas.

También trabajan con biodinámica teniendo en cuenta las fases del calendario, buscando asociar plantas que colaboren, y tienen un apiario para lograr una mejor polinización. La cera de abeja y el propóleo lo transforman en un ungüento para regenerar tejidos y lo utilizan para curar animales, plantas y sus propias manos; este año esperan cosechar algo de miel y tratan la colmena con aceite esencial de aguaribay.

 

Otra “unidad de negocio” son sus mermeladas caseras poco convencionales, como la de lavanda, pera y jengibre, para la cual usan fruta de producción propia y agroecológica. “La próxima temporada trabajaremos en una mermelada con peperina para sumar a nuestra propuesta de ´peperinas perseverantes´, dicen entre risas.

“La naturaleza es un todo y estos métodos generan una sinergia fundamental para la vida en armonía; la producción no puede verse como una fábrica, trabajamos con vida y debemos respetarla”, resume Lola, que es vicepresidenta de la Asociación Foro de los Ríos y que le facilita los vínculos con las universidades y acceder a algunas capacitaciones.

-Dado que no usan agroquímicos, ¿cómo cuidan la producción?

-Nuestra chacra de cultivo que espera por peperinas es de 1 hectárea y en las otras dos tenemos los ensayos y otros sistemas como los gallineros, sala de secado y destilado. Para el manejo de plagas usamos tierra de diatomeas y cítricos en descomposición. Hemos investigado mucho por nuestra cuenta y el año pasado realizamos una capacitación online sobre burro y cedrón con la ingeniera Bálsamo del INTA de la provincia de Misiones.

-¿Qué hacen con la producción que hoy tienen de peperina?

-Lo destilamos y transformamos en jabón artesanal, brumas para rostro y algo para infusiones. Hemos probado asar ahumando con ramas de peperina y queda genial, más si es cerdo. La producción la vendemos a contactos que tenemos en Buenos Aires y a los turistas que vienen a nuestras visitas guiadas.

-Nuestros visitantes reciben una experiencia sobre cómo se hace para subsistir con lo que se tiene y que nada es fácil, que adaptarse a las circunstancias es una habilidad que se trabaja a diario y reponerse a la adversidad es una constante en el campo. Además, recorremos la propiedad identificando vegetación, contando cómo y por qué hacemos lo que hacemos y cerramos con una merienda de campo con nuestros dulces. Se llevan una experiencia de trabajo, esfuerzo y dedicación al amor por lo nuestro y su alto valor.  En definitiva, hacemos que lo esencial sea visible a los ojos.

-¿Cómo surgió la idea de construir con barro o utilizar permacultura?

-La bioconstrucción la aplicamos hace años ya que nuestra sala de secado y destilado es de adobe y data de 1915. Además hemos asistido a varios talleres de capacitación ampliando el conocimiento y hemos comprobado que este método de construcción es saludable amigable, divertido y más económico, por eso lo elegimos para muchas cosas que hacemos.

– Más arriba usted dijo que producir peperina es una odisea. ¿Por qué?

-Porque sin apoyo es muy difícil. El emprendimiento necesita financiamiento y asesoramiento comercial, no hemos encontrado apoyo en ninguna línea de subsidio para  impulsar el cultivo. Y necesitamos generar plata para poder seguir avanzando. Todo implica dinero que no tenemos y siendo mujeres es difícil conseguir trabajo en un pueblo con mentalidad machista.

-¿A qué se refiere?

-Hace un tiempo creamos el “Lolanasystem, soluciones para el hogar”, que es un servicio que brindamos y nos ayuda a generar ingresos para sobrevivir. Es un trabajo que con Anabella, mi pareja, también hacemos juntas ya que Ana se encarga de lo que es administrativo creativo y que necesite meticulosidad, mientras yo hago la parte técnica y de manejo de herramientas; ahora estoy estudiando para electricista. Pero nos cuesta conseguir trabajo de esto por ser mujeres…

-Como que no confían en que lo pueden hacer, ¿no?

-Claro. Piensan que por ser mujer tengo que dedicarme a la peluquería, a uñas esculpidas o a trabajos de limpieza, pero la realidad es que sé arreglar muchas cosas y con la motosierra hasta puedo fabricar muebles de jardín.

-¿Dónde aprendió mecánica?

-Con mi abuelo, arreglando el generador Winco. Así comencé pero siempre me interesó y luego seguí aprendiendo por la necesidad de no quedarme a pata y por no tener dinero para arreglar el auto. También trabajé unos meses en un taller, pero mi Jeep amarillo es mi gran maestro.

-Volviendo a las peperinas, ¿qué les hace falta para seguir?

-Dinero. Porque la fase inicial de la producción no es sencilla: aun siendo una planta autóctona la tasa de mortalidad es alta si no tiene todas las condiciones y nos faltan recursos para poder impactar correctamente la hectárea con peperina: necesitaríamos un invernadero con riego por llovizna para que el cultivo prolifere y las plantas crezcan bien. Nosotros regamos todo a mano y, además, nuestra energía es limitada porque tenemos paneles solares y no podemos automatizar el riego. Estamos a la búsqueda de inversionistas para lograr que el cultivo prospere y concretar el sueño de peperina para exportación porque los contactos los tenemos, solo nos hace falta tener a punto la producción.

Primicias Rurales

Fuente: Bichos de campo – Lola Lopéz