Por Claudio Gianni

Por Claudio Gianni

Buenos Aires, 6 de febrero (PR/23).- Cuando se apaga el dólar soja, el Central vuelve a entrar en problemas. No hay otra chance que el aporte que pueda hacer el agro. ¿Será el turno del maíz esta vez o repetirá la oleaginosa?

El dato indica que el Banco Central arrancó febrero vendiendo u$s 42 millones, y que cerró enero con un saldo neto vendedor de u$s 190 millones, el peor resultado para un enero de los últimos 9 años. Equivale a presión creciente sobre las reservas y la meta con el FMI. Lejos quedó diciembre y la onda compradora nacida del último dólar soja. La historia es la de siempre: terminada esta movida la liquidación del agro se cae inmediatamente.

En enero el campo ingresó menos de u$s 930 millones, la cifra más baja para este mes en los últimos 15 años. La liquidación de los agroexportadores fue un 63% inferior a enero de 2022 y un 75% menor que en diciembre último. .Por la seca y las pérdidas en trigo, es cierto, pero también por la existencia de una paridad oficial que condena al que se anime a vender sus granos, a pesar de lo cual el BCRA no apura en absoluto el ritmo de depreciación.

Febrero tampoco augura nada bueno en la materia. Las opciones no son muchas. Las divisas vienen del campo, y sanseacabó. Para qué engañarse. Se sabe que el gobierno no va a blanquear una devaluación más profunda, la militancia no lo aceptaría. Paralelamente no hay progresos en la contención de la inflación, quizás la Administración cree que mantener una paridad ficticia puede ayudar en la materia.

El BCRA no tendrá otra alternativa que seguir vendiendo en el MULC o restringir casi totalmente la demanda privada por la divisa. Hay que recordar que para colmo Massa autorizó la utilización de reservas para la recompra de deuda.

Mientras tanto, en la vida real el blue y los dólares paralelos tuvieron un enero de aquellos, estos últimos días contenidos probablemente por manos amigas. Vale recordar que la divisa estadounidense se viene cayendo en el mundo, pierde valor relativo frente a otras monedas desde que se supo que la Reserva Federal ya no recurrirá a grandes aumentos de la tasa.

Todos los analistas dan vueltas con el tema, desbrozan el escenario con extrema minuciosidad, y caen en la misma conclusión a la hora de entender qué pasa: es el desplome de las liquidaciones de campo lo que vuelve a desnudar la fragilidad del esquema.

Algunos empiezan a pensar que esto no se corrige ni siquiera con un nuevo dólar soja. Y más de un economista sugiere que al BCRA le va costar mantener este crawling peg aletargado, porque si la inflación no afloja, la expectativa de devaluación crecerá, se frenará más todavía la liquidación de divisas y habrá que recurrir a un cepo aún más asfixiante a las importaciones.

Todo un problema, porque la industria padece la falta de insumos, algunos de ellos imprescindibles para mantener la producción. Cada vez son menos las importaciones que se autorizan/aprueban; el nuevo SIRA es implacable. El 83% de las empresas declara tener problemas para importar, y el 76% dice haber recibido menos del 25% de lo que intento traer de afuera. La propia Aduana reconoce que han crecido las multas, tanto por sobrefacturación de importaciones como por subfacturación de exportaciones. Son prácticas cuestionables pero habitualmente alentadas por un tipo de cambio atrasado.

Y todavía falta sentir en la piel las consecuencias de un año fatal con la naturaleza. La última Niña se llevó del campo cerca de u$s 14 mil millones, más de 2 puntos del PBI; la merma en derechos de exportación rondará los u$s 3600 millones y no ingresarán exportaciones por al menos u$s 8000 millones. A eso hay que sumar alrededor de 26 millones de cabezas en riesgo a raíz de la seca.

Las estimaciones de los especialistas hablan de una caída de las reservas netas a u$s 3.500 millones, de los cuales menos de u$s 200 millones estaría en condición líquida. También ponen de manifiesto que la presión sobre el dólar es inexorable: hay un excedente de pesos equivalente a más de u$s 16.000 millones. El dólar blue tuvo el enero más acelerado de los últimos 5 años, y todavía faltan las listas, la campaña electoral, las PASO, vencimientos fuertes de deuda y mucho más. El resto de año promete mucha más tensión cambiaria.

Paralelamente, la llamada “Bola de pesos” corta el aliento: el Gobierno tiene que renovar un promedio de $2 billones cada mes hasta las elecciones, lo que equivale mensualmente a la mitad de los pesos que circulan en toda la economía.

Una entidad ligada al agro realizó tres proyecciones distintas para el escenario de la gruesa: optimista, realista y pesimista. Las pérdidas son pesadas en todos los casos, y van desde un 22% hasta un 46% en el peor escenario. Algunos aseguran que cada día que pasa aumentan las chances de un dólar maíz, aunque faltan detalles de todo tipo, si es que la movida está siendo considerada. No parece tan fácil de implementar y puede tener un impacto muy delicado sobre otras cadenas, el valor de lo alimentos y la inflación. Pero los dólares tienen que salir de algún lado, y si no los aporta el campo, ¿quién?

Claudio Gianni – La Chacra

Primicias Rurales