Para que una yegua llegue a competir en niveles de exigencia altos se la tiene que cuidar y entrenar durante alrededor de siete años

Buenos Aires, 21 de marzo (PR/23).- La Asociación Argentina de Criadores de Caballos de Polo (AACCP) publicó hace unos meses las características que debe tener un ejemplar estándar de la raza Polo Argentino: altura media de 1,56 metros, peso de entre 400 y 500 kilogramos, contextura gruesa y musculosa, estructura ósea fuerte, orejas finas y puntiagudas, frente ancha y amplia, y cuello largo y elegante, entre otras. La morfología de este animal se consigue tras años de duro trabajo y preparación, donde se exige muchísimo profesionalismo.

Desde la AACCP detallan que nuestro país es una marca registrada en todo lo referente al polo, ya que en cualquier lugar del planeta donde se juega hay jugadores, petiseros, yeguas e industria local. “Cuando hace casi 150 años desembarcó el polo con los ingleses en la Argentina, tuvo una gran difusión a nivel rural y se mejoraron rápidamente los caballos, en su origen criollos, mestizándose con aquellos de pura sangre de origen inglés. A principios del siglo XX, los caballos Polo Pony argentinos ya se vendían en Estados Unidos y Gran Bretaña”, comenta Guillermo Bill Buchanan, miembro de la asociación, quien también se desempeña como veterinario.

En Argentina se registran alrededor de cinco mil crías al año, a las que se le deberían sumar otras 2.500 que representan los potrillos que no son registrados. Desde su crianza, deben pasar siete años hasta que el animal esté listo para ser exportado. Cabe destacar que desde principios de 2018, la cría de caballos de raza paga impuestos por Ganancias e IVA, debido a que ciertos ejemplares pueden llegar a venderse por hasta cien mil dólares (desde 1967 habían estado exentos).

Casi el 100% de los caballos de polo que compiten en los abiertos más emblemáticos son producto de la transferencia embrionaria equina, que permite que una madre pueda obtener una gran cantidad de hijos por año. El socio de Los Machitos Polo, Marcelo Bianchi, afirma que el proceso de cría se produce en varias etapas, que arrancan desde su gestación a once meses de su concebimiento.

“El proceso de doma suele llevar algo más de medio año, que es el tiempo básico que se necesita para poder montar y realizar disciplinas con un equino. Cumpliendo los seis años, empieza a jugar torneos livianos, para que, llegado a los siete, empiece a competir con mayor exigencia”, detalla Bianchi.

En palabras de Bianchi, no hay espacio para que se pueda hacer negocios criando caballos únicamente para venderlos porque la cría de las razas de polo está asociada con la competencia, de manera tal que para jugar es necesario sí o sí tener una yegua. “Hay dos opciones: o lo comprás o lo crías. Criarlos requiere de más de ocho años y una inversión grande que implica un riesgo inversamente proporcional al conocimiento y la experiencia que se tenga en la selección del padre y en cada una de las etapas que hacen su preparación”, ejemplifica.

Durante los primeros dos años, los criadores suelen contratar a domadores específicos para polo, en un proceso que puede durar un par de meses más. Luego de los tres años, el caballo ya está en condiciones de aprender a jugar, de modo que arranca la etapa de aprendizaje conocida como “hechura”, que sigue los dos años posteriores. Si bien hay excepciones, se estima que los caballos suelen alcanzar su plenitud deportiva entre los nueve y los diez años, y que pueden jugar al polo hasta los 16 o 17.

De todas maneras, para que el animal llegue a su madurez es fundamental prestarle atención al cuidado de su salud. Kawell es el nombre del primer hospital integral de alta complejidad con rehabilitación equina de Latinoamérica, cuyo director médico, Alejandro Guglielminetti, sostiene que los caballos de polo que ingresan son llevados para el diagnóstico de dolencias del aparato locomotor, la pérdida de estado físico o aptitud deportiva, odontología y cirugías.

Entre las últimas inversiones que se realizaron en la clínica para ampliar sus servicios, sobresale el reequipamiento en las áreas de diagnóstico radiológico, la inauguración del servicio de resonancia magnética y de un laboratorio de análisis clínicos que permiten tener un panorama completo del animal en solo treinta minutos, y la ampliación del servicio de neonatología. Además, cuenta con programas de pre-training para todos los niveles, donde el más exigente es el de caballos de polo de alto rendimiento, que permite poner en estado los animales y atenderlos en caso de que padezcan lesiones que arrastren de temporadas anteriores.

“Los programas de entrenamiento arrancan con la evaluación clínica del caballo. Aquí, se realizan análisis de sangre, midiendo parámetros que ayudan a definir la evolución del training y una vez que está chequeado, se elabora un plan personalizado que incluye cinta de trabajo bajo el agua, natación, caminador con manejo de las distintas cadencias, pistas de propiocepción, cámara hiperbárica para realizar terapias de oxígeno a presión y equipamiento para tratar lesiones en particular”, puntualiza Guglielminetti.

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Fuente: agroempresario.com