En el primer día de la flotación con bandas del dólar oficial, la divisa paralela atrajo más preguntas que operaciones
Buenos Aires, martes 15 abril (PR/25) — Tres mochileros hablan en francés y le prestan atención a una pareja que baila tango. Una familia de cinco camina uniformada con los colores de Peñarol, uno de los grandes del fútbol uruguayo. Unos diez brasileños escuchan a la mujer que, con un portuñol construido con años de oficio, les cuenta cómo es la excursión al Tigre y en qué consiste el paseo por el casco histórico porteño que puede venderles a precio promocional.
Un matrimonio pregunta “how much?” en un local que vende mates de calabaza de todos los tamaños. Y, sin embargo, en esta cuadra de la calle Florida hay más cotizaciones del dólar blue que idiomas flotando en el aire.
“No tenemos precio, faltan varias horas para saber”, le decía un “arbolito” a Infobae pasadas las ocho de la mañana, y sumaba: “Lo importante hoy es ocupar el lugar desde temprano porque va a haber preguntas y siempre se puede hacer negocio ahí”. Se instaló en la esquina de Florida y Corrientes y, como los demás vendedores (y compradores) callejeros de dólar blue, esperó las novedades del mercado.
“Es un día diferente hoy. Siempre arrancamos pasaditas las ocho con la cotización del cierre del día anterior, o del viernes si es un lunes. Pero hoy no hay precio hasta ver las pizarras oficiales”, explicaba, cerca del horario de apertura del mercado cambiario, Mario, quien hace más de diez años es “arbolito” en el Microcentro porteño.

Cerca del mediodía, en Florida entre Tucumán y Viamonte se podía comprar un dólar a 1.270 pesos, 1.290 pesos, a 1.310 pesos, a 1.330 pesos o a 1.350 pesos. La pantalla de la sucursal del Banco Nación más cercana dice que la cotización oficial es de 1.190 pesos para quien quiera comprar esa divisa. Pero en el mercado ilegal la línea de flotación para la venta es más alta. Más allá de que una misma cuadra puede ofrecer hasta cinco cotizaciones, la respuesta más frecuente a quienes se acercan a preguntar es: “Dejame que pregunte porque ahora mismo no estamos vendiendo”.
Eso mismo reflejan las pantallas de las casas de cambio no vinculadas a ningún banco que hay en esa zona del Microcentro: tienen precio para comprar dólares a los turistas que quieran intercambiarlos por pesos para gastar en sus vacaciones o a quienes se deshagan de algún ahorro para tener liquidez. Pero no hay información sobre a cuánto se pueden adquirir dólares. “Cuando nos pasen la información, la pondremos en la pantalla. Por ahora no sabemos nada”, explica el cajero de una de esas casas de cambio.
En otra, avisan: “Acá vamos a vender a la misma cotización que tenga el Banco Nación. Pero como la normativa recién estuvo hoy, aún no tenemos actualizado el sistema como para poder vender. Así que por más que esté en la pizarra, no tengo manera ni de vender ni de comprar”.
La pregunta se replica a lo largo de Florida: “¿A cuánto el dólar?”. Lo preguntan turistas, oficinistas, cronistas de radio y televisión, y sobre todo, curiosos. Algunos, los más intrigados, lo preguntan varias veces en un recorrido de dos o tres cuadras.

En la caminata, se cruzan con las pantallas apagadas o con información a medias de las casas de cambio, y con los carteles de negocios que venden desde ropa hasta souvenires porteños -inspirados en Mafalda, en el tango, en Messi- para quienes se quieran llevar un recuerdo. Algunos de esos locales toman el dólar a 1.400 pesos, otros, a 1.100.
Muchos preguntan por la cotización, pero casi nadie compra. “Los turistas que necesiten vender para las vacaciones no van a especular con la variación que pueda haber. Y la gente que compre va a comprar casi toda por homebanking. Pero hoy llueven las preguntas porque hay mucha expectativa sobre qué pasa con esto”, dice Mario, atento al celular por el que le actualizan la cotización que tiene que ofrecer cuando alguno frene ante su voceo: “¡Cambio, cambio! ¡Dólar, euro, cambio!”.
Sobre Lavalle, dos mozas de una parrilla que con suerte va a llenarse a la hora del almuerzo prueban cada una en la app de su banco. “A mí me dice que sólo se pueden 200 dólares, igual yo quiero comprar 10 para probar nomás, si no tengo un mango”, dice una. La otra no logra entrar: “Debe estar caído el sistema”.
En Florida hay curiosos, una cotización atenta a lo que pase en el mercado oficial o directamente frenada para la venta, turistas en varios idiomas y oficinistas a paso apurado.

Hay, también, comerciantes que simplifican las idas y vueltas del mercado cambiario y al dólar le ponen un “patrón” vinculado a un producto de los que venden y no a una cantidad de pesos. En un kiosco sobre Sarmiento, por ejemplo, un cono de papas fritas cuesta un dólar.
Susana, una jubilada que vive a pocas cuadras de Florida, se acerca a uno de los “arbolitos” para vender 60 dólares: “De a poquito voy usando los ahorros para el día a día. A veces para la luz, a veces para la carnicería y esta vez para la farmacia”, le cuenta a Infobae. No hay grandes especulaciones financieras ahí, sólo el malabar de cubrir los gastos básicos con una manta cada vez más corta.
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Fuente: Infobae / TN