El ser humano vive una búsqueda constante de la felicidad, y para llegar a ella, descubrirá que la verdad irremediablemente le llevará a conocer a Dios

La historia de la humanidad nos demuestra que, hombres y mujeres, siempre están buscando la felicidad porque nadie quiere sufrir en esta vida, por ello sus esfuerzos están encaminados en conseguirla a como dé lugar. Y cuando la búsqueda es sincera y se olvida de intereses mezquinos, irremediablemente se encontrarán con la verdad: Dios nuestro Señor.

Todos deseamos la felicidad

San Agustín escribió en su libro De la vida feliz, una conversación que tuvo con unos parientes, su madre, santa Mónica y su hijo Adeodato, en la que hablaban sobre el tema de la felicidad:

«-¿Todos queremos ser felices?
Apenas había dicho esto, todos lo aprobaron unánimemente.
-¿Y os parece bienaventurado el que no tiene lo que desea?
-No -dijeron todos.
-¿Y será feliz el que posee todo cuanto quiere? Entonces la madre respondió:
-Si desea bienes y los tiene, sí; pero si desea males, aunque los alcance, es un desgraciado».

Continuando con el coloquio, Agustín los hizo reflexionar sobre el miedo a perder lo amado y las posesiones, sobre disfrutar las cosas caducas y pasajeras, en fin, que los participantes estaban de acuerdo en que la felicidad no era perdurable porque todo lo que deseaban se acabaría en algún momento.

Solo Dios es la felicidad

Sveta Monika

Luego, llegaron a la conclusión. -¿Dios os parece eterno y siempre permanente? – preguntó Agustín. Todos expresaron su parecer:

«-Tan cierto es eso -observó Licencio- que no merece ni preguntarse.
Los otros, con piadosa devoción, estuvieron de acuerdo.
-Luego es feliz el que posee a Dios.
Gozosamente admitieron todos la idea última.
-Nada nos resta -continué yo- sino averiguar quiénes tienen a Dios, porque ellos son los verdaderamente dichosos. Decidme sobre este punto vuestro parecer».

La magistral conducción del pensamiento ejercida por san Agustín, llevó a los comensales a la conclusión:

«-Tiene a Dios el que vive bien -opinó Licencio.
-Posee a Dios el que cumple su voluntad en todo -dijo Trigecio, con aplauso de Lastidiano.
El más pequeñuelo de todos dijo:
-A Dios posee el que tiene el alma limpia del espíritu impuro.
La madre aplaudió a todos, pero sobre todo al niño».

Habiendo leído hasta aquí, querido lector, ¿estás de acuerdo con estos hermanos? ¿Crees que serás feliz si tienes a Dios en tu vida? Persevera en el camino y tu búsqueda sincera te llevará a descubrir a verdad:

«El Señor cubrirá con su amor al que confía en él» (Salmo 32, 10).

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Fuente: Aleteia