Ubicada en el corazón serrano bonaerense, la ciudad de Tandil combina naturaleza, historia y buena gastronomía a solo unas horas de CABA. Más allá de sus postales clásicas, guarda rincones poco conocidos que valen la caminata. Conocé más.
Turismo en Tandil | Romina Veloso

Aunque la Piedra Movediza es su postal más conocida, esta localidad bonaerense tiene mucho más para ofrecer. Desde miradores y senderos entre cerros hasta iglesias históricas, artesanías al aire libre y, por supuesto, sus emblemáticos quesos y embutidos. Cada punto tiene su encanto, y muchos de ellos permiten contemplar vistas increíbles del paisaje que rodea a la ciudad.

Más abajo te contamos de qué se trata. Antes, te proponemos cinco paradas clave para disfrutar de tres días en la localidad tandilense:

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Cerro Centinela y aerosillas

Ubicado a solo 5 km del centro de Tandil (a metros de la Avenida Estrada), el Cerro Centinela ofrece una experiencia completa: senderos entre árboles, una piedra vertical icónica, y aerosillas que suben hasta un mirador con vistas increíbles de la naturaleza. Ideal para caminatas ligeras o un picnic con vista. La aerosilla funciona todos los días en temporada alta, y tiene una confitería arriba de todo.

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Aerosillas en el Cerro Centinela.

Monte Calvario y Cristo de Tandil

Sobre la Avenida Monseñor de Andrea al 330, se encuentra este lugar que combina espiritualidad, arte y naturaleza. Es un parque amplio y cuidado, con escalinatas, una iglesia pintoresca, esculturas religiosas, un imponente Vía Crucis y un Cristo de más de 10 metros que domina el paisaje. Desde lo alto, la vista panorámica es espectacular, mientras que el recorrido por el calvario invita a una reflexión que va más allá de las creencias personales.

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El Cristo de Tandil tiene una altura de 15 metros.

Castillo Morisco

Este castillo de estilo andaluz fue inaugurado en 1923 y se encuentra en la cima del Parque Independencia (acceso por Paso de los Andes y Coronel Dorrego), a 286 metros sobre el nivel del mar. Desde allí se obtiene una de las mejores vistas de la ciudad. Tiene una confitería panorámica con precios económicos y una entrada construida por inmigrantes españoles. Es perfecto para ver el atardecer.

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Desde el Castillo Morisco se puede ver toda la ciudad.

Cerro de la Cruz

El inicio de este cerro se encuentra al final de la calle Hermano Sabino y ofrece una de las panorámicas más amplias del cordón serrano. El acceso es empinado, algo exigente y poco señalizado, pero el esfuerzo vale la pena. Desde lo alto se ve toda la ciudad de Tandil y los cerros que la rodean. Recomendado para los que disfrutan de caminatas más intensas.

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El Cerro de la Cruz se encuentra a 259 metros sobre el nivel del mar.

Cascada de Tandil

Aunque es una cascada pequeña, el entorno natural la convierte en un espacio relajante e ideal para pasar una tarde con familia o amigos. Si se continúa subiendo por el sendero, se accede a una zona de cerros menos transitada, ideal para los más aventureros que desean conectarse con la naturaleza. La entrada se encuentra al final de la calle Yugoslavia, a metros de la Avenida Don Bosco.

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Paisaje serrano sobre la cascada de Tandil.

La joya escondida de Tandil: las cavas del Cerro Leones

Si se busca una experiencia distinta, lejos de los circuitos turísticos más tradicionales, las cavas del Cerro Leones son una opción que sorprende. Este paraje se encuentra en el barrio homónimo, a 7 km del centro de Tandil. El acceso se realiza por Juan Basso Aguirre al 2498. Desde allí parte un sendero peatonal.

Estas cavas son antiguas extracciones de piedra que dejaron profundas excavaciones. Al ingresar al predio —que cuenta con una tranquera que permanece abierta— se observan estructuras y maquinarias en desuso que remiten a un pasado industrial. A pocos metros se llega a la primera cava, de menor tamaño, con agua estancada y rodeada de vegetación.

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La primera de las cavas en Cerro Leones es la más chica.

Pero el verdadero tesoro está más adelante: tras seguir caminando unos 15 minutos por un sendero paralelo, se accede a la segunda cava, la más grande y profunda. Es un espacio de forma circular, con paredes verticales y agua transparente en el fondo. La caminata de ida y vuelta dura alrededor de 1 hora y media y tiene un desnivel leve, lo que la hace accesible para personas con un estado físico intermedio.

Aunque el terreno pertenece a un predio privado, es frecuente ver visitantes que ingresan al lugar. Algunos tramos del sendero están marcados por caminantes habituales, pero no hay señalización oficial. Por seguridad, se recomienda no ingresar al agua —ya que está prohibido y puede ser riesgoso—, llevar calzado adecuado, hidratación y, en lo posible, un mapa offline de la zona para la orientación.

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Fuente: Perfil Turismo