Foto: El bello camino de Hanna para preparar el nacimiento de Jack y el de Jesús 

Por Patricia Navas

 

España, martes 9 diciembre (PR/25) — Hanna está viviendo un Adviento único. Este año todo es nuevo: está en la recta final de su embarazo, se acaba de mudar (de Estados Unidos a España) y ha vuelto a la Iglesia después de muchos años alejada.

“Cuando descubrí que estaba embarazada, el pasado mes de marzo, pensé que sería importante para él tener valores en casa y estar rodeado de una comunidad de gente buena, como la que a mí me había ayudado cuando era pequeña”, explica a Aleteia.

En agosto, ella y su marido, Borja, se trasladaron a Barcelona, la ciudad de su familia política.

“Me encontré un poco perdida tras dejar a mi familia y un trabajo estable y encontrarme con todos los síntomas y retos que presenta la maternidad”, explica.

“Pensé: ¡por probar…! Lo hice más por el niño”, confiesa. Entonces Hanna acudió a un retiro de Emaús. “Fue como un cambio de chip”, asegura.

Todo cambió en Emaús

 

En un solo fin de semana “me di cuenta de que la religión no es para castigar ni para hacerte sentir culpable”.

Ahora va a adoración cada jueves. “Ahí encuentro mucha paz -asegura-. Tengo miedo al parto, a cómo seré como madre, a encontrar un trabajo después, a formar una familia en un país nuevo, son muchos cambios… pero estoy tranquila”.

Hanna asegura que la fe y la comunidad que ha conocido en Santa Inés le han ayudado a afrontar tantos cambios.

Ofrecerle un hogar

Hanna sabe que la próxima Navidad será diferente. En esta ocasión, la preparación para el nacimiento de Jesús está unida a la del nacimiento de su primer hijo.

“Quiero estar en casa y ofrecerle un hogar cuando llegue -señala-. Hemos hecho reformas y ha sido un poco estresante, pero queremos que tenga una calidez”.

Ya tienen una corona de Adviento y el matrimonio ha pensado en decoración y música navideña.

“La Navidad es una época muy bonita -dice-, de ese tiempo guardo los mejores recuerdos con mi familia”.

En adelante, se juntarán las tradiciones españolas con las estadounidenses. “Cantar villancicos, hacer galletas, decorar el árbol, pegar al tió (costumbre catalana) , jugar en la nieve,… yo quiero hacer lo mismo para nuestro hijo, ahora nos toca a nosotros”.

El Tió de Nadal tiene raíces muy antiguas, vinculadas a las celebraciones paganas del solsticio de invierno. En sus orígenes, el Tió representaba la conexión con la naturaleza, y al quemarlo en la chimenea, proporcionaba luz y calor en los días más oscuros del año. A medida que la tradición evolucionó, el Tió dejó de ser solo un símbolo de abrigo y pasó a convertirse en el portador de dulces y, con el tiempo, de los regalos navideños que conocemos actualmente.

En la actualidad, el Tió ya no se quema, y en lugar de proporcionar calor, expulsa sorpresas que van desde dulces hasta pequeños regalos. Sin embargo, la esencia de la tradición catalana permanece intacta: celebrar en familia, compartir momentos llenos de humor y disfrutar de la magia navideña.

En muchas localidades de Cataluña, además de los hogares, el Tió también tiene presencia en mercados navideños, donde se organizan actividades para que niñas y niños puedan participar en esta tradición aunque estén lejos de casa.

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Fuente: Aleteia