Miles de fieles celebraron con devoción las fiestas marianas de la Virgen del Valle camino al bicentenario de Esquiú. En un clima de oración, misión y compromiso comunitario, acompañados por el mensaje de Monseñor Luis Urbanc.

San Fernando del Valle de Catamarca, miércoles 10 diciembre (PR/25) — En la mañana del 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, se celebró la misa en el atrio del santuario catedral de la Virgen del Valle, presidida por monseñor Luis Urbanc y concelebrada por sacerdotes de los distintos decanatos. El Paseo de la Fe se colmó de fieles que participaron con fervor, en un clima de intensa comunión.

Entre los signos más significativos estuvo la presencia de los Paracaidistas Militares del Ejército Argentino, que llegaron tras una exigente peregrinación desde Córdoba para honrar a su patrona.

Durante la liturgia se elevaron oraciones por el gendarme Nahuel Gallo, detenido en Venezuela, por la salud del paracaidista Federico García del Hoyo y por las intenciones de los miles de peregrinos llegados de todo el país.

En su homilía, el obispo recordó que las celebraciones se desarrollan en el marco del Año Jubilar y reflexionó sobre el ícono de «Jesucristo Peregrino», subrayando que el camino del Hijo de Dios comenzó con la Encarnación.

Destacó que Cristo se hace cercano a quienes viven en tránsito y anima a los creyentes a emprender una vida de fe que avance siempre hacia el Corazón del Padre.

Monseñor Urbanc invitó a asumir la lógica del desprendimiento para caminar con Jesús y agradeció la generosidad de los catamarqueños que recibieron con hospitalidad a los peregrinos.

«Cada día es un paso que nos acerca al encuentro definitivo con Cristo», expresó. Finalmente, elevó una oración a la Madre del Valle para que ayude a los fieles a vivir con corazón disponible y mirada puesta en la voluntad de Dios.

Las intenciones de los Paracaidistas fueron presentadas en el momento de las ofrendas y, al concluir, toda la asamblea se consagró a la Virgen del Valle, coronando una mañana de intensa devoción.

Manifestación de fe mariana en la procesión vespertina

Por la tarde, miles de fieles protagonizaron el cierre de las fiestas en honor de la Pura y Limpia Concepción del Valle. Enmarcada en el Año Jubilar de la Esperanza y en el camino hacia el bicentenario del natalicio del beato Mamerto Esquiú, la procesión constituyó una verdadera manifestación de amor a la Madre del Valle.

 

La imagen de la Virgen fue llevada desde la plaza El Maestro, donde monseñor Urbanc la colocó en la urna procesional. Junto a ella marchó la imagen del beato Esquiú, hijo de esta tierra y profundo devoto mariano. Más de 90 delegaciones, entre misachicos, instituciones eclesiales, civiles y organismos públicos, desfilaron ante la sagrada imagen antes del inicio de la marcha.

El recorrido avanzó por las principales calles de la ciudad, entre hogares adornados, altares familiares y coloridos papelitos que cruzaban el cielo. Miles de devotos se sumaron también por medios digitales, acompañando el rezo del Rosario y los cantos que animaron el paso de la procesión.

Entre los peregrinos se destacó una delegación de Paracaidistas Militares de Córdoba y miembros del Regimiento de Infantería de Montaña N°15 de La Rioja, quienes honraron a su Patrona con una peregrinación en postas.

Al caer la noche, las campanas anunciaron la llegada de la imagen mariana al Paseo de la Fe, en medio de una ovación multitudinaria y el acompañamiento musical de la Banda de la Policía de la Provincia.

Mensaje del obispo

En su mensaje final, monseñor Urbanc expresó profundo agradecimiento a la Virgen y pidió por quienes peregrinaron desde lejos, por los cautivos -nombrando especialmente a Nahuel Gallo- y por quienes ofrecieron su servicio y hospitalidad durante las fiestas. «Que tu rostro bendito sea el recuerdo que nos anime y sostenga», imploró.

Hizo también un llamado a preparar el corazón para el bicentenario del nacimiento del beato Esquiú, destacando su figura como pastor, misionero y hombre de profundo amor a la patria. Rogó por la vida, el fortalecimiento de las familias y el compromiso de vivir la fe con coherencia, especialmente frente a las amenazas culturales actuales.

 

 

Finalmente, pidió por las vocaciones sacerdotales y consagradas, y concluyó con la tradicional invocación: «¡Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios!».

Tras el mensaje, se entonaron el Himno Nacional y el Himno a Catamarca. Luego se anunció la concesión de la indulgencia plenaria para todos los presentes y quienes participaron a través de la transmisión. Entre vivas y pañuelos al aire, la imagen de la Virgen del Valle regresó a su Camarín, donde recibe las súplicas de sus hijos durante todo el año.

Fuente: Agencia AICA

Primicias Rurales