Por Amalia Sáenz – Abogada y fundadora de Energy Traces, oficina desarrolladora de proyectos energéticos
Buenos Aires, jueves 13 noviembre (PR/25) — A fines de septiembre, la ciudad de Catamarca fue sede del Seminario Internacional de Litio en Sudamérica, un espacio que reunió a los principales actores del sector para reflexionar sobre los desafíos y oportunidades que enfrenta la región en la producción de litio. En este contexto, tuve el honor de moderar un diálogo con la directora de la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), Lorena Chara, sobre el rol del financiamiento internacional y la necesidad de fortalecer la infraestructura crítica que requiere el país para sostener su crecimiento productivo.
En los últimos años, Argentina ha confirmado su potencial minero. En 2024, las exportaciones del sector superaron los 4.600 millones de dólares, un 15 % más que en 2023, impulsadas por el incremento de los volúmenes de litio. Sin embargo, la reciente caída de los precios internacionales volvió a recordarnos que el desafío no es solo producir más, sino hacerlo con competitividad, previsibilidad y visión de largo plazo.
Los proyectos que lideran esta transformación se desarrollan en entornos remotos y de altura, donde los costos logísticos, la infraestructura energética y la gestión del capital humano demandan una combinación de creatividad, cooperación y planificación sostenida. Son justamente esos desafíos los que también abren la posibilidad de construir un legado regional: caminos, energía, conectividad y empleo que trasciendan a la minería y fortalezcan el desarrollo local.
Desde mi experiencia en la industria — abarcativa como directiva, asesora legal y ahora a través de Energy Traces— creo que estamos frente a un momento histórico. Es tiempo de pensar fuera de los límites tradicionales, de buscar estructuras contractuales y financieras innovadoras, y de diseñar nuevos modelos de cooperación entre los sectores público y privado.
Esto requiere infraestructura resiliente y sostenible, condiciones macroeconómicas que acompañen la inversión a largo plazo, y financiamiento internacional con visión de desarrollo. Pero, sobre todo, demanda confianza que solo se reconstruye a partir del trabajo conjunto entre provincias, Nación, empresas, organismos multilaterales y comunidades locales.
Hoy no existe un mapeo integral de las necesidades en materia de infraestructura. Necesitamos un “tablero central” que articule información, proyectos y prioridades, y que sirva como punto de encuentro entre los distintos actores. No se trata de inventar el futuro desde cero: la historia argentina ofrece ejemplos de cooperación interjurisdiccional, como el Túnel Subfluvial, fruto de un acuerdo entre dos provincias en los años 60.
Si algo nos enseñó la experiencia de Vaca Muerta, es que los recursos y las oportunidades, por sí solos, no garantizan desarrollo.
Durante años, el país demoró en consolidar su infraestructura y en definir un marco regulatorio e incentivos adecuados. Recién ahora comienza a verse el fruto de esa inversión sostenida.
La minería tiene la oportunidad de no repetir esas demoras, y de anticipar el desarrollo de su red energética, logística y de transporte antes de que los cuellos de botella se vuelvan estructurales.
El futuro del litio argentino no depende solo de la inversión o de la normativa: depende del compromiso real entre todos los actores para sentarse en una misma mesa, pensar fuera de los modelos clásicos y construir juntos las condiciones para un crecimiento sostenido.
Mi aspiración —y la de quienes impulsamos este diálogo desde Energy Traces— es que este momento sirva para repensar la forma en que articulamos la producción, el financiamiento y la infraestructura, entendiendo que el verdadero desarrollo será aquel que combine competitividad, sostenibilidad y valor compartido para todas las partes.
Primicias Rurales
Fuente: Energy Traces














