Este miércoles 18 de junio, el Pontífice recordó que Jesús es capaz de sanar y “desbloquear” el pasado que en ocasiones nos paraliza, invitándonos a caminar y decidir qué hacer con nuestra historia.
La Iglesia, casa de la misericordia
Al hacer referencia a la lectura del Evangelio de Juan (5,1-9), que narra la sanación de un paralítico, el Pontífice precisó que es Jesús quien “alcanza en su dolor” a los enfermos y a aquellos que eran expulsados del Templo por ser considerados “impuros”.
Estas personas, recordó el Santo Padre, esperaban ser sanadas en una piscina cuyas aguas se creía que eran capaces de curar las enfermedades. Según la creencia del tiempo, quien primero se zambullía al agitarse el agua, se curaba.
La desilusión que paraliza
Es entonces cuando Jesús se dirige a un hombre que está paralizado desde hace 38 años y que no lograba sumergirse en la piscina. Ante esto, el Papa precisó que lo que “muchas veces nos paraliza es precisamente la desilusión. Nos sentimos desanimados y corremos el riesgo de caer en la dejadez”. Al dirigirse al paralítico —recordó—, Jesús le hace una pregunta “necesaria”: ‘¿Quieres curarte?’.
El paralítico, abatido, le responde que no tiene a nadie que lo sumerja en la piscina, una actitud que, según el Pontífice, “se convierte en el pretexto para evitar asumir las propias responsabilidades”.
Ante la “visión fatalista” de la vida que tiene el hombre enfermo, el Papa puntualizó que en ocasiones “pensamos que las cosas nos pasan porque no somos afortunados, porque el destino nos es adverso. Este hombre está desanimado. Se siente derrotado en la lucha de la vida”.
Con Jesús descubrimos que la vida está en nuestras manos
Sin embargo, Jesús “lo ayuda a descubrir que su vida también está en sus manos. Le invita a levantarse, a alzarse de su situación crónica, y a recoger su camilla. Ese camastro no se deja o se echa: representa su pasado de enfermedad, es su historia”, agregó.
En este sentido, precisó que el pasado tenía al hombre “bloqueado”, obligándole “a yacer como un muerto”. Sin embargo, gracias Jesús, es capaz de “cargar aquella camilla y llevarla a donde quiera: ¡puede decidir qué cosa hacer con su historia! Se trata de caminar, asumiendo la responsabilidad de escoger cuál camino recorrer”.
Por último, invitó a los fieles a pedir al Señor “el don de entender dónde se ha bloqueado nuestra vida. Intentemos dar voz a nuestro deseo de sanar. Y recemos por todos aquellos que se sienten paralizados, que no ven una salida”, concluyó.