Entre los “auxiliadores”

San Gil (en latín: Aegidius, en francés: Gilles, en italiano: Egidio), a veces llamado Egidio el Eremita, fue un monje benedictino de origen griego que vivió entre los siglos VI y VII. La tradición lo ha erigido como ejemplo de bondad y espíritu misericordioso. Sus biógrafos suelen destacar en él la delicadeza y sabiduría con la que trataba a todo aquel que acudía a su presencia, así como su ánimo constante para llamar a todos a la conversión.

Una antigua devoción germánica lo coloca entre los «catorce santos auxiliadores», es decir, entre aquellos bienaventurados famosos por “su eficacia” para responder a las solicitudes de sus devotos.

Francia, tierra de santidad

Egidio nació en Atenas (Grecia, en ese momento parte del Imperio Bizantino) en el seno de una familia noble y rica. La fecha exacta

Después de descubrir que Dios lo llamaba por el camino de la renuncia al mundo, Gil repartió el patrimonio que le correspondía entre los pobres. Luego marchó hacia Provenzal, al sur de Francia, tierra en la que se estableció y donde se consagró a la ascesis y la oración.

De acuerdo a una antigua tradición, el santo realizó allí muchos milagros: sanó enfermos de parálisis, curó a gente con mordeduras de serpientes, o a enfermos de fiebres; convirtió tierras estériles en fértiles y -según la leyenda- hasta resucitó muertos. Como esto le acarreó fama y veneración pública, decidió retirarse al bosque cercano a la desembocadura del río Ródano. Una vez establecido allí, vivió como eremita.

Dios perdona todos los pecados, todos

Entonces se produjo un encuentro entre los dos: un diálogo que devino en el inicio de la conversión del rey. Este le confesó un pecado gravísimo -se cree que incesto-, pero llegó a encontrar consuelo en las palabras de Egidio.

El monarca decidió reparar en la medida de lo posible el mal cometido y, como consecuencia de verse amado por Dios a pesar de su iniquidad, decidió brindar su ayuda al eremita. El rey mandó construir un monasterio en ese mismo paraje -conocido después como el “Bosque de San Egidio”-, en el que el santo sería nombrado primer abad. La regla que acogió el monasterio fue la benedictina.

Pronto el lugar empezó a llenarse de peregrinos que buscaban al santo para que los cure de sus males, sean del cuerpo o del alma. San Gil permaneció en aquel monasterio por muchos años, acogiendo a quien lo necesitaba y, cada vez que podía, volviendo al silencio y la soledad en las que encontraba a Dios.

Ya anciano, se dirigió al Pirineo catalán donde, a los 84 años de edad, murió santamente (c. 720-725).

Veneración

Este santo goza de gran devoción en Europa. Iglesias, hospitales, altares e imágenes hechas en su honor pueden encontrarse en países como Francia, España, Inglaterra, Polonia, Italia y Alemania. Hermosos lugares del Viejo Continente y de América llevan su nombre.

Ecos en nuestro tiempo

Hoy se ha hecho conocida la Comunidad de San Egidio, institución fundada por el historiador italiano Andrea Riccardi en la ciudad de Roma en 1968.

…Si deseas conocer un poco más sobre San Gil, te recomendamos el siguiente artículo de la Enciclopedia Católicahttps://ec.aciprensa.com/wiki/San_Giles.

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Fuente: Aciprensa