Especialistas del INTA advirtieron que la deficiencia de zinc puede reducir hasta un 15% los rindes de trigo y cebada. (Foto: INTA).
Buenos Aires, martes 16 septiembre (PR/25) — Durante décadas, la estrategia de fertilización en los suelos de la región pampeana estuvo centrada en los macronutrientes esenciales: nitrógeno, fósforo y, en menor medida, azufre.

Hoy, estudios recientes encendieron una señal de alerta: la baja disponibilidad de zinc podría estar limitando la producción de trigo y cebada en el sur bonaerense.

Según el análisis, un 33% de los lotes estudiados presenta concentraciones inferiores a 0,80 partes por millón (ppm), un umbral considerado crítico para el normal desarrollo de los cultivos.

Campo con trigo en desarrollo en el sur bonaerense, donde detectaron niveles bajos de zinc en el suelo. (Foto: INTA).
Campo con trigo en desarrollo en el sur bonaerense, donde detectaron niveles bajos de zinc en el suelo. (Foto: INTA).

Un micronutriente clave que quedó fuera del radar

“Hoy el zinc comienza a mostrar señales de deficiencia en suelos donde históricamente no representaba una limitante. Este escenario obliga a repensar las estrategias de diagnóstico y manejo para evitar pérdidas económicas y nutricionales en los cultivos”, explicó Hernán Sainz Rozas, especialista en fertilidad de suelos del INTA Balcarce.

Las consecuencias del déficit ya se hacen notar: los ensayos muestran que cuando los niveles de zinc son bajos, el trigo y la cebada pueden sufrir pérdidas de rendimiento de entre 5% y 15% si no se aplican correctivos. “Un suelo con 0,75 ppm de Zn y un objetivo de 7000 kilos por hectárea puede perder hasta 840 kilos por hectárea. Ese valor excede ampliamente el costo de la fertilización, que ronda entre US$18 y US$20 por hectárea”, detalló Sainz Rozas.

Frente a este escenario, desde el INTA recomendaron realizar análisis preventivos para anticipar deficiencias y planificar estrategias de reposición. “El método más confiable es la determinación de zinc extractable en muestras tomadas a 20 centímetros de profundidad, preferentemente en presiembra”, señaló Pablo Barbieri, también técnico del INTA Balcarce, quien advirtió que la alta variabilidad espacial del micronutriente exige entre 25 y 35 submuestras por lote.

La fertilización puede realizarse de distintas formas: con mezclas sólidas, líquidos, tratamiento de semillas o aplicaciones foliares. Una práctica que gana espacio es combinar zinc con fósforo en fertilizantes compuestos o recubrir el fosfatado con formulaciones líquidas que contengan zinc. “Esto mejora la distribución del micronutriente y permite una absorción más eficiente”, añadió Barbieri.

El laboratorio de suelos del INTA Balcarce advirtió que cerca del 66% de los suelos pampeanos ya exhiben niveles medios a bajos de zinc, un fenómeno que antes era típico del norte pero que ahora se observa también en el sur bonaerense. Para los especialistas, invertir en diagnóstico y reposición permitirá frenar esta tendencia y proteger una región clave para el trigo y la cebada del país.

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Fuente: TN Campo