Buenos Aires, miércoles 17 septiembre (PR/25) — En la agricultura y en la construcción, el tiempo no se mide en horas de reloj sino en el esfuerzo que se vuelca sobre cada hectárea sembrada o cada obra levantada. Las jornadas suelen ser largas, las condiciones extremas y los equipos no pueden detenerse: son el motor mismo del trabajo.
En ese contexto, la maquinaria agrícola y de construcción enfrenta enemigos silenciosos como el polvo, el barro, el hollín y la oxidación. Estos factores, imperceptibles a simple vista, son los responsables de la pérdida de rendimiento, los parates imprevistos y la reducción de la vida útil de los motores.
El cuidado de los equipos no es un detalle menor: es una estrategia clave para la productividad y la sustentabilidad de quienes trabajan en estos sectores. Allí entra en juego un aliado pocas veces visibilizado: el lubricante. Más que un insumo, es la pieza que permite que motores, transmisiones e hidráulicos mantengan su desempeño incluso en escenarios de máxima exigencia.
Las líneas desarrolladas específicamente para responder a estos desafíos cotidianos, como PETRONAS Arbor, ofrecen una tecnología que:
- Protege los motores frente a la acumulación de lodos y hollín, evitando la obstrucción de filtros.
- Mantiene la viscosidad adecuada, incluso en condiciones adversas.
- Extiende la vida útil de las piezas críticas como pistones, cilindros y transmisiones.
- Previene la degradación prematura de fluidos, protegiendo las piezas frente a la oxidación.
En un contexto donde cada minuto de inactividad significa pérdidas, contar con un lubricante adaptado a las necesidades reales de la maquinaria agrícola y de construcción se traduce en mayor eficiencia y menos imprevistos.
Primicias Rurales
Fuente: PETRONAS Arbor