Buenos Aires, viernes 6 junio (PR/25) — En un escenario donde cada hora de funcionamiento cuenta, aplicar grasa correctamente en la maquinaria agrícola no es sólo una tarea de mantenimiento, sino una estrategia esencial para potenciar el rendimiento del equipo y optimizar los recursos.

Desde tractores hasta cosechadoras, el uso adecuado de grasas lubricantes permite proteger piezas críticas, reducir la fricción y evitar el ingreso de contaminantes como el agua o el polvo.

¿Dónde aplicar grasa en la maquinaria agrícola?

 Los principales puntos de aplicación incluyen:

  • Rodamientos de rueda: críticos para la movilidad de remolques y cosechadoras. Una buena lubricación aquí previene el desgaste por fricción y las paradas no planificadas.
  • Pasadores y bujes: frecuentes en brazos articulados, ejes y uniones. Su adecuado engrase minimiza el juego mecánico y garantiza un movimiento fluido.
  • Cadenas de transmisión: al estar expuestas, requieren grasa que resista la intemperie y la abrasión del polvo.
  • Puntos de pivote del sistema hidráulico: donde la grasa evita el desgaste por cargas repetitivas y vibraciones.
  • Ejes y juntas cardánicas: que transmiten potencia entre componentes móviles. La grasa aquí reduce el esfuerzo mecánico y prolonga la vida útil.
  • Acoplamientos y conexiones móviles: zonas de alto contacto donde la grasa actúa como barrera protectora frente a la corrosión y el desgaste.

Más allá del punto de aplicación: el entorno importa

Además de identificar las piezas clave a lubricar, es fundamental considerar las condiciones operativas específicas. Por ejemplo:

En entornos húmedos o con alta exposición al agua, como en zonas de riego o días de lluvia intensa, es esencial aplicar grasas con alta resistencia al lavado por agua. Esto previene el desplazamiento del lubricante y asegura una protección continua contra la corrosión y el desgaste.

En aplicaciones sometidas a altas temperaturas, como maquinaria trabajando bajo el sol o con ciclos prolongados de carga, utilizar grasas con buena estabilidad térmica permite extender los intervalos de relubricación y reducir el consumo de producto.

En ambientes propensos a la oxidación o a la formación de emulsiones, como zonas donde el equipo entra en contacto con agua o procesos de lavado frecuentes, las grasas con propiedades antioxidantes aseguran la durabilidad de los componentes.

Menos mantenimiento, más productividad

 Una lubricación adecuada reduce la frecuencia de relubricación, pero también limita la exposición del personal a tareas manuales, disminuye el riesgo de fallas prematuras y mejora la disponibilidad de los equipos. Esto se traduce en menores costos operativos y mayor eficiencia para cada jornada de trabajo.

En conclusión, la grasa -combinación de aceite base, espesante y aditivos- está diseñada para liberar lubricante solo bajo presión o movimiento, manteniéndose en su lugar el resto del tiempo. Esto la convierte en la mejor aliada de las piezas móviles de la maquinaria agrícola, muchas de ellas sometidas a condiciones de operación extremas.

Cuidar las máquinas es cuidar la siembra. Y una grasa bien aplicada, pensada para cada necesidad del entorno, puede marcar la diferencia entre un ciclo eficiente y uno lleno de interrupciones.

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Fuente: Mobil