Foucauld ha sido el inspirador de numerosos movimientos y corrientes espirituales contemporáneas, entre otras razones, gracias a su ejemplo de tenacidad en esa dimensión que nadie debería rehuir: el de la búsqueda interior. Y como si esto fuera poco, Foucauld también hizo de su vida un provocador testimonio de lo que es el desprendimiento de las seguridades que ofrece el mundo.
Ante todo, Foucauld buscó seguir las huellas de Cristo. Lo hizo precisamente en un momento de la historia en el que la sociedad empezaba no solo a construirse sin Dios, sino contra Dios. Prueba de ello fue su itinerario personal: habiendo crecido rodeado de la nobleza francesa, se convirtió en militar y aventurero, y, tras encontrarse con Dios, abandonó todo para vivir para Él. Así, “Charles” (Carlos) de Foucauld se convirtió en un místico de los tiempos modernos.
“La fe es incompatible con el orgullo, con la vanagloria, con el deseo de la estima de los hombres. Para creer, es necesario humillarse”, escribió alguna vez este santo, dejando en claro cuál fue el norte de su existencia.
Un corazón insatisfecho
Ingresó al servicio militar en 1876, pero fue dado de baja por mala conducta unos años más tarde, mientras se encontraba en Argelia. Sin embargo, volvió a integrarse al ejército a causa de una revuelta en el país africano. Cuando todo acabó, renunció definitivamente a la milicia y en 1882 dio inicio a una expedición por Marruecos. Convertido en explorador, empezó a aprender árabe y hebreo.
Durante su travesía se hizo pasar por judío para facilitarse algunos favores, mientras se dedicaba a registrar el paisaje marroquí, tanto en su humanidad como en su geografía. El exmilitar francés recorrió inhóspitos lugares de Argelia y Túnez, y describió culturas y costumbres. En virtud de este singular esfuerzo, Foucauld recibió la medalla de oro de la Sociedad Francesa de Geografía.
Un largo viaje interior
En 1886, Foucauld tuvo una experiencia profunda de conversión. Todo empezó cuando se percató de la entrega y el fervor con el que vivían su fe los musulmanes. Los ojos se le abrieron en tierras que no eran las suyas, pero donde, al igual que en su patria, había un Dios a quien reverenciar. Para Carlos la religión siempre había estado en la periferia de su vida, alejada de sus intereses; de plano esta siempre le había parecido repulsiva, así como la sola idea de un Dios creador.
Con la ayuda de un sacerdote, el Padre Huvelin, Carlos empezó a conocer la verdadera esencia del cristianismo y a darse cuenta de que su vida carecía de lo que más anhelaba. Abriendo su corazón al Señor, hizo una sincera confesión de vida al sacerdote y optó por un estilo de vida más austero y comprometido.
Después de peregrinar a Tierra Santa con la intención de andar por los caminos por los que caminó Jesús, Foucauld ingresó al monasterio Notre Dames-des-Neiges para ser monje trapense; allí tomó el nombre de Marie-Alberic. Posteriormente fue enviado al Monasterio de Akbes en Siria y luego se instaló en Roma, donde empezó a estudiar. Sin embargo, decidió dejar la Trapa, ya que los pueblos del norte de África, con los que había vivido, estaban constantemente en sus pensamientos y deseaba hacer algo por ellos.
Finalmente volvió como peregrino a Tierra Santa -donde permaneció unos años- para luego retornar a Francia. Tras retomar los estudios de teología, fue ordenado sacerdote en 1901.
Espiritualidad del desierto
La tarea de misionero la llevó a cabo con especial dedicación entre los llamados Tuaregs. Escribió varios libros sobre ese pueblo y tradujo los Evangelios a su lengua. También incursionó en la lexicografía, redactando el primer diccionario tuareg-francés. El buen Charles se estableció en el corazón del desierto del Sahara, en Tamanrasset (Hoggar, Argelia), abrazando el estilo de vida eremita y la mística.
En 1909 fundó la Unión de Hermanos y Hermanas del Sagrado Corazón, teniendo como principal objetivo la evangelización de las colonias francesas de África. Sin embargo, nadie perseveró en el proyecto y se quedó prácticamente solo. Entonces, los bereberes, etnia del norte de África, se convirtieron en su nueva familia, en su nuevo mundo. Muchos de ellos reconocían en Charles a un verdadero amigo, y gracias a él cambiaron mucho su punto de vista sobre los franceses y los extranjeros.
“Despojado de todo”
“Creo necesario morir como mártir, despojado de todo, tendido en el suelo, desnudo, cubierto de heridas y de sangre, de forma violenta y con una muerte dolorosa”, había escrito el santo, con extraordinaria dureza, prefigurando sin saber lo que sería su final.
Diez congregaciones religiosas y ocho asociaciones espirituales han sido inspiradas por el testimonio y carisma de Foucauld.
Carlos de Foucauld fue beatificado por el Papa Benedicto XVI en el año 2005. Su canonización es bastante reciente, data del 15 de mayo de este 2022. El Papa Francisco lo canonizó junto a un numeroso grupo de beatos entre los que se encontraba Titus Brandsma, santo neerlandés que luchó contra el nazismo, y Devasahayam Pillai, conocido como “Lázaro”, converso del hinduismo.
Oración de abandono: https://www.aciprensa.com/recursos/oracion-de-abandono-del-beato-carlos-de-foucauld-3800.
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Fuente: Aci Prensa














