Hoy se celebra a San Ramón Nonato, patrono de las embarazadas y parturientas

Hoy se celebra a San Ramón Nonato, patrono de las embarazadas y parturientas

Patrono de los no nacidos

El apelativo “nonato”, término que proviene del latín nonnatus (no nacido), le fue dado por la manera en que Ramón llegó a este mundo: fue extraído, mediante cesárea, del útero de su madre cuando esta se hallaba muerta. En virtud de aquel singular hecho, la tradición le ha conferido a San Ramón el título de “patrón de las embarazadas, parturientas, parteras y recién nacidos”.

Si hay alguien que haya pasado por el mismo trance o haya sufrido circunstancia relativa o semejante, sea madre, padre o hijo, no puede tener mejor amigo e intercesor que San Ramón. Lo mismo ha de decirse de los pequeños que por diversos motivos no pudieron o no los dejaron nacer.

Redentor de los cautivos

Ramón ingresó a la Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos, cuyos miembros son conocidos como mercedarios. La Orden de la Merced, como también se le conoce, fue fundada por San Pedro Nolasco en 1218 con un propósito concreto: rescatar a los cristianos tomados prisioneros por los musulmanes en el norte de África.

Un candado para que se calle… pero no se calló

En cautiverio, Ramón se dedicó a anunciar al Señor y a dar consuelo a quienes, como él, estaban privados de su libertad, viviendo en condiciones infrahumanas. El santo se mantuvo firme en el encierro con un solo propósito: fortalecer la fe de aquellos a los que Cristo había puesto bajo su cuidado espiritual.

Fueron ocho largos meses los que San Ramón Nonato tuvo que pasar en esta situación, hasta que Pedro Nolasco pudo enviar a otros miembros de la Orden a rescatarlo.

De la mano de la Virgen de la Merced

Posteriormente fue convocado a Roma por el Papa. Ramón emprendió el viaje, pero al llegar a Cardona, a unos diez kilómetros de Barcelona, le sorprendió una violenta fiebre que le quitó la vida. El buen “nonato” partió a la Casa del Padre el 31 de agosto de 1240, con solo 36 años.

“Mujeres, recen a San Ramón Nonato” (Papa Francisco)

El 31 de agosto de 2020, el Papa Francisco envió un mensaje a la comunidad mercedaria del Santuario San Ramón Nonato en Buenos Aires (Argentina) con motivo de su fiesta.

¡San Ramón Nonato, ruega por nosotros, en especial por los “no nacidos”!

…Si deseas conocer más sobre este santo, te recomendamos el siguiente artículo de la Enciclopedia Católica: https://ec.aciprensa.com/wiki/San_Ramon_Nonato.

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Fuente: aciprensa

Hoy se celebra a Santa Rosa de Lima, patrona de América y las Filipinas

Hoy se celebra a Santa Rosa de Lima, patrona de América y las Filipinas

Santa Rosa de Lima es la primera santa de América y la patrona de este continente. En esta fecha, miles de fieles realizan procesiones, misas votivas, liturgias, oraciones y cantos en su honor. En Lima, capital del Perú, los fieles peregrinan a su santuario -el antiguo hogar de la santa, ubicado al lado del templo que hoy lleva su nombre- para dejar sus peticiones y solicitudes por escrito, envueltas como cartas, que son arrojadas al pozo donde ella sacaba agua para su hogar, ubicado en el jardín central del recinto.

La rosa más bella del jardín

Isabel Flores de Oliva nació en Lima (Perú) el 20 de abril de 1586 y fue bautizada el 25 de mayo de ese mismo año. Aunque su nombre era Isabel -puesto en honor a su abuela materna-, una india que servía a la familia empezó a llamarla de cariño “Rosa”, debido a la belleza del color de sus mejillas. Poco a poco, esa forma cariñosa de tratar a la niña sería adquirida por sus propios padres -aunque su uso se limitó inicialmente al entorno familiar-.

Rosa recibió una esmerada educación, marcada por una intensa formación espiritual. Fue en ese proceso que tuvo noticia de la figura y legado de Santa Catalina de Siena (1347-1380), a quien admiraría el resto de su vida.

A los once años, ‘Rosita’ tuvo que mudarse con su familia a Quives, pueblo ubicado en las serranías de Lima, a consecuencia de los problemas económicos acarreados por el fracaso de su padre en la explotación de una mina. Ciertamente, fueron tiempos difíciles para los Flores de Oliva, pero también de profusas bendiciones.

Una de ellas sucedió en 1597: Santo Toribio de Mogrovejo, entonces Arzobispo de Lima, en visita pastoral a Quives, le administró el sacramento de la Confirmación. De acuerdo a la costumbre, el confirmando podía recibir un nuevo nombre. Isabel pidió el de “Rosa”.

Crucificada con Cristo

Al cumplir los 20 años, Rosa regresó a la capital del virreinato con su familia. La joven trabajaba buena parte del día en el huerto y durante la noche cosía ropa para las familias pudientes, con lo que ayudaba al sostenimiento del hogar. A pesar de esas dificultades, era una mujer que irradiaba una paz y una serena y modesta alegría. Para entonces, ya dedicaba muchas horas a la oración y a la práctica de la penitencia.

En ese sentido, Rosa enfrentó abiertamente la suntuosidad y la ostentación. En una ocasión, su madre le hizo una corona de flores y se la puso en la cabeza. La madre quería lucir a su hija en un evento social. Como Rosa no se sintió cómoda con la situación, presionó una de las ramas de la corona, clavándose una de las horquillas; había decidido hacer del incómodo trance una ofrenda de amor. Esa fue para ella una ocasión de penitencia.

Rosa aprendió a aprovechar este tipo de circunstancias para unirse a Cristo sufriente, solo, sangrante, abandonado. Cuando una mujer halagó alguna vez la suavidad de sus manos y la finura de sus dedos, apenas pudo se cubrió con barro. Ese tipo de reacciones, difíciles de hoy, respondieron a una lógica muy particular: Rosa era muy consciente de cuán difícil es dominar el amor propio y la vanidad, así como preservar el corazón exclusivamente para su esposo, el Señor Jesús.

A pesar de que sus padres intentaron casarla, ella se negó y defendió aquello que entendía como una vocación. Así, el 10 de agosto de 1606 ingresó como Terciaria en la Orden de Santo Domingo, inspirada por Santa Catalina de Siena, su “maestra espiritual”. Por sugerencia de un sacerdote dominico, aceptó que la llamaran Rosa de Santa María.

Mística y caridad

Con la ayuda de su hermano Hernando, construyó una ermita en un rincón del huerto de su casa, donde oraba y se mortificaba. En su soledad, de jueves a sábado, comenzó a tener experiencias místicas de diverso carácter. Jesús, el amado, le permitió, por ejemplo, conocer los sufrimientos de su Pasión.

Y es que Rosa tenía el alma ardiendo de amor por Dios y los hermanos. Se cuenta cómo su tono de voz cambiaba y su rostro se encendía cuando hablaba de Él, de su esposo místico; lo mismo que cuando se ponía en presencia del Santísimo Sacramento, o cuando comulgaba. Por supuesto, nada de esto la eximió de las incomprensiones, las burlas de muchos, de alguna falsa acusación o de un rumor maledicente. A ella nada de eso la perturbaba.

Como fuese, de forma inevitable, los limeños empezaron a reconocerla, amarla y a ver en ella una luz que irradiaba santidad, alguien que embellecía e iluminaba la ciudad.

Protectora de Lima

La santa se quedó delante del sagrario con ánimo de protegerlo. Un par de días después, corrió la noticia de que el capitán de la embarcación pirata había muerto, y que el barco se había retirado. Los limeños, entonces, ya no tenían dudas sobre ella: esto había sido un milagro y Rosa su intercesora.

Últimos años

En sus últimos años de vida, la salud de la santa decayó mucho y tuvo que ser recibida en casa de una familia de esposos muy piadosos, Don Gonzalo de la Maza y Doña María Uzategui. La pareja la consideraba como una hija y velaron por ella por casi tres años, hasta el día de su muerte.

A pesar de su débil salud, Rosa oraba así: “Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor”.

Desposorio místico

En 1617, el Domingo de Ramos, ocurrió su “desposorio místico”. Mientras oraba delante de la Virgen del Rosario, el Niño Jesús le dijo: “Rosa de mi Corazón, yo te quiero por esposa”. Ella le respondió: “Señor, aquí tienes a tu inútil esclava; tuya soy y tuya seré para siempre».

Hoy, en la Iglesia de Santo Domingo, en el centro de Lima, se conserva la loseta sobre la cual estaba de pie la santa cuando sucedió su desposorio.

¡Santa, Santa!

Santa Rosa de Lima murió el 24 de agosto de 1617 a los 31 años. Los funerales movilizaron a toda la ciudad. Entre los asistentes estuvieron altas autoridades eclesiásticas, políticas y el Virrey de España en Perú. Pero no solo ellos, estaba el pueblo que pugnaba por entrar a la casa de los de la Maza al grito de “santa, santa”. Muchas personas se acercaron al féretro en el que yacía su cuerpo para arrancar un trocito de su hábito y preservarlo como reliquia. Otras tuvieron que ser dispersadas por la guardia del Virrey porque llegaron hasta arrancarle un dedo del pie.

Santa Rosa fue sepultada inicialmente en el claustro del Convento de los Dominicos, pero su cuerpo después fue trasladado a la capilla de Santa Catalina de Siena en la iglesia del Rosario. Su cráneo se encuentra hoy en la iglesia de Santo Domingo -ubicada a unos pasos de la Plaza Mayor de Lima- junto a los cráneos de San Martín de Porres y San Juan Macías.

El lugar prominente de la mujer en el anuncio del Evangelio

Rosa de Santa María fue canonizada por el Papa Clemente X en 1671, con lo que se convirtió en la primera santa de América. El mismo Pontífice la declaró patrona principal del Nuevo Mundo (América), Filipinas e Indias Occidentales.

En 1992, el Papa San Juan Pablo II, de visita en Perú, dijo que la vida sencilla y austera de Santa Rosa de Lima era “testimonio elocuente del papel decisivo que la mujer ha tenido y sigue teniendo en el anuncio del Evangelio”.

…Si deseas puedes conocer más sobre Santa Rosa de Lima a través de este artículo de la Enciclopedia Católica: https://ec.aciprensa.com/wiki/Santa_Rosa_de_Lima.

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Fuente: Aciprensa

Hoy se celebra el martirio de San Juan Bautista, profeta y mártir de la Verdad

Hoy se celebra el martirio de San Juan Bautista, profeta y mártir de la Verdad

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Fuente: aciprensa
Hoy celebramos a San Agustín, Doctor de la Iglesia y patrono de los que buscan a Dios

Hoy celebramos a San Agustín, Doctor de la Iglesia y patrono de los que buscan a Dios

Poseedor de una fineza espiritual y una profundidad intelectual extraordinarias, Agustín de Hipona no solo ha dejado una huella indeleble en la tradición eclesiástica latina, sino que su pensamiento produjo un impacto decisivo en la ciencia y el saber occidentales.

En San Agustín toda alma que anhela alcanzar la verdad encuentra a un amigo seguro y confiable, en el que no hay ambages. Por eso, es el santo patrono de «los que buscan a Dios”, sea porque nunca lo conocieron, sea porque erraron en el camino.

A San Agustín de Hipona se le considera entre los Padres de la Iglesia, e integra la lista selecta lista de los Doctores de la Iglesia. Fue un brillante orador, filósofo y teólogo, autor de célebres textos entre los que se encuentran las Confesiones y La ciudad de Dios. Sirvió a la Iglesia como sacerdote y obispo.

“Tarde te amé” (San Agustín)

San Agustín de Hipona nació el 13 de noviembre del año 354 en la ciudad de Tagaste, ubicada al norte de África, en territorio que hoy pertenece a Argelia. Sus padres fueron Patricio Aurelio, ciudadano romano, y Mónica, mujer cristiana de probada virtud que alcanzaría la santidad por su abnegación y perseverancia, rezando y luchando por la conversión de su esposo y de su hijo.

Antes de su conversión al cristianismo, Agustín pretendió hacerse de fama y prestigio: pasó primero un tiempo en Cartago (antigua ciudad del norte de África) y luego se trasladó a Roma, capital del imperio. Sin duda, tanto su brillantez como inteligencia excepcionales lo ayudaron a convertirse en un ‘gran orador’ (algo así como los abogados defensores de hoy). Abrazó diversos tipos de doctrinas y creencias, y por largos años estuvo vinculado a la secta de los maniqueos, una de las tantas variantes del gnosticismo.

Las cosas empezaron a cambiar en su vida cuando fue destacado como orador del emperador (retor) en Milán. Allí conoció a San Ambrosio, obispo de la ciudad, cuyo testimonio de sabiduría y habilidad discursiva lo dejaron impresionado como jamás lo había estado. Providencialmente, Agustín pudo reconocer gracias a aquel hombre santo tanto la luz de la Verdad -así, con mayúscula-, algo que venía buscando por años, como, por contraste, la oscuridad en la que se encontraba su errática existencia.

«Nada de comilonas ni borracheras; nada de lujurias y desenfrenos…revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias» (Rom 13,13-14).

El texto y las circunstancias le tocaron el alma y eso aceleró su proceso de conversión. Resolvió cambiar de vida según Cristo, y empezó por renunciar a los placeres de todo tipo que le obnubilaban el alma y a vivir castamente.

Una madre excepcional: Santa Mónica

En el año 387, Agustín fue bautizado en Milán junto a su hijo; tenía cumplidos los 33 años. Siempre consideró que su conversión fue tardía y que desperdició buena parte de su vida buscando lo más grande en cosas que son pura apariencia. La muerte de su madre, Santa Mónica, ese mismo año, le dejó un gran sinsabor con respecto al saber adquirido y que solía ostentar.

Había tomado conciencia por fin de todo el amor y empeño que había puesto su madre en que él cambiase de vida y reciba a Cristo. Nunca antes había percibido con tanta claridad que su madre había sido una mujer de amor profundo por su familia, porque era una mujer llena de amor a Dios. Esta dura experiencia, que se combinaba con una gratitud insondable, marcaría a Agustín para el resto de su vida.

De regreso a África, el santo se propuso llevar una vida de meditación y oración. Sin embargo, Dios tenía otros planes para él.

Un día, asistiendo a la Eucaristía en Hipona, fue interpelado por el obispo Valerio, quien ya había recibido noticias sobre su conversión. Entonces, Valerio le dijo que necesitaba con urgencia un sacerdote que lo asistiera en su labor pastoral. Aunque la idea no le agradó inicialmente, Agustín tomó aquel cuestionamiento como un llamado del Señor.

Así, después del tiempo y la preparación indicada, es ordenado sacerdote; y, cinco años después, obispo. Gobernó la diócesis de Hipona por 34 años, empleando sus dotes intelectuales y espirituales para atender las necesidades del rebaño que Dios le había encomendado.

En agosto de 430, el obispo enfermó y el día 28 falleció. Su cuerpo fue enterrado inicialmente en Hipona, pero luego fue trasladado a Pavia (Italia).

Agustín, un santo para nuestro tiempo

En las últimas décadas, los pontífices han vuelto constantemente sobre la figura de este gran santo y lo han presentado como ejemplo e inspiración para los cristianos de nuestro tiempo. San Juan Pablo II en 1986, con ocasión del XVI Centenario de la Conversión de San Agustín, publicó la carta apostólica Augustinum Hipponensem [San Agustín de Hipona] con el propósito de difundir la vida y obra del Doctor de la Iglesia.

En enero del 2008, el Papa Benedicto XVI se refirió a él como “hombre de pasión y de fe, de altísima inteligencia y de incansable solicitud pastoral… dejó una huella profundísima en la vida cultural de Occidente y de todo el mundo”. Benedicto XVI solía decir que Agustín fue un “buen compañero de viaje” en su vida y ministerio.

En agosto de 2013, el Papa Francisco, durante la Misa de apertura del Capítulo General de la Orden de San Agustín (agustinos), se refirió también a él en estos términos: “Es el hombre que comete errores, toma también caminos equivocados, peca -es un pecador-, pero no pierde la inquietud de la búsqueda espiritual. Y de este modo descubre que Dios le esperaba; más aún, que jamás había dejado de buscarle Él primero”.

Si deseas acceder a más información, te recomendamos revisar el siguiente material que te ofrece la Enciclopedia Católica: https://ec.aciprensa.com/wiki/San_Agustín_de_Hipona.

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Fuente: Aciprensa

Hoy celebramos a Santa Mónica, patrona de las esposas, modelo de mujer y de madre

Hoy celebramos a Santa Mónica, patrona de las esposas, modelo de mujer y de madre

“¡Cuántas lágrimas derramó esa santa mujer por la conversión del hijo! ¡Y cuántas mamás también hoy derraman lágrimas para que los propios hijos regresen a Cristo! ¡No perdáis la esperanza en la gracia de Dios!”, dijo el Papa Francisco durante la homilía de la misa de apertura del capítulo general de la Orden de San Agustín, el 28 de agosto de 2013. El Santo Padre aludía así a la manera particular como Santa Mónica (331-387) se ganó el Cielo.

Una esposa inteligente

Mónica nació en Tagaste, norte de África (actual Túnez), el año 331. Siendo joven, por un arreglo que hicieron sus padres, se casó con Patricio, un hombre violento y mujeriego. Alguna vez le preguntaron por qué su marido nunca la golpeaba teniendo tan mal genio. Es lugar común en la tradición decir que ella, ante la pregunta de qué hacía si su esposo estaba de mal genio, solía responder que su estrategia era no dejarse llevar por el mal  humor: que si él gritaba, ella respondía con su silencio; pues para pelear se necesitan dos y que si lo más conveniente era no responder, se quedaba callada, sin caer en el juego de la provocación.

Quizás hoy, una actitud así podría pasar por alguna forma de sumisión o pasividad, pero era algo muy distinto: Mónica hacía uso de cierta astucia y gran prudencia. Ella sabía muy bien que la violencia -verbal o física- no conduce sino a más violencia. Por eso, es más lógico pensar que ella escogió el mejor camino: el de la inteligencia, la perseverancia, el compromiso con el otro, la paciencia y la esperanza.

Santa Mónica, como queda en evidencia, jugó un rol muy activo dentro de su familia. Nunca dejó de rezar y ofrecer sacrificios por la conversión de su esposo, un hombre lleno de amargura, cosa que finalmente logró. El padre de Agustín, Patricio, se bautizó poco antes de morir y dejó este mundo como cristiano.

Lamentablemente, el dolor de la santa no acabaría allí. Agustín, su hijo mayor, era un joven de actitudes egoístas e impetuosas, que llevaba una vida disoluta y no tenía ningún interés en la fe. Mónica sufría al ver a su hijo alejado de Dios, aunque guardaba la esperanza de que se convertiría como lo hizo su esposo. Ella siguió rezando y ofreciendo sacrificios espirituales por su hijo.

La relación con este pasó por periodos muy difíciles, en los que hubo tensiones e incomprensiones que pusieron a prueba la paciencia y la fe de Mónica. Más de una vez pensó que sus esfuerzos eran inútiles, especialmente cuando veía a su hijo comportarse de manera inmoral, preso de los placeres y hambriento de fama y riquezas.

Se dice que Mónica se apartó de él en varias oportunidades, incluso negándole que permaneciera en su casa. Desesperada, alguna vez se encontró -en palabras del mismo Agustín- con un “sacerdote, cierto obispo, educado en tu Iglesia y ejercitado en tus Escrituras” a pedirle que hable con Agustín y lo convenza de sus errores. Fue entonces que recibió aquella célebre respuesta de aquel pastor: “Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas” (Confesiones III, 12, 21). Dios le daba, de esa manera, el consuelo, la fuerza que le faltaba y la sabiduría necesaria para entender mejor que “nuestros tiempos” no son siempre los tiempos de Dios.

Después de muchos años de incertidumbre sobre la salvación de su hijo, finalmente sus oraciones dieron el fruto esperado. Agustín, después de un largo itinerario espiritual e intelectual que lo había sumido en el vacío, recibió el bautismo en la Pascua del año 387.

Modelo y consuelo para los padres

No mucho tiempo después, cuando ambos -Mónica y Agustín- se encontraban de camino de regreso a Tagaste, la santa cayó enferma y muere en el puerto de Ostia Antica (actual Italia). Tenía 56 años.

En el Ángelus del 27 de agosto del 2006, el Papa Benedicto XVI afirmó: “Santa Mónica y San Agustín nos invitan a dirigirnos con confianza a María, trono de la Sabiduría. A ella encomendamos a los padres cristianos, para que, como Mónica, acompañen con el ejemplo y la oración el camino de sus hijos”.

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Fuente: aciprensa
Agenda oficial para honrar a Ceferino Namuncurá: eventos en Chimpay del 26 al 31 de agosto 2025

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Ceferino Namuncurá es considerado el santo de la Patagonia y reúne a miles de fieles en Chimpay durante la última semana de agosto 2025, en el marco de las celebraciones de su natalicio. Conocé acá el cronograma oficial completo de las actividades.