Por Ulises Forte* .
Buenos Aires, 5 octubre (Especial para NA)– Las exportaciones de carne vacuna en estos últimos tiempos tienen un protagonismo indudable y en estas épocas de campaña y de promesas electorales, representan un hecho concreto.
Significa posicionar los logros de un sector, el nuestro, que fue uno de los pocos que le dio buenas noticias al país en los últimos años y que seguramente las va a seguir dando en los próximos.
Sin irnos muy lejos en el tiempo, tomando el último año, los datos hablan por sí solos, las exportaciones de carne vacuna argentina crecieron un 45% en volumen y un 41% en valor con respecto a 2018.
Se trata de una evolución aún más gráfica, si se agrega que entre 2017 y 2018 las ventas externas de carne vacuna habían aumentado un 77% en volumen y un 50% en valor.
Así, este crecimiento, esta consolidación del sector, se justifica por múltiples factores, pero uno de ellos tiene más trascendencia: el fenómeno de la demanda china, que es vox populi.
En este hito, aunque pueda sonar soberbio, el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) tiene mucha injerencia. ¿Por qué? Porque aun cuando el mercado chino estaba cerrado, allá por el 2005, el IPCVA comenzó a trabajar en la promoción de nuestra carne.
Porque apoyamos al Estado en la apertura y la firma de certificados sanitarios y, fundamentalmente, porque desde hace dos años encaramos una campaña de promoción inédita en la historia de la carne vacuna argentina.
De este modo, pasamos de ser de unos perfectos desconocidos (a diferencia de Occidente, en los países asiáticos la marca “carne argentina” es nueva), a estar disputando el primer lugar entre los proveedores mundiales de carne en ese país, compitiendo mano a mano con Brasil.
Debo señalar que cuando asumí la presidencia del Instituto las exportaciones hacia China era poco más que testimoniales, pero como resultado de las acciones de publicidad, promoción y marketing del IPCVA, las ventas tuvieron un aumento explosivo.
Tanto que entre 2017 y 2018 crecieron un 113% en toneladas y en los ocho primeros meses de este año volvieron a aumentar en un 104% en toneladas y un 116% en valor.
Este despegue fue sin dejar de prestar atención, ni desatender otros mercados tradicionales como la Unión Europea, Chile, Rusia o Israel (mercado que también creció: un 12%) y dando los primeros pasos en Japón y Estados Unidos después de la reapertura del destino norteamericano, por la que tanto trabajamos desde el IPCVA.
Mientras que para la conclusión de este 2019 se espera que las exportaciones de carne vacuna argentina superarán las 730 mil toneladas equivalente res con hueso por un valor de 2.500 millones de dólares, consolidando un crecimiento interanual superior al 35%.
Los números son contundentes, pero no hacen justicia con el verdadero fenómeno de la extraordinaria maquinaria de la producción de carne vacuna, ganadería que implica arraigo en los pueblos, empleo y movilidad social en todo el territorio nacional.
Las empresas frigoríficas se encuentran trabajando con la capacidad instalada a tope, mientras aguardan nuevas inversiones para ampliar la capacidad de frío y generar más empleo en forma directa e indirecta.
Los productores de carne son concientes de que en cuanto estén dadas las condiciones financieras también pueden apostar al crecimiento porque toda su producción, inclusive las vacas de descarte, tiene múltiples destinos.
Esta evolución productiva, a diferencia de otras, se derrama en los pueblos.
Ocurre que cuando crece la producción de carne, se reactivan rápidamente las concesionarias, los talleres, las estaciones de servicio, las gomerías, las agronomías, las veterinarias, se intensifica el consumo y es indudable que prevalece el desarrollo humano positivo.

(*) Presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).

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