Buenos Aires, 3 diciembre (PR/19) — El santacruceño Pablo Borrelli es uno de los grandes especialistas en producción ovina que tiene la Argentina. Ya sea como parte del INTA, o como impulsor de la Ley Ovina, o como integrante ahora de la organización Ovis 21, a Borrelli siempre le obsesionó buscarle la vuelta a la sustentabilidad de la enorme estepa patagónica que alberga desde hace más de un siglo a varios millones de ovejas.

Recién hace pocos años, Borrelli cree haber encontrado una solución al problema más crítico que vive la región: la desertificación. Desde Ovis 21 promueve una ganadería regenerativa con manejo holístico, es decir observando todo el sistema agroecológico productivo y actuando en consecuencia para revertir ese triste proceso en el que la tierra va convirtiéndose en un desierto improductivo, sin vida.

“Me pasé en la década de los ’90 y 2000 diciéndole a los productores que debían bajar la carga animal, para que las pasturas se puedan recuperar. Pero esta recomendación fue inútil y tuvimos que reconocer que con dicha receta le habíamos errado. En vez de curar al paciente lo seguíamos matando”, admitió el experto en una entrevista con Bichos de Campo.

Desde hace décadas, toda la Patagonia y la producción ovina que allí es casi una monocultura, están enfrentando grandes problemas debido a la desertificación provocada por el sobrepastoreo de los animales durante más de un siglo. Desde la década de los años ’80 ya se evidenciaba este deterioro de las tierras que, como describe Borrelli, era producto de la selección de los mejores pastos por parte de las ovejas. Este proceso terminó por diezmar la población de muchas especies forrajeras. Y eso a su vez provocó el deterioro de los suelos.

Borrelli describe que antes de la llegada de los europeos, toda la Patagonia mantenía un equilibrio entre los herbívoros y sus depredadores. Los rumiantes (guanacos) se iban moviendo en manada para cuidarse de sus enemigos naturales, y eso hacía que los pastos se puedan recuperar.

Pero luego llegaron los inmigrantes, que traían la tradición ganadera desde zonas más húmedas y en consecuencia con mejor oferta de pastos. Ellos pusieron alambres, controlaron a los pumas y zorros. Las majadas de ovejas se empezaron a mover a gusto y piacere. Comieron cada brote tierno que aparecía.

“En un ambiente árido como éste, eso terminaba matando a las plantas, dejando el suelo expuesto. Y con el viento la erosión eólica es tremenda; los suelos terminan en el mar”, explicó Borrelli, que reconoce no sin vergüenza que durante años él mismo recomendó a los ganaderos achicar la carga de ovejas porque no había suficiente pasto disponible para alimentarlas. Es decir, la recomendación era achicar el negocio en un círculo cerrado peligroso: menos pasto, menos ovejas, menos productores, menos empleo y menos pueblos en la región.

A fines de la década del 2000, este especialista decidió dar una vuelta de página y empezó a estudiar el manejo holístico. Este sistema modifica el concepto de manejo de las majadas: de los planteos extensivos tradicionales se pasa a pastorear intensivamente sobre parcelas más pequeñas, para luego rotarlas y dejar que se recuperen aquellas especies deseadas.

Según cuenta Borrelli, los resultados de estas experiencias en la Patagonia, sobre una considerable cantidad de estancias, fueron notables. Y llegó el día en que desde Ovis 21 pudieron recorrer el camino inverso y empezaron a recomendar a los productores que aumenten la carga animal, porque había pasto suficiente. verdadero renacer para todo productor. Que hasta empezaron a identificar especies que hacía años que no veían.

En base estos resultados positivos en la remediación de los pastizales patagónicos, la provincia de Chubut está llevando a cabo un programa oficial que se llama Chubut Regenera y en su primera etapa incluye a 24 campos que suman 285 mil hectáreas. Se trata de la provincia con mayor cantidad de ovinos del país. La provincia lanera por excelencia.

“Durante años se ha tratado el tema de la desertificación atacando sus síntomas y no sus causas. Ha habido plata para tapar los problemas durante décadas, tratando de que los productores no se mueran, pero se morían igual. Y la solución estaba adentro y sin poner plata, porque esta es una tecnología de procesos, es sentarse a diseñar el pastoreo. No es una tecnología, como traer una semilla de Estados Unidos o nada de eso”, explicó el especialista.

Fuente: Bichos de Campo

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