Por Marcos López Arriazu

Buenos Aires, 1 agosto (PR/20)  — Alberto Fernández tomó un concepto que engloba todas las actividades referentes a la bioeconomía y que podría ser clave para la salida de la crisis .

El Gobierno se muestra decidido a avanzar en una nueva relación con la agroindustria y es el propio Alberto Fernández quien desde hace varias semanas se encarga de enviar mensajes positivos al sector.

En su afán, el Presidente incorporó un concepto que repite en cuanto discurso o entrevista tiene oportunidad. Es el de la “vaca viva”, un guiño hacia una Argentina agroindustrial que, al menos en su nombre, encierra una dicotomía con Vaca Muerta.

El primero en hablar de “vaca viva” en el Gobierno fue el actual veedor en Vicentin, Gabriel Delgado. Lo usó en la conferencia de prensa donde se anunció la expropiación de la cerealera, como forma de subrayar la posibilidad de sinergizar la actividad petrolera con la agroindustrial.

Pero Delgado no es quien desarrolló el concepto. Su autor es Fernando Vilella, un ingeniero agrónomo, exdecano de la Facultad de Agronomía de la UBA, que hoy dirige el Programa de Bioeconomía de esa casa de estudios.

Aunque con humildad, Vilella no oculta que “es bastante emocionante” escuchar al Presidente cuando adopta su concepto.

Si bien él mismo admite que el nombre vaca viva “no es más que fuegos artificiales con un juego de palabras”, asegura que “detrás de eso hay millones de argentinos que pueden tener una calidad de vida mejor”. Y hasta le mete presión a Alberto Fernández: “Podría ser un gran legado de su presidencia”.

Fernando Vilela es el “dueño” de un concepto detrás del cual, asegura “millones de argentinos pueden tener una calidad de vida mejor”.

¿Qué significa realmente Vaca Viva? Lo primero a tener en cuenta es que no se refiere solo a la ganadería, sino que engloba todas las actividades referentes a la bioeconomía, que incluye a la ganadería, pero también la industria forestal, la biotecnología y las Agtech, para mencionar algunos ejemplos. Su nombre surgió como un obvio llamado de atención, cuando todos los ojos de la política y la economía se centraban únicamente en Vaca Muerta.

“Todos los gobiernos, desde Cristina Fernández para acá, incluso el actual, venían trabajando la idea de que Vaca Muerta podía ser una de la salida de la Argentina en términos económicos. Se instaló como motor de crecimiento, pero yo asimilo Vaca Muerta a la economía del petróleo, la economía Siglo XX, una economía que está transfigurándose hacia sistemas energéticos más eficientes, más sustentables y amigables con el ambiente”, contó Vilella a A24 Agro.

En ese contexto, le pareció que, “apalancado sobre Vaca Muerta, se podía generar algo distinto, asociado a lo moderno, al territorio y a las cadenas agroindustriales con tecnificación”.

Así nació la vaca viva hace cuatro años y de esta forma comenzó nuestra charla.

– ¿Por qué vaca viva?

Las administraciones nacionales y muchos economistas planteaban que para poner en marcha Vaca Muerta se requería un financiamiento en torno a los USD 10 mil millones anuales. Y para que los grandes inversores extranjeros llegaran debían darse marcos regulatorios especiales. Hablamos de diferimientos de impuestos, desgravaciones de cargas laborales, la aceleración en la amortización de los bienes, la devolución inmediata del IVA, entre otros. En ese contexto y reflexionando en la importancia que puede tener en un proyecto nacional de desarrollo federal equitativo, que yo lo entiendo en base a la bioeconomía, se me ocurrió contraponer ese concepto ya conocido de las industrias del pasado, contaminantes, con este de vaca viva.

Vaca viva se asocia a todos los formatos de la bioeconomía posible, donde la Argentina tiene grandes posibilidades, pero hay que trabajar, desregular muchas cosas, otras que formular y leyes que hacer.

– ¿Cuáles son las oportunidades para desarrollar esa vaca viva?

Cuando analizamos las capacidades y las exportaciones de Argentina vemos que, por ejemplo, somos el tercer productor de granos de maíz del mundo. Pero dos terceras partes de lo que producimos lo exportamos como grano, mientras Brasil exporta el 40% y Estados Unidos el 17%. ¿Qué pasa con la diferencia? Ellos lo transforman en proteínas, en alcohol, en productos de la química verde. Mientras tanto, nosotros vendemos un producto que vale poco por tonelada, sin transformarlo localmente. Otro caso es el de la harina de soja, que exportamos el 90% de lo que producimos. Ambos se usan para elaborar alimentos balanceados en otros países. Es decir, la matriz exportadora de la Argentina es primaria y no hace transformación.

– ¿Por qué la Argentina no transforma su materia prima?

En mi criterio no hay una política que ayude a las inversiones, porque transformar ese maíz en carnes o productos más elaborado necesita el aporte de capitales y, para eso, el inversor tiene que tener la certeza de que va a recuperar lo que puso y va a ganar plata. Eso no está pasando, entonces uno ve que las exportaciones de la Argentina cada vez son más primarias. Por eso me llama la atención que se está pensando en favorecer a grandes inversores internacionales del petróleo y no a otros que tienen que ver con la agroindustria, que a veces son grandes, a veces extranjeros, pero la mayoría son argentinos.

– ¿Qué puede ofrecer la agroindustria a la salida de la pandemia?

La crisis que se viene va a ser de mayor intensidad que la de 2002. Entonces, generando trabajo y divisas, sin necesidad de importaciones como sucede con muchos otros rubros, las actividades de la bioeconomía serán claves en la recuperación del país. Vaca viva es la solución de una parte de los problemas en los que estamos.

– ¿Qué actividad puede responder más rápido?

A partir de las problemáticas de la Fiebre Porcina Africana que generó la desaparición de la mitad de los cerdos de China, el país con mayor stock del mundo, y que en términos globales significa que hoy tenemos una cuarta parte menos de cerdos que hace un año y medio atrás, se generó una demanda importante de todo tipo de proteínas animales. No solo de carne de cerdos, sino de vacunos y pollos. Y si tuviéramos una industria de la piscicultura, lo mismo. Esta es una salida inmediata porque están los mercados.

Después hay muchas producciones regionales que están vinculadas a alimentaciones humana directa: frutas, aceite de oliva, vinos, que muchos de ellos tendrían una posibilidad de crecer generando trabajo y desarrollo en esos lugares en forma relativamente rápida.

– ¿Qué es exactamente la bioeconomía?

Es la transformación de biomasa en productos de mayor valor. Es agregarle valor a las plantas y animales que tenemos en el campo y hacerlo en forma sustentable, sin impacto ambiental y ni social.

El caso del Establecimiento agropecuario Las Chilcas, en el norte de Córdoba, es un buen ejemplo. Eran productores de maíz que exportaban como grano; hoy ese maíz lo transforman en etanol con una minidestilería y ahí obtienen dióxido de carbono que lo venden a las empresas de gaseosas. Lo que les queda de residuo, la burlanda, la usan para alimento de ganado estabulado. También hacen cerdos con maíz y soja local. Con todo el estiércol de los vacunos y los cerdos hacen biogás, que genera energía para la minidestilería. Pero el excedente de la energía se inyecta a el sistema eléctrico nacional. Además, lo que queda de residuo del estiércol es utilizado como fertilizante orgánico que vuelve al campo. Entonces cada uno de esos pasos genera un insumo con lo que antes era un desecho, con su consiguiente impacto ambiental. Antes vendía maíz, ahora se venden etanol, dióxido de carbono, carne vacuna y de cerdo, energía eléctrica y fertilizantes. Eso es bioeconomía, una economía circular donde se minimiza el impacto ambiental, pero además se genera trabajo de calidad por la demanda de técnicos especializados. Así se va logrando el desarrollo local.

– ¿Otros países apuestan a la bioeconomía para su futuro?

Hay más de 40 países que tienen su proyecto de desarrollo vinculado a la bioeconomía. En su mayoría son países europeos, más chicos, pero el concepto de bioeconomía atraviesa toda su estrategia de desarrollo.

En países como el nuestro, con una plataforma fotosintética enorme, que genera biomasa per cápita unas siete veces mayor a la de Alemania, es una gran oportunidad. La clave será traer la tecnología, montar la infraestructura y acercar a los técnicos a los lugares de producción.

Sobre graneros y supermercados
Vilella destaca su relación de años con Gabriel Delgado. Son amigos y en el último tiempo realizaron varios seminarios juntos. “Tenemos afinidades sobre cómo debe ser el modelo de desarrollo. Y él toma este concepto de vaca viva y lo usa en todos lados”, contó.

Lo importante es que esas frases fácilmente vendibles impulsen acciones. Y en esa búsqueda, Vilella tuvo algunos pasos como funcionario. Por pocos meses fue Subsecretario de Asuntos Agrarios en el inicio de la gobernación de Daniel Scioli, lugar que dejó en 2008 tras la disputa de la resolución 125. Más recientemente fue asesor del ministro de Agroindustria de la provincia, Leonardo Sarquís, con quien impulso el programa de bioeconomía provincial.

Pero esta no es la primera vez que un primer mandatario toma un concepto de Vilella para transformarlo en bandera de política de Estado. Mauricio Macri se cansó de hablar de supermercado del mundo, también acuñado por Vilella.

“Macri usaba el pasar de ser el granero del mundo a ser el supermercado, una frase que acuñamos hace unos ocho años. Pero era una etapa distinta, creo que hoy la Argentina no está en condiciones de ser supermercado porque en los productos de medio y bajo valor no tiene competitividad. Con nuestro sistema gremial, logístico, de energía, etc, somos caros para competir con otros países. Podemos avanzar en productos premium y proteínas, pero hay que construir las condiciones para que no solo nuestros los productos boutique sean competitivos”, afirma.

– ¿Qué siente ahora que Alberto Fernández habla de vaca viva?

Es bastante emocionante que un Presiente use un argumento que uno está construyendo. Pero más allá de eso, le diría a Alberto Fernández que vaca viva es una parte inherente al futuro de la Argentina. Los conceptos detrás del cartel -que no es más que fuegos artificiales con un juego de palabras- encierran la posibilidad de que millones de argentinos puedan tener una calidad de vida mejor, en el conjunto del territorio, desconcentrando las ciudades y cortando las migraciones.

El concepto de la vaca viva podría ser un gran legado de su presidencia si es capaz de articular los intereses para que se lleve adelante.

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Fuente: A24 Agro