Por Teo Zorraquin*.
Buenos Aires, 19 agosto (PR/20) — Para intentar ser buen empresario hay que saber leer las señales externas e internas.
Entender indicadores que permitan adaptarse o corregirse para buscar competitividad. Esto en las empresas de agro también aplica.

Entre los indicadores externos podemos mencionar los que tienen que ver con el mundo, los macroeconómicos de nuestro país, los movimientos políticos del gobierno y el tipo de señales que emite hacia el sector.

Y por último los climáticos. En este 2020 vemos un mundo muy condicionado por la pandemia del Covid-19. Un mundo que según el FMI va a caer casi un 5% este año en promedio con una posibilidad de “rebotar” un 5,5% en 2021.

En este último tiempo se han recuperado las importaciones de Asia (principalmente China) y Europa, lo que es favorable para la Argentina. Los precios de los commodities en general se han recuperado un poco luego de tocar pisos, otra señal positiva para nuestro país. A nivel interno, la economía no ha dado buenas noticias.

La extensa cuarentena ha afectado a muchas actividades, y el país va a decrecer entre el 10% y el 12% este año, con indicadores crecientes de desempleo y pobreza.

Las cadenas agroalimentarias han escapado parcialmente a este derrumbe, siendo uno de los principales motores para intentar una recuperación.

El hecho de haber llegado a un acuerdo con los bonistas de ley extranjera es una buena noticia porque genera más tiempo para acomodar las finanzas del país. Pero es clave reducir el déficit fiscal y generar una balanza de pagos equilibrada en el tiempo para evitar volver a las andadas dentro de unos años.

Los niveles de emisión de dinero actuales son insostenibles y aumentar la presión fiscal aún más sería matar a la actividad privada. Gran desafío para este Gobierno y los que vendrán poder hacer un manejo racional y austero de la economía, generando confianza para que vuelvan las inversiones.

Al ver los pronósticos de mediano plazo sobre el clima, todo indica que nos aproximamos a un escenario Niña o Neutro, lo que marcará falta de humedad en la zona más productiva de Argentina. Sin duda una mala noticia, que obligará a replantear fechas de siembra y planteos tecnológicos.

Entre los indicadores internos, propios de la empresa, hay que analizar los referentes a la capacidad de producción y comercialización, la estructura de costos, la eficiencia en los procesos y aquellos relacionados con la competitividad. O sea, todo aquello que está directamente relacionado con la gestión empresaria.

Para resumir, enumeramos a continuación los diez criterios con los cuales medimos la competitividad en las empresas del agro. Características que se destacan positivamente en las empresas a las que les va mejor. No son los únicos, pero para nosotros son los principales. Estos son:
1 Objetivos claros y compartidos
2 Roles y niveles de organización bien definidos
3 Gente que trabaja a gusto
4 Escala suficiente
5 Buena generación de información
6 Ágiles en la toma de decisiones
7 Alta eficiencia operativa
8 Actitud de innovación
9 Bien relacionadas con su comunidad
10 Ganan dinero (consecuencia)

Cada empresa deberá revisar a conciencia qué puede mejorar para ser sustentable en el tiempo. Por último, está el indicador emocional. La forma en que cada empresario vive las crisis.

Aquéllos en los que prime la decepción y la falta de confianza en el futuro generarán entornos más conservadores y con menos energía dedicada a crecer y renovarse. Aquellos, que aún en un entorno poco agradable para hacer negocios, perciban que hay oportunidades y que conserven intacta su capacidad de análisis y de correr riesgos, cuentan con un plus que los ayudará a corregir más rápido sus ineficiencias y a adaptarse a un clima de negocios poco propicio.

Cada empresa y cada persona es un mundo en sí mismo. Eso es lo fascinante.

(*) Director de Zorraquin + Meneses y Asoc.

Primicias Rurales

Fuente: Especial para NA