Buenos Aires, 15 octubre (PR/20) — Así como las malezas comenzaron a ser un problema importante y hubo que reaprender mucho sobre su control, se observa una trayectoria similar en el caso de las plagas y, en ese marco, es crucial contar con herramientas que permitan actuar con anticipación.

“Por ese motivo, desde el año 2018 CREA y la Asociación Semilleros Argentinos (ASA) llevan adelante el Proyecto Plagas con el propósito de analizar el uso de buenas prácticas orientadas a la preservación de las tecnologías Bt en maíz, soja y algodón”, explica Lucas Cazado, coordinador del proyecto.

En la campaña 2019/20 los integrantes del Proyecto Plagas monitorearon 97 sitios de maíz tardío localizados en 14 regiones CREA del norte y centro argentino. Las evaluaciones detectaron que en la mayor parte de las zonas agrícolas los eventos biotecnológicos funcionaron de manera adecuada para el manejo de Spodoptera frugiperda en etapas vegetativas del cultivo, aunque se detectaron fallas en algunos sectores de Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Chaco y NOA, en los cuales se presentó una elevada presión de la plaga.

De todas maneras, la extensión del uso de híbridos de maíz que contienen el evento Vip3 (Viptera 3, Leptra y Power Core Ultra) permitió mejorar de manera notable el control de Spodoptera frugiperda en aquellas regiones productivas con alta presión de la plaga.

“El evento MIR 162 que produce la proteína insecticida Vip 3A se encuentra en los materiales Viptera 3, Leptra y Power Core Ultra, los cuales ofrecen una alternativa efectiva de control de Spodoptera frugiperda, pero, ante una elevada presión de la plaga, debemos instrumentar todas las alternativas agronómicas disponibles para cuidar ese modo de acción porque no existe otra tecnología en ciernes que pueda reemplazarlo”, señala Lucas.

Tanto Spodoptera frugiperda como Helicoverpa zea fueron detectadas en etapas reproductivas (R4) en todas las regiones productivas (H. zea con mayor presencia en el sur de la región pampeana). En todos los casos los híbridos Bt evidenciaron un control efectivo de las plagas en espigas.

En lo que respecta a Diatrea saccharalis, se detectó nuevamente en la campaña 2019/20 daños en etapas reproductivas del cultivo de maíz tardío en algunos refugios localizados en la zona central argentina, pero la efectividad de control de los materiales Bt resultó exitosa en toda las regiones.

Tanto en la macrozona norte como en la sur se detectaron mayores daños de Spodoptera frugiperda en etapas vegetativas en refugios sembrados entre la segunda quincena de diciembre y la primera de enero.

En la campaña 2019/20 se relevó que un 74% de los refugios de maíz tardío en la macrozona norte recibieron aplicaciones de insecticidas, mientras que esa proporción había sido del 46% en 2018/19.

“En algunos lotes se relevaron en la campaña pasada hasta tres aplicaciones en refugios, cuando el propósito de los mismos es, justamente, ser fuente de individuos susceptibles que, al cruzarse con eventuales insectos resistentes provenientes del Bt, generen descendientes también susceptibles, contribuyendo así a preservar en el tiempo la efectividad de la tecnología de control de insectos”, explica el técnico CREA

IRAC Argentina, capítulo argentino de Insecticide Resistance Action Committee, recomienda realizar hasta dos aplicaciones antes de la etapa vegetativa intermedia (V8) para luego interrumpirlas en el resto del ciclo productivo del cultivo.

“Vamos a trabajar en un modelo de gestión de refugios en las diferentes zonas productivas para garantizar el mayor rendimiento posible en los mismos sin dejar de cumplir con el propósito original del mismo, que es la producción de individuos susceptibles”, anticipa Lucas.

En lo que respecta al uso de principios activos empleados para el control de S. frugiperda, si bien las diamidas eran las más utilizadas hasta el ciclo 2018/19, en la última campaña su uso ha decrecido a la par del aumento de las piretrinas y spinosinas.

“Un gran logro del Proyecto Plagas es haber podido consensuar un protocolo unificado de monitoreo de plagas con una metodología que, además de ser sencilla, permite gestionar grandes volúmenes de datos con bastante rapidez en diferentes regiones productivas”, remarca Lucas.

El relevamiento sistemático de datos en campañas sucesivas, con distintas condiciones ambientales, es un aspecto clave para poder identificar en cada una de las regiones las mejores prácticas de manejo agronómicas que pueden emplearse para reducir la incidencia de plagas, con un enfoque integral, tanto en cultivos Bt como en el refugio.

“La red de monitoreadores del proyecto, además de realizar un seguimiento sistematizado de las principales plagas que afectan al maíz, es útil para detectar también, de manera temprana, presencia incipiente de nuevas plagas que puedan llegar a transformarse en un problema”, afirma.

Otro de los aportes fundamentales del Proyecto Plagas es concientizar a los técnicos y empresarios agrícolas sobre la importancia de realizar monitoreos sistemáticos en cultivos de maíz, algo que permite detectar umbrales de control, dado que muchos de los productos disponibles no son efectivos si se los aplica en momentos inadecuados.

El Proyecto Plagas CREA-ASA se inició en la campaña 2017/18 en lotes de maíz tardío para luego relevar cultivos de soja a partir de 2018/19. En 2019/20 se evaluaron también lotes de algodón en Norte de Santa Fe. El propósito del programa es analizar el uso de buenas prácticas orientadas a la preservación de las tecnologías Bt, de manera tal de promover herramientas efectivas que contribuyan a realizar una utilización generalizada y adecuada de las mismas.

El presente artículo fue publicado en la última edición de la Revista CREA.

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Fuente: Valor Soja