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Molino Cañuelas, que aún conserva un 25% de participación en la capacidad de procesamiento de trigo de la Argentina, acaba de presentar el concurso preventivo de acreedores tras navegar por aguas turbulentas durante los últimos tres años.
Los Navilli no son advenedizos en este mercado. Hace exactamente 90 años, en 1931, ingresaron a la molienda de trigo con la adquisición de Molinos Florencia, a lo que le siguió una seguidilla de adquisiciones, incluída en 1977, la compra de Molino Cañuelas, en la provincia de Buenos Aires que hizo popular al grupo. En los últimos años, la familia se subió a un tren de ambiciosas inversiones que incluyeron la compra de los activos de molinería de trigo de Cargill en la Argentina y un fuerte avance sobre el negocio de congelados, pero esas mismas apuestas dejaron a la familia en un callejón, aparentemente, sin salida.
Aldo Adriano, Ricardo Alberto, Carlos Adriano Navilli y Marcos Aníbal Villemur, hijo de la recientemente fallecida Adriana Elba Navilli, son los accionistas en partes iguales del gigante alimenticio que llegó a facturar US$ 2007 millones, en 2016.
Los números de Molino Cañuelas
En los documentos que la familia presentó ante la Securities and Exchange Commission (SEC) en 2017, a propósito de su intento por debutar en la bolsa de comercio de Nueva York en búsqueda de dinero fresco, se puede tomar dimensión del conglomerado de empresas que conforman lo que popularmente se conoce como Molino Cañuelas.
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En el segmento de alimentos la firma sumaba más de 600 productos con marcas de consumo masivo como Cañuelas, Pureza, 9 de Oro, San Agustín, Mamá Cocina, Paseo y Florencia. A través de ellas, participa en las categorías de productos de aceite vegetal, harina, bizcochos, galletas y crackers, premezclado y pan rallado donde, según Nielsen Reports o CCR Reports, tenía cuotas de mercado de 26,0% (aceite vegetal), 41,7% (harina ), 34,1% (subcategoría de galletas), 27,0% (productos premezclados) y 25,5% (pan rallado), respectivamente, para el año terminado el 30 de noviembre de 2016. Sin embargo, en el segmento de paquetes de harina de un kilo, hoy, Morixe le arrebató el primer lugar.
Por otro lado, el 31 de agosto de 2016, Molino Cañuelas completó la adquisición de los activos harineros de Cargill en la Argentina, incluidas siete plantas bajo la firma Trigalia por la cual pagaron $ 736 millones. En ese momento, tras la operación, el grupo sumaba 3,12 millones de toneladas de capacidad anual y, según la Federación Argentina de la Industria de la Molienda (FAIM), era el mayor productor de harina de trigo en Argentina, procesando más del 28,5% en 2016. También, según Euromonitor, Molino Cañuelas era el mayor exportador de harina del país, con un 44,2% del total de harina de trigo enviado al exterior desde Argentina en 2016.
Las operaciones incluían 21 plantas de producción ubicadas en Argentina, Uruguay y Brasil. Las mismas se abastecen de materias primas agrícolas principalmente de una red de más de 8000 productores, a quienes venden una variedad de bienes y servicios para apoyar sus actividades de producción principalmente a cambio de sus productos agrícolas. Esa unidad de negocios, denominada Compañía Argentina de Granos, se desarrolla sobre una red de 62 sucursales, 44 tiendas de suministro único y 21 centros de acondicionamiento y almacenamiento, cubriendo una porción sustancial de las áreas agrícolas productivas de Argentina, con acceso a grandes cantidades de productos.
El EBITDA (margen bruto) para el primer semestre del ejercicio 2017 aún exhibía números positivos: fue de US$ 52 millones y se especulaba que la familia podía reunir hasta US$ 330 millones a cambio de ceder un cuarto de participación de la compañía en su debut bursátil internacional y así ordenar su situación financiera. Sin embargo, las turbulencias locales y la coyuntura internacional impidieron ese debut y, poco tiempo después, la deuda de toda la compañía se llegó a estimar en US$ 1300 millones.
Molino Cañuelas: los intentos por salvar la compañía
En 2018, Argentina ingresó en un derrotero crítico que arrastró a muchas compañías con deudas en dólares a una situación límite. Ese es el caso de Molino Cañuelas. Sin poder acceder a financiamiento en los mercados internacionales y con tasas inviables en el mercado local, la familia optó por ganar tiempo y buscar otras alternativas para sanear su situación financiera.
En 2018, Bloomberg informó que la familia Navilli encomendó al Bank Of America la venta de un puerto con el que esperaba hacerse de US$ 50 millones.
A su vez, se especuló con la venta de otros activos de la familia, como las 72 hectáreas del Cañuelas Golf Club, en las afueras del oeste de Buenos Aires. Según allegados a la familia, el proceso de desinversión no incluye de ninguna manera el campo de golf. Sin embargo, algunos de los activos agropecuarios habrían cambiado de manos en los últimos años. La familia Navilli participa del negocio agrícola-ganadero, a través de Selene, entre otras sociedades que reunirían alrededor de 60.000 hectáreas propias, 24.000 de ellas con aptitud agrícola. A su vez, son dueños de un tambo en la provincia de San Luis que se encuentra entre los 35 mayores productores de leche fluida del país.
En la compañía, más allá del comunicado oficial, aseguran que la operación de sus unidades de negocios no se salió de lo habitual en los últimos años, con un correcto abastecimiento de sus canales, pago de salarios e incluso ciertas inversiones y atribuyen los problemas a una cuestión meramente financiera con sus acreedores, no así con sus proveedores. Sin embargo, otros empresarios del sector vaticinan cambios en el mercado, donde la mayor penetración de otras firmas en el canal retail con los paquetes de un kilo y las dificultades al acceso al capital de trabajo para la compra de granos puede desencadenar un encarecimiento en la originación.
* Periodista de negocios especializado en empresas de familia (Twitter: @facusonatti)
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Fuente: Agrofy News