Buenos Aires, 6 septiembre (PR/22) — En Argentina, la producción orgánica muestra un crecimiento sostenido, en actividades como legumbres, vid y frutales, entre otros. De acuerdo a estadísticas oficiales, en 2021 se cosecharon 96.475 hectáreas bajo esta modalidad, cifra que marca una tendencia ascendente en la última década.

La producción de alimentos bajo sello de certificación orgánica gana adeptos día a día, tanto a nivel doméstico como en los mercados externos, en destinos como Estados Unidos y países de la Unión Europea.

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Quienes trabajan bajo esta modalidad, no emplean productos de origen químico ni de organismos genéticamente modificados. Con este fin, en Argentina existen una serie de resoluciones que ordenan esta actividad, como así también certificaciones de organismos internacionales, para quienes apuntan a colocar su producción en mercados externos.

En nuestro país, existe la Ley 25.127 y una serie de decretos y resoluciones -tanto de Agricultura como del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa)- que regulan a la producción orgánica.

VINO ORGÁNICO

Una de las producciones orgánicas que gana espacio en el mapa productivo argentino es el vino. En Mendoza, Infocampo visitó las instalaciones de Bodega Argento, que pertenece al Grupo Avinea y nuclea a marcas como Pacheco Pereda y Cuesta del Madero, para conocer de primera mano una producción de estas características.

En total, este grupo cuenta con un total de 355 hectáreas bajo certificación orgánica, superficie que lo posiciona como el mayor productor de vinos orgánicos en Argentina y en el pelotón de los más destacados a nivel mundial.

En la Finca Alto Agrelo, emplazada en la parte más elevada de la región del Agrelo, en el departamento de Luján de Cuyo, la firma Argento cuenta con 231,8 hectáreas destinadas a la producción orgánica de la vid.

Un 80% de la uva producida es Malbec y el resto se divide en las variedades, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon, Semillón, Chardonnay, Petit Verdot y Syrah.

EL DESAFÍO DE PRODUCIR SIN AGROQUÍMICOS

La bodega produce bajo normas de certificación orgánica, como BRC Food Certificated y Orgánico Argentina, entre otras. También trabajan bajo el sello Fair Trade, que apunta a la sustentabilidad económica de la cadena comercial.

Un factor clave en la elaboración de vinos, además del tipo de uva, radica en la composición del suelo. “El Malbec está sobre distintos tipos de suelo, como arenosos o de textura más limosa y eso hace que la expresión de la planta sea totalmente distinta, no solo en expresión vegetativa sino también en kilos por hectárea”, explicó Cecilia Acosta, gerente Agrícola de la bodega.

Los rindes del Malbec oscilan en un promedio de 10.000 a 12.000 kilos por hectárea, con un rendimiento por planta que puede variar de 1 a 2 kilos. El costo de producción final del cultivo fluctúa entre los U$S4.000 a U$S 4.500 por hectárea.

El viñedo se encuentra al pie de la Cordillera de los Andes, con una altura de 1.070 metros sobre el nivel de mar y predominan un tipo de suelo limo arenoso, con cantos rodados de diversos tamaños, que provienen de desprendimientos de la cordillera.

LA REPOSICIÓN DE NUTRIENTES
La certificación orgánica establece que no se pueden emplear agroquímicos. En este contexto, uno de los desafíos productivos radica en la reposición de nutrientes. “Hacemos un seguimiento foliar en cuatro momentos del año y eso nos dice cuánto nos extrae la uva y cuánto nutrientes necesita la planta”, explicó.

 

Acosta señaló que en los esquemas de fertilización, para reponer nitrógeno y magnesio apuntan a no perder de vista la sustentabilidad. El 50% del fertilizante empleado es guano de cabra, que entre sus principales ventajas cuenta con un amplio poder residual y su acción se puede llegar a extender hasta dos años. También utilizan orujo compostado, que proviene de sus viñedos.

“En micronutrientes como boro y zinc no hay limitaciones para su uso, siempre y cuando cuenten con certificación orgánica”, remarcó. Con respecto a nitrógeno, en este esquema solo se puede aplicar 50 kg/ha al año.

La sustentabilidad es un común denominador a lo largo de todo el proceso productivo y dos ejemplos alcanzan para comprobarlo. Para sus labores, operan con maquinarias que permiten ahorrar energía y en paralelo, llevan a cabo auditorías de eficiencia energética.

El cuidado de los recursos suelo y agua es clave en la producción de vid. En Argento reutilizan las soluciones alcalinas del lavado de vasijas, que es enviada a una planta de tratamiento de aguas ,y luego se destina al riego de plantaciones.

De este modo, con un manejo productivo que privilegia el cuidado del medio ambiente y sin descuidar los rindes y la rentabilidad final, la bodega llega tanto a los consumidores locales como en el exterior.

 

 

 

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Fuente: Infocampo