Una empresa argentina implementa en todo el continente proyectos que hacen frente a las principales problemáticas sanitarias y ambientales vinculadas al suministro de agua.

Buenos Aires, 24 de agosto (PR/23) . – En la actualidad según la UNESCO, el 26% de la población mundial (alrededor de 2.000 millones de personas), no dispone de agua potable y el 46% (3.600 millones de habitantes) carece de acceso a un saneamiento seguro. El panorama no es alentador cuando se tiene en cuenta que solo el 0,5% del agua en la Tierra es agua dulce utilizable y disponible y que, según las estadísticas de crecimiento poblacional a nivel global, la demanda mundial de este recurso aumentará entre un 20 y un 30% para 2050.

“La crisis de suministro de agua es el cuarto mayor riesgo para la sociedad durante la próxima década y esa situación representa un punto de inflexión para todos los que invertimos en encontrar soluciones innovadoras a esta realidad que atraviesa a todos los países”, señala Manuel Saurí, CEO y Director Ejecutivo de Proyecto Agua Segura, una Empresa B argentina que desarrolla e implementa proyectos de soluciones basadas en la naturaleza que impacten en el agua y en proyectos de acceso a agua.

“Estudios de la ONU dicen que el 72% de todas las extracciones de agua son utilizadas por la agricultura y el 12% por las industrias. Es por esto que, desde el Movimiento B, creemos que es urgente que las empresas se comprometan con el impacto que generan en las personas y el planeta. El consumo excesivo de agua y la contaminación de cuencas son consecuencias de procesos productivos que pueden reconvertirse y reparar el daño generado. De la misma manera que existe la huella de carbono, existe la huella hídrica, que también puede ser medida, reducida y compensada”, señala Marina Arias, Directora Ejecutiva de Sistema B Argentina.

En este sentido, en Argentina existen múltiples proyectos llevados adelante por el ecosistema empresarial, que forman parte de un movimiento que promueve el bienestar de las personas y la tierra, como parte de una nueva economía justa y regenerativa. Desde su fundación en 2015, Proyecto Agua Segura implementó más de 4.000 programas en numerosos países de Latinoamérica. Su trabajo ya generó 181 millones de litros de agua segura, impactó en 220.000 personas y devolvió al planeta más de 400 millones de litros de agua.

“Dentro de la industria del agro, una alternativa es fortalecer la infiltración del agua, práctica que reduce significativamente el escurrimiento y la erosión del suelo, así como la vulnerabilidad en las comunidades de la cuenca”, explica Saurí.

Otro gran desafío que afronta la población mundial es el acceso a agua segura: al menos 2.000 millones de personas beben agua contaminada, lo que las expone al cólera, la disentería, la fiebre tifoidea y la poliomielitis. Estas enfermedades relacionadas con el agua y el saneamiento son una de las principales causas de muerte en niños menores de 5 años.

“En esta línea, llevamos adelante talleres con ejes WASH (agua, higiene y saneamiento) en aquellos puntos más vulnerables de nuestro país, con el objetivo de fortalecer las capacidades y mejorar las herramientas de las comunidades, para fortalecer el valor del agua como bien público. La potencia del trabajo en alianzas es un factor determinante para nuestro Proyecto, es fundamental construir estrategias integrales que incorporen al sector privado y a la ciudadanía”, explica Saurí.

“Proyecto Agua Segura es un ejemplo de que es posible usar la fuerza del mercado para resolver las problemáticas sociales y ambientales más urgentes. Desde Sistema B, alentamos a las empresas a ser agentes de cambio hacia una economía más sostenible, inclusiva y regenerativa. Para esto, es fundamental poner en el centro de sus decisiones el impacto que generan sus negocios en las personas y el planeta”, concluye Arias.

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