Por Jorge A. Day
jday.ieral@gmail.com

Bueos Aires, martes 30 enero (PR/24) — Suena a verdad de Perogrullo que, para exportar más, la divisa norteamericana debiera ser cara.

En el imaginario popular argentino, tenemos la idea de que el dólar era muy barato durante los 90s, mientras que pasó a ser caro en la primera década de los 2000s.

Así se explica el boom de exportaciones durante ese último periodo. Por ej., fue notorio en vinos, cuyas ventas externas se quintuplicaron en diez años.

Ahora, si recurrimos a los datos, nos llevaremos, no una, sino dos sorpresas.

Comparando esos dos periodos mencionados, se observa que, en sus primeros años, los montos exportados se incrementaron a un ritmo similar en ambos casos. Aunque, luego se estancaron en la segunda etapa de la Convertibilidad, no así en el otro periodo analizado.

La otra sorpresa es que, durante la Convertibilidad, las exportaciones crecieron principalmente por cantidades vendidas, mientras que, en el otro periodo analizado, se incrementaron por precios, y no tanto por cantidad. ¿Y qué es lo importante? Que aumenten los volúmenes exportados. Mejor si vienen acompañados de mayores precios.

Vamos a los datos. Consideraremos la evolución de las exportaciones durante dos periodos: uno con dólar barato, 1992/2001 (Convertibilidad), y el otro con dólar caro, 2002/2011 (primera década de los 2000s). Para comparar su dinámica, tomaremos como base 100 el primer año de cada periodo, de esa manera, en ambos casos se comienza desde un mismo punto de partida.

Como se mencionó, sorprende que los montos exportados evolucionaran en forma similar en ambos periodos analizados, y que las exportaciones crecieran más en cantidad durante la Convertibilidad.

Desagregando por grandes rubros, se observa un comportamiento similar. Se nota más en combustibles, con caída en cantidades exportadas en la primera década de los 2000s. Compatible con la política petrolera de esa época, en la cual las empresas del sector cobraban un precio muy inferior al internacional (debido a las retenciones). Les convenía invertir y producir en otros países.

Un punto llamativo es que, durante la primera década de los 2000s se destacaron las mayores exportaciones de soja, no sólo en precio, sino también en cantidad. Hubo previamente importantes cambios tecnológicos en ese sector.

Algo similar con los vinos, que también tuvo cambios en la parte comercial. Aún así, con las ventajas en esos productos, los datos muestran que las exportaciones totales crecieron a un ritmo similar en ambos periodos (al menos en los primeros cinco años).

¿Qué puede explicar esas “sorpresas”? Un punto clave está en las “condiciones iniciales” de cada caso.

Previo a la Convertibilidad, nuestro país venía de economía muy mal organizada, terminando en hiper. Señal de que se partía desde muy abajo. En cambio, previo a los 2000s, la economía había avanzado mucho en competitividad, como lo muestran los datos de cantidades exportadas. Entonces, en ese periodo, a la buena base de organización de la economía se le sumó la fuerte mejora de los términos de
intercambio, fenómenos que se potenciaron mutuamente.

En la segunda parte de la Convertibilidad, hubo varias complicaciones, algunas desde el exterior (crisis rusa, asiática, brasilera), que se tradujo en una importante disminución de precios internacionales, que no se vio compensada con un dólar más caro. Y es esta última parte de los noventas de la que se tiene mayor recuerdo.

Otro punto relevante es el “sesgo anti-exportador” en los 2000s, incluyendo retenciones y las restricciones cuantitativas al comercio exterior, lo cual no permitió aprovechar plenamente el contexto favorable que ofrecía el mundo.

Entonces, ¿qué rescatamos? Es claro que un dólar caro contribuye a incrementar las exportaciones, pero la experiencia de los noventa indica que no es el único factor relevante.

Además de los precios internacionales, uno de esos otros factores es la capacidad para producir. Para ampliarla se requiere más equipos y tecnología (algunos importados), y eso se logra con más inversiones. Para incrementarlas, se necesita estabilidad económica (tanto en precios como en actividad) y financiamiento, factores que han estado ausentes desde hace varios años.

Otro factor relevante es la disminución de los costos, tanto para producir como exportar. No sólo trámites internos, sino también externos, los cuales se reducen con  los acuerdos comerciales. También se deben reducir las retenciones, un importante costo de exportar.

Por último, el porqué de este planteo. Si en un futuro no muy lejano la economía se llegara a estabilizar, llegando a una inflación muy baja, habrá menor demanda especulativa de dólares (no tendrá sentido atesorar en esa moneda), y mayor oferta si entran capitales para invertir en el país.

Es decir, el dólar podría terminar siendo más barato. Entonces, para mantener o incrementar la competitividad argentina, se requerirá haber trabajado previamente en esos otros factores que favorecen las exportaciones.

Primicias Rurales

Fuente: IERAL. Fundación Mediterránea