Miguel Gorelik.

Miguel Gorelik.

Hace dos años, en Valor Carne publicamos una nota titulada “La Argentina exporta menos carne de la que se cree y consume más”, en la que advertíamos el error estadístico en el que se estaba incurriendo al procesar los datos de exportación del país.

El quid consistía en que se sumaban los huesos de despostada, llamados también, aunque incorrectamente desde nuestro punto de vista, huesos con carne, a las exportaciones totales.

Estos números no eran detectables en las exportaciones que difunde el INDEC a ocho dígitos de la nomenclatura arancelaria, ya que se incluyen dentro de la posición 02.02.20.90 (carnes congeladas sin deshuesar).

En ese momento, estimamos que los datos de exportación 2020 excedían en 2% a los embarques reales y los de 2021 en 11%.

Esta tendencia siguió creciendo, como se verá más adelante, de la mano de los mayores envíos de hueso de despostada al exterior, mayoritariamente destinados a China.

El volumen involucrado fue como se ve en este cuadro:

Ahora, con el trabajo que hizo la Dirección Nacional de Producción Animal de la Secretaría de Agricultura, sabemos que los embarques fueron distintos a los conocidos, como sigue:

Es decir, que en cinco años, concentrados en los últimos tres, hubo más de 300 mil tec de exportaciones que no existieron.

Consecuencias de los datos erróneos

Haber incluido semejantes volúmenes de huesos dentro de las exportaciones de carnes impactó en diversas variables, provocando distorsiones indebidas:

– Se agrandaban las exportaciones totales
– Aumentaba la proporción de las exportaciones sobre la producción total de carne
– Bajaba el consumo interno per capita (en unos dos kilos por año)
– Aumentaba la proporción de China en el total de las exportaciones
– Bajaba el precio promedio fob de los embarques de carne, con especial impacto sobre la carne congelada

No es fácil discernir si esto se hacía por impericia o con el fin de falsear las estadísticas, llevando agua para el molino oficial. Cualquiera de las dos hipótesis es verosímil.

Fue en esa época que el entonces recientemente designado ministro Domínguez, que asumió el cargo por segunda vez, sostuvo que las exportaciones no podían pasar del 24-26% de la producción, como si fuera una afirmación fundada en criterios científicos.

Eso ayudó a justificar las restricciones a las ventas al exterior reinstaladas en mayo de 2021 y vigentes hasta el último día de esa administración.

Resta una nueva revisión, que puede ser más importante aún

Como también señalamos en aquella nota, la Argentina sigue usando un factor que convierte a las toneladas de carne sin hueso, principalísimo rubro de los embarques, en equivalente con hueso, que fue calculado hace más de medio siglo. Tal factor es 1,5.

La tecnología industrial y los avances genéticos seguramente han logrado un mayor aprovechamiento de la media res.

Como muestra, reiteramos que Uruguay usa un factor promedio de 1,40 (aunque cuenta un factor propio de cada planta), en Estados Unidos es de 1,36 y en Europa es de 1,30.

Hay que hacer los estudios necesarios, con la debida intervención de organismos técnicos del Estado y del sector privado para saber cuál es el verdadero y hay que empezarlos cuanto antes.

Una vez que se llegue a resultados, habrá que usarlos para saber realmente cuánto exportamos y cuánto queda en el mercado interno.

También habrá que tomar decisiones acerca de en qué medida y a lo largo de cuánto tiempo revisamos con los nuevos factores las exportaciones de las últimas décadas.

Cuando EE.UU. definió el factor 1,36, lo aplicó diez años para atrás. Algo parecido hizo Uruguay cuando hizo su primera actualización a principios de siglo.

Como siempre, contar con buenas estadísticas ayuda al análisis y a la toma de decisiones. No es un tema menor.

Primicias Rurales

Fuente. Por Lic Miguel Gorelik, Director de Valor Carne