De acuerdo a Vincentians, red de formación vicentina, San Cottolengo (1786-1842) nació en el norte de Italia. Era muy devoto de Santo Tomás de Aquino y de San Vicente de Paúl. Fue ordenado sacerdote en Turín (Italia), en 1811.

Cierto día una mujer francesa que iba de camino hacia Lyon llamó a la puerta de su parroquia pidiendo auxilio porque se encontraba muy mal de salud. Ella viajaba con su esposo, sus tres hijos y estaba embarazada de seis meses.

San Cottolengo la llevó a diversos hospitales y centros de salud, pero nadie quería atenderla porque era extranjera y muy pobre. La madre de familia terminó muriendo en sus brazos. Esto le causó tan profundo dolor al santo que se decidió a iniciar una obra para atender a los enfermos necesitados. Así surgió la Pequeña Casa de la Divina Providencia.

Las Memorias Biográficas de Don Bosco, conjunto de 19 tomos, narran que cierto día el patrono de la juventud se encontró con San Cottolengo, quien luego de hacerle unas preguntas le dijo: “Tiene usted cara de bueno; venga a trabajar en la Pequeña Casa de la Divina Providencia, que no le faltará trabajo”.

En señal de respeto, el joven Don Bosco le besó la mano, prometió ir a ayudarlo y tiempo después cumplió su promesa.

Dicha profecía se cumplió. Más adelante Don Bosco inició su obra de los oratorios juveniles, acogiendo a cientos de jóvenes. Entre estos muchachos surgió San Luis Orione, quien fascinado con lo que había hecho San Cottolengo le puso a su congregación el nombre de “Pequeña Obra de la Divina Providencia” y sus centros de atención se conocen como Cottolengos de Don Orione.

San Cottolengo fue canonizado el 19 de marzo de 1934, mientras que su vecino Don Bosco fue canonizado el 1 de abril del mismo año.

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Fuente: ACI Prensa