La vida es siempre un don
Cuando ya habían perdido la esperanza de ser padres, la madre de Apolonia oyó hablar de la Virgen María a un grupo de cristianos. La mujer, entonces, en su desesperación, pidió a quien a esa que llamaban ‘Madre de Dios’ que le concediera el don de concebir un hijo.
Grande fue la alegría de la mujer cuando se dio cuenta de que estaba embarazada. Pasado el periodo de gestación nacería una niña muy hermosa a quien llamaron Apolonia. El inesperado acontecimiento motivó a los padres de la santa a acercarse a la Iglesia.
Unos años más tarde, siendo Apolonia todavía una niña, su madre le contó la historia de cómo fue posible que ella naciera. Con esto, Apolonia quiso también abrazar la fe en Cristo.
En tiempos del emperador romano Felipe el Árabe (244-249 D.C.), máxima autoridad imperial en Alejandría, se inició una nueva persecución contra los cristianos. Aquellos que se confesaban seguidores de Cristo solían ser arrastrados fuera de sus casas, golpeados, asesinados y sus propiedades saqueadas.
A los cristianos se les solía acusar de atraer el mal augurio (la mala suerte) y muchos hablaban de profecías sobre desastres y tragedias a causa de su creciente presencia que irritaba a los dioses.
“La capturaron y le rompieron todos los dientes a golpes. Construyeron una hoguera en las afueras de la ciudad, y la amenazaron con quemarla viva si se negaba a repetir palabras impías luego de ellos (ya fuese blasfemias contra Cristo, o una invocación a los dioses paganos)”. El Patriarca de Alejandría continúa: “Al otorgársele un respiro, pedido por ella, se lanzó rápidamente al fuego y ardió hasta morir”.
Dios es quien concede la vida y solo Él puede arrebatarla
Ya en la antigüedad llamó mucho la atención, y fue causa de polémica, que algunos santos como Apolonia “hayan adelantado” -por decirlo de algún modo- su propia muerte. Al respecto, San Agustín de Hipona dice lo siguiente en el primer libro de La Ciudad de Dios:
“Se dice que en tiempos de persecución se supo de ciertas santas mujeres que se sumergieron en el agua con la intención de ser arrastradas por las olas y ahogarse, y así preservar su castidad amenazada”. Luego el santo añade: “Aunque abandonaron la vida de este modo, no obstante, reciben el alto honor como mártires en la Iglesia Católica y sus fiestas se observan con gran ceremonia”.
Finalmente, el Obispo de Hipona concluye: “Este es un tema sobre el que no me atrevo a juzgar a la ligera, pues yo sólo sé que la Iglesia fue autorizada por Dios a través de revelaciones confiables para honrar así la memoria de estos cristianos. Puede ser que este sea el caso (….) ¿Podría ser también que éstos actuaron de tal manera, no por capricho humano sino por mandato divino, no erróneamente, sino por obediencia, a través de la obediencia, como lo debemos creer en el caso de Sansón? Sin embargo, cuando Dios da una orden y la da a conocer claramente, ¿quién podría juzgar la obediencia en ello como un crimen o condenar tal devoción piadosa y servicio efectivo?”.
Volviendo a la narración de Dionisio, en ella no se sugiere el menor reproche a la decisión de Santa Apolonia; a sus ojos, ella era tan mártir como cualquiera entre quienes murieron como testigos de Cristo y su Iglesia. Y, como tal, fue venerada en la Iglesia de Alejandría.
La tradición iconográfica representa a la joven mártir sosteniendo unas pinzas que sujetan un diente.
¡Santa Apolonia mártir, pedimos tu intercesión por todos los dentistas, odontólogos y sus asistentes; así como por aquellos que padecen dolores o molestias!
Oración a Santa Apolonia para calmar el dolor de dientes
Pues se asegura el favor,
quien fija en vuestra piedad,
por vuestro dolor templad
de las muelas el dolor.
Logró vuestra gallardía,
y singular perfección
la común aclamación
de Espejo de Alejandría.
Y pues cruel el rigor
turbó vuestra claridad:
por vuestro dolor templad
de las muelas el dolor.
De la Idolatra ceguera
labráis por justa el enojo,
la que intentó con arrojo,
pararos en la carrera.
Y pues sufrís con valor
la pena, y su terquedad:
por vuestro dolor templad, etc.
Por más que os veis lastimada,
sois á los golpes sufrida,
como quien tiene la vida
en la muerte prolongada.
Y pues prueba vuestro amor
el golpe de la crueldad:
por vuestro dolor templad, etc.
Los ministros inclementes
con un martirio importuno,
poco a poco, y uno a uno,
os quitan muelas, y dientes.
Y pues sabéis el furor
de tan cruda enfermedad:
por vuestro dolor templad, etc.
Con un impulso Divino
os arrojáis á la hoguera,
que a la tiranía fiera
vuestro valor se previno.
Y pues fue espanto, y pavor
de la airada ceguedad:
por vuestro dolor templad, etc.
Como Médica sagrada
os desean los penados,
porque esperan confiados
su Oración bien despachada.
Y pues piden con fervor
a vuestra gran caridad:
por vuestro dolor templad, etc.
Sienta el vecino, y remoto
vuestra singular virtud,
que pidiendo la salud
se os encomienda devoto.
Y pues es más acreedor
el de más necesidad:
por vuestro dolor templad, etc.
Vuestros prodigios la fama,
de sanar muelas, y dientes
ha esparcido entre las gentes,
y todo el Orbe lo aclama.
Pues, porque cobre mayor
crédito con la verdad:
por vuestro dolor templad
de las muelas el dolor.
…
Si deseas conocer más sobre la vida de santa Apolonia mártir, te recomendamos el siguiente texto de la Enciclopedia Católica: https://ec.aciprensa.com/wiki/Santa_Apolonia.
Primicias Rurales
Fuente: ACI Prensa