Madrid, domingo 1 junio (PR/25) — Saber qué ver en Riviera Maya me parece imprescindible. Si hay un rincón del mundo que me ha robado el aliento más de una vez, ese es la Riviera Maya en México
No importa cuántas veces vaya: siempre descubro algo nuevo, un rincón escondido, una historia que contar. Esta franja del Caribe mexicano es mucho más que playas paradisíacas y hoteles todo incluido (aunque, sí, también los hay y son espectaculares).
Hoy quiero llevarte conmigo, como si estuviéramos planeando juntas tu próximo viaje, por los imprescindibles de la Riviera Maya… pero también por esos secretos del Yucatán que muchas veces quedan fuera de los itinerarios clásicos. Porque viajar no es solo ver lugares bonitos: es sentirlos, saborearlos, perderse un poco… y volver distinta.
¿Te vienes?
Riviera Maya: El corazón turístico del Caribe mexicano

La primera vez que escuché «Riviera Maya«, pensé automáticamente en playas de agua turquesa, cócteles con sombrillita y resorts infinitos. Y sí, todo eso está ahí, pero lo que no te dicen es que esta región tiene alma.
Oficialmente, la Riviera Maya recorre la costa del estado de Quintana Roo, en la península de Yucatán, desde Puerto Morelos hasta Punta Allen. En el camino, se alinean destinos como Playa del Carmen, Tulum, Akumal, Xcaret, y tantos otros nombres que quizás hayas visto en postales.
Es un lugar donde la selva se encuentra con el océano, donde las ruinas mayas vigilan desde los acantilados y los cenotes esconden mundos subterráneos llenos de magia.
Pero más allá del brillo caribeño, hay un mundo que late tierra adentro: el estado de Yucatán. Y ahí es donde la experiencia se transforma. Ahí es donde te encuentras con pueblos coloniales como Valladolid o Izamal, con mercados donde el achiote y la cochinita pibil te hacen salivar sin aviso, con cenotes solitarios que parecen espejos sagrados. Ahí es donde el turismo baja de volumen y la vida local se hace protagonista.
Muchas veces, cuando organizo viajes por esta zona, me gusta combinar lo mejor de ambos mundos: la Riviera Maya para desconectar y maravillarse con la belleza natural, y el Yucatán profundo para conectar con la historia, la cultura y la gente.
Es un destino que no se agota, uno de los mejores para una luna de miel en América. Y si me dejas, te lo muestro paso a paso, como lo he vivido yo, entre ruinas, selva, playa y tortillas recién hechas.
Imprescindibles que no puedes perderte

Cuando alguien me pregunta qué no puede faltar en un viaje a la Riviera Maya, me cuesta elegir. Hay tanto por ver, y cada lugar tiene su propio carácter. Pero si tuviera que armar una lista con los grandes favoritos —esos que sigo visitando, aunque ya me los sepa de memoria— serían estos:
Chichén Itzá

Sí, ya sé que está un poco más hacia el interior, en el estado de Yucatán, pero es una de esas maravillas del mundo que hay que ver al menos una vez en la vida. Caminar entre sus templos mayas, ver de cerca el imponente castillo de Kukulkán, y sentir el peso de siglos de historia… es algo que siempre emociona. Chichén Itzá es un imprescindible no solo de México, sino de todo el planeta. Un consejo: si puedes, llega temprano y con guía, para evitar las multitudes y entender mejor todo lo que ves.
Tulum y sus ruinas frente al mar

Tulum es puro encanto: una ciudad maya construida sobre un acantilado que mira directo al mar Caribe. Las vistas son de película, y no importa cuántas veces lo visite, siempre me deja con la boca abierta.
Y ya que estás ahí, aprovecha para darte un chapuzón en la playa que está justo debajo de las ruinas… es una experiencia inolvidable. La playa es fantástica y tener las ruinas sobre ti le da otro toque a la experiencia.
Playa del Carmen

Playa del Carmen es mi base preferida cuando quiero un poco de todo: movimiento, buena comida, opciones para salir por la noche y excursiones cercanas.
La Quinta Avenida es un clásico para pasear (aunque a veces algo ruidosa), pero también hay rincones más tranquilos si te alejas un poco del centro. Y desde aquí puedes tomar ferris hacia Cozumel o colectivos a otros pueblos de la costa.
Se trata de un destino para quién le guste el ambiente. Para salir de fiesta y para conocer gente.
Los cenotes

Esto no es negociable: tienes que meterte en al menos un cenote. Son pozos de agua cristalina formados de manera natural, y muchos eran sagrados para los mayas. Algunos de mis favoritos son el Gran Cenote cerca de Tulum, Cenote Dos Ojos, que parece un escenario de película submarina, o el Cenote Azul, perfecto para nadar en calma.
Hay opciones para todos los gustos: abiertos, cerrados, de fácil acceso o escondidos en medio de la selva. Dependiendo de tu ruta, te puedo recomendar mejor una opción u otra. Por ejemplo, el cenote Ik-Kil se encuentra junto a las ruinas de Chichén Itzá.
Cozumel

La isla de Cozumel, frente a Playa del Carmen, es un paraíso para los que aman el buceo o el snorkel. El arrecife mesoamericano que la rodea es uno de los más grandes del mundo y está lleno de vida.
La última vez que fui, vi rayas, tortugas y bancos de peces de colores que parecían coreografías acuáticas. También es un buen lugar para alquilar una moto y recorrer la costa por tu cuenta.
Holbox: Donde el tiempo se detiene

Hay lugares que no se explican, se sienten. Y Holbox es uno de ellos. La primera vez que puse un pie en esta isla, supe que estaba en un sitio especial. No hay calles asfaltadas, los coches se cambian por carritos de golf y la vida avanza al ritmo del mar y del viento.
Ubicada al norte de la península de Yucatán, Holbox es una joya que, por suerte, todavía conserva su aire bohemio y tranquilo. Para llegar hay que hacer un pequeño viaje: coche o transporte hasta Chiquilá, y desde ahí un ferry corto hasta la isla. Pero te aseguro que vale cada minuto.
Además, Holbox es famosa por sus atardeceres dorados, sus murales coloridos, sus ceviches frescos y por un fenómeno increíble llamado bioluminiscencia, que ocurre en algunas noches cuando el mar se enciende con destellos azules al moverse.
Es el lugar perfecto para desconectar, dejar el reloj de lado y simplemente estar. Siempre digo que Holbox no se visita, se vive. Y cada vez que vuelvo, siento que me reencuentro con una versión más simple y feliz de mí misma.
Estos son sólo algunos de los grandes clásicos que ver en Riviera Maya, pero créeme: por más turísticos que sean, valen totalmente la pena. Y lo mejor es que muchos se pueden combinar en un mismo viaje, con un poco de planificación y muchas ganas de explorar.
Secretos y rincones poco conocidos del Yucatán

Después de unos días en Holbox, siempre me pasa lo mismo: me cuesta volver al ruido, a las prisas, al mundo «normal». Pero también me deja con ganas de seguir explorando esa otra cara de la península de Yucatán, la que no siempre sale en las guías, pero guarda algunos de los recuerdos más auténticos de mis viajes por México.
Porque si bien la Riviera Maya tiene todo para enamorar a primera vista, el corazón profundo del Yucatán —ese que late en sus pueblos coloniales, en sus cenotes escondidos y en las historias que se cuentan al calor de una cocina— se conquista despacito, sin prisa… y para siempre.
En mis viajes suelo buscar el equilibrio entre lo popular y lo inesperado. Yucatán es ese mapa lleno de sorpresas que me hace salir del camino turístico y perderme con gusto. Aquí te comparto algunos de mis lugares favoritos, de esos que no siempre están en los folletos, pero que guardan magia real:
Valladolid, el alma tranquila del oriente yucateco

Valladolid, el mexicano, es uno de mis pueblos mágicos preferidos. Colorido, cálido y con esa mezcla perfecta entre tradición y modernidad.
Tiene una plaza central ideal para sentarte con una marquesita en mano (una delicia local), y desde ahí puedes explorar el Cenote Zací —que está literalmente dentro del pueblo— o usarlo como base para visitar Chichén Itzá y otros sitios arqueológicos cercanos.
Izamal, la ciudad amarilla

Todo en Izamal está pintado de amarillo, y no es una exageración. Caminar por sus calles es como entrar en un sueño cálido y dorado. Un pueblo colonial diferente a cualquier otro que puedas visitar en toda Latinoamérica.
Encima de eso, el convento de San Antonio de Padua es impresionante, construido sobre una antigua pirámide maya. Aquí el tiempo parece haberse detenido y la vida se siente pausada, en el mejor de los sentidos.
Cenotes escondidos

Si ya te enamoraste de los cenotes turísticos, prepárate para los secretos. Uno de mis favoritos es el Cenote Oxmán, cerca de Valladolid, con una soga para lanzarse al agua como en las películas.
También hay joyitas como el Cenote X’kekén o Samulá, en cuevas subterráneas con luz que se cuela por grietas en el techo. Preguntando a los locales, siempre salen más.
Ruta de los conventos y pueblos olvidados

Una vez alquilé coche y me lancé por esta ruta desde Mérida, pasando por pueblos como Maní, Teabo y Oxkutzcab. Mérida, la capital del estado de Yucatán, es una ciudad grande, pero por la que también merece la pena pasar.
En mi ruta encontré iglesias del siglo XVI, mercados con encanto y una gastronomía tan auténtica que aún la sueño: panuchos, salbutes, poc chuc… Si buscas experiencias reales, esta ruta te lo da todo.
Playas vírgenes como Xcacel o Punta Allen

Lejos de las grandes cadenas hoteleras, hay playas casi secretas donde la naturaleza manda.
Xcacel, por ejemplo, es una reserva natural donde también desovan tortugas, y Punta Allen es una joya dentro de la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an, a la que se llega tras un buen rato de camino… pero la recompensa es absoluta paz.
Estos rincones son los que me recuerdan por qué amo viajar: porque el mundo está lleno de tesoros escondidos esperando a ser descubiertos por quien se anime a mirar más allá.
Espero haberte ayudado a descubrir qué ver en Riviera Maya. Recuerda que puedo prepararte un viaje totalmente a tu medida.
Besos,
Sofía
Primicias Rurales