La Pastoral de Adicciones y Drogadependencia y la Pastoral Social también advierten que el narcotráfico “no para de crecer” y llaman a ser signos de esperanza frente a “la cultura de la muerte”.

Buenos Aires, jueves 19 junio (PR/25) — En el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, fijado para el 26 de junio, la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia expresa su preocupación por “el gran crecimiento” del narcotráfico y “la despenalización de hecho” de la venta y consumo de drogas en el país.

El mensaje se titula “Seamos signo de esperanza frente a la cultura de la muerte y el narcotráfico que no para de crecer” y también lleva las firmas de la Comisión Episcopal de Pastoral Social y la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).

“Frente a un Estado que se va retirando de nuestros espacios más pobres, como Iglesia y junto a otras organizaciones de base, no damos abasto con la demanda de ayuda”, advierte.

Los organismos episcopales invitan al Estado en todas sus instancias a “valorar, cuidar y sostener con salarios adecuados el trabajo y los esfuerzos de tantas personas que entregan sus vidas por aquellos que se sienten descartados”.

Texto del mensaje
En el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas que se celebra cada 26 de junio, la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia quiere expresar su preocupación por el gran crecimiento del narcotráfico y “la despenalización de hecho” de la venta y consumo de drogas a lo largo de todo nuestro país.

Los obispos latinoamericanos reunidos en Aparecida en el año 2007 expresaban: “El problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo. No reconoce fronteras ni geográficas ni humanas. Ataca por igual a países ricos y pobres, a niños, jóvenes, adultos y ancianos, a hombres y mujeres. La Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones” (DA n° 422).

En las ciudades y pueblos de nuestro país, particularmente en las periferias y barriadas pobres, vemos que el narcotráfico va ocupando espacios sigilosamente y no se detiene. Da “trabajo” a las personas y mientras que los barrios parecen tranquilos, se van desintegrando las familias y el narcotráfico extiende su vil campo de acción. Son nuestros adolescentes y jóvenes los que van entrando tanto en el consumo de drogas como en la cadena de compra-venta de sustancias.

Fuente: AICA

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